Ilustración: Jeanette Ortega Carvajal / Twitter: @jortegac15 / Instagram: Joc.2703

Lo que ahora leerá podría cambiar el curso de su vida, razón por la que le recomiendo que invierta un poco de su tiempo e intente llegar hasta el final. Comprendo lo difícil que podría ser esto en un mundo tan rápido en el que doscientos caracteres es mucho texto. Sin embargo, le aseguro que valdrá la pena.

El señor Olegario Márquez, padre de mi amigo Laureano Márquez, tenía una máxima: “Del cochino a mí me gusta hasta su conversación”. Traigo a colación esta frase porque este artículo trata de cómo preparar el mejor pernil de su vida. Así que, en homenaje al señor Olegario, hoy le haremos una entrevista a la pierna de un cochino para que nos revele sus más íntimos secretos.

ꟷSeñor Pernil, ¿cómo se encuentra?

ꟷRealmente emocionado de poder disfrutar de mi independencia del resto del cochino y de compartir, por primera vez, desde que soy el señor Pernil, el secreto que logró convertirme en esta pierna tan codiciada y sabrosa para los seres humanos.

ꟷUn poco egocéntrico de su parte, ¿no lo cree?

ꟷNo, para nada egocéntrico. Míreme bien… estoy divino y doradito. Además, estoy bañado con una salsita que ni le cuento.

ꟷCierto, usted se ve… atractivo y realmente apetitoso, ¿cómo lo logra?

ꟷLe contaré el secreto. Agarre esta piernota y sóbela con mucha sal. Luego, en una licuadora, agregue cebolla, pimentón, ajo, cilantro, orégano, ají dulce por coñazo y…

ꟷ¡Por favor! –interrumpe el periodista- ¡sin groserías!

ꟷDisculpe usted, es que me emocioné mucho. Pero prosigamos… decía que hay que licuar bastante ají dulce, cebollín, pimienta, aceite, vinagre, ciruelas pasas sin semillas, papelón rallado y vino tinto. Si es mucha cantidad, hágalo en dos partes.

ꟷCon todo respeto, señor Pernil, ¿eso no es mucho y muy caro?

ꟷAmigo, disculpe, hoy no quiero hablar ni de dinero ni de política. Lo mío hoy es el sabor.

ꟷLo entiendo… prosiga.

ꟷAgarre mi preciosa piernota y con un cuchillo puntiagudo, haga en ella varias hendiduras para que penetre el líquido. A mí me encanta esa sensación de oler divino cuando estoy crudito. Si es posible, déjeme reposar de un día para otro dentro de la nevera, eso sí, sumergido en ese líquido maravilloso. De esa forma, yo, en la noche, quedaré impregnado de esa salsa tan deliciosa. Hmmm… de sólo hablar de esto se me paran los pelos del chicharrón.

ꟷCaramba, señor Pernil, no sabía que usted tuviera costumbres tan exquisitas.

ꟷEs que yo no soy un pernil chusma, de esos que son duros, que están quemados y sin sabor. ¡No! Yo soy un caballero de la corte marrana y este aroma sólo lo tenemos los perniles de alta alcurnia.

ꟷDespués de dormir en la nevera –acotó el periodista- ¿qué debemos hacer con usted?

ꟷEnvuélvame completico, con juguito y todo, en papel aluminio. Luego, recuésteme sobre una bandeja y ahora viene lo bueno. Durante doce horas colóqueme en el horno con la temperatura más bajita que pueda, muy bajita, bajitica diría yo. Le recomiendo, por poner un ejemplo, que me coloque en el horno a las 9:00 de la noche y me saque a las 9:00 de la mañana del día siguiente. Esto es una gran ventaja incluso para quien cocina porque mientras me someten a esa ridícula temperatura, usted, tranquilamente, puede echarse palos, hacer el amor o en su defecto, ver televisión.

ꟷAjá, ¿y luego qué?

ꟷA eso iba. Como a las 3:00 de la mañana empiezo a oler divino. Ese olor delicioso invadirá primero su casa, saldrá por las ventanas y se colará en los apartamentos vecinos. A partir de ese momento nadie podrá dormir por aquel delicioso aroma y se escucharán gritos de vecinos desesperados: “¡Apaguen ese cochino! ¡Ese olor no deja dormir a nadie!”. Pasadas las doce horas, sáqueme del horno y quíteme el papel aluminio con cuidado. Coloque aparte todo el líquido que he sudado y que se ligó con el juguito. Ese líquido maravilloso, deberá guardarlo en la nevera para que el exceso de grasa flote y sea fácil retirarla. Luego póngala al fuego con un poquito de maicena para espesarla. Rectifique el papelón, el vinagre y la sal (debe quedar agridulce). Reserve esta salsa para cuando sirva el pernil.

ꟷY a todas estas, ¿qué ocurrirá con usted?

ꟷBueno, ya yo salí de esas doce horas de cocción y estoy blandiiitiiico como mantequilla. Lo malo es que estoy muy blanco y desteñido, pero eso tiene fácil solución. Mezcle en la licuadora un huevo entero, papelón, aceite y ciruelas pasas. Luego, pínteme con eso, antes y durante mi última cocción, a fuego intenso, con todo lo que dé el horno hasta que me dore.

ꟷY, ¿cómo sabré que usted ya está listo para triunfar?

ꟷFácil, amigo periodista. Cuando por la pintada que me ha echado y el candelero que he llevado, me vea doradito. Por cierto, ¿me permite un último detalle?

ꟷClaro, señor Pernil.

ꟷAconsejo que para esta última cocción me ponga sobre una cama de lechuga para verme más elegante y no quedar pegado a la bandeja.

ꟷ¡Muchas grasas!, perdón, señor Pernil, ¡muchas gracias!

ꟷPara mí ha sido un delicioso placer. Nos veremos en Navidad o si, usted lo desea, nos veremos antes.

@claudionazoa


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