¿Por qué deberíamos superar el mal humor?

El buen humor, a menudo representado por una sonrisa, una risa o una actitud jovial, es una manifestación de un estado emocional interno positivo. Mientras, la felicidad es un concepto más amplio relacionado con el bienestar general y la satisfacción con el propósito de vida, Así, el buen humor puede ser visto como una —y no la única— de las manifestaciones de la felicidad. Desde un punto de vista psicológico, el buen humor se refiere a un estado emocional temporal de alegría, diversión y positividad.

También es una respuesta a estímulos específicos, como un chiste, una situación cómica o incluso recuerdos felices. Además puede influir en la forma como percibimos y reaccionamos ante diferentes situaciones, permitiéndonos enfrentar retos con una visión más ligera y optimista. Aunque estar de buen humor no necesariamente equivale a estar feliz, hay una relevante correlación entre ambos estados.

El caso de Alberto

En una oportunidad una persona acude a un psicólogo y le plantea un problema consecuencia de su malhumor:

Psicólogo: -Buenos días. Me alegro de verte. ¿Cómo te sientes hoy?

Alberto: -Hola doctor… La verdad, no muy bien. Me siento irritable la mayor parte del tiempo. Lo peor es que en mi familia me la paso discutiendo con mi esposa y la armonía y comunicación que teníamos está hecha trizas. Igual con mis amistades tengo problemas y con mi mejor amigo nos hemos distanciado. Para colmo en el trabajo siento que ya no me asignan las mismas responsabilidades, lo que afecta mi desarrollo. Creo que me están rechazando…

Psicólogo: -Lamento oír eso. ¿Puedes contarme más sobre cómo te afecta la irritación en tu vida diaria? ¿Has notado algún momento o desencadenante específico que empeore tu humor?

Alberto: -Ahora que lo menciona, me doy cuenta de que me pongo peor cuando tengo algún problema y estoy bajo estrés o cuando no duermo bien. Simplemente me despierto sintiéndome mal sin razón aparente.

Psicólogo: -Entiendo. Podríamos trabajar juntos en desarrollar un plan para mejorar tu manejo del estrés y tu higiene del sueño. También podríamos explorar técnicas de regulación emocional que te ayuden a manejar mejor tus estados de ánimo, entre ellos el mal humor…

El buen ánimo y la felicidad

Las personas que suelen estar de buen humor también reportan niveles más altos de felicidad y satisfacción con la vida. Algunas razones para esta conexión se deben a que quienes suelen estar de buen humor poseen una mayor capacidad para manejar el estrés, y recuperarse de situaciones adversas, lo que contribuye a un mayor bienestar general. A esto se le suma que las relaciones sociales positivas, al nosotros estar joviales, optimistas o contentos, a menudo facilita la interacción con otras personas, lo que conlleva a vínculos más extendidas con ellas.

Mantener un enfoque de pensamiento positivo trae como consecuencia que las personas de buen humor tienden a tener un mejor manejo emocional en su conducta, lo que les permite ver el lado bueno de las situaciones y conseguir mejores resultados.

La causalidad en ambas vías entre el buen humor y la felicidad es evidente, porque si bien la felicidad causa buen humor, este último es un indicador de felicidad y la fomenta. Las personas que están satisfechas con sus vidas y que tienen un alto nivel de bienestar emocional tienden a experimentar buen humor con mayor frecuencia. En un mundo lleno de problemas y adversidades, el valor del buen humor como herramienta para optimizar nuestro bienestar no debe ser subestimado.

¿Podemos estar siempre contentos? 

Bueno sería lo ideal, pero depende del momento que estemos viviendo en alguna medida. El concepto de estar “permanentemente” de buen humor es un paradigma atractivo; sin embargo, debemos abordarlo con un enfoque matizado. Es posible fomentar una disposición o una actitud más optimista y alegre a lo largo del tiempo. Para ello requerimos desarrollar un buen estado de ánimo. Las emociones tienen una función adaptativa. Sentimientos como la tristeza, el miedo, la ira —o la angustia por algo—, actúan como señales que nos informan sobre el entorno, y nos ayudan a responder adecuadamente a las distintas circunstancias. Suprimirlas o evitarlas es contraproducente y potencialmente perjudicial para nuestro bienestar. No obstante, nada nos impide responder a estos contextos difíciles con optimismo en lugar de estar pesimistas ante ellos.

María Mercedes Gessen nos comenta: “Como psicóloga me tocó estudiar y experimentar el tratamiento y la atención a pacientes críticos en terapia intensiva. Aprendí que el conocimiento y la aceptación de su enfermedad por parte de los pacientes les proporcionaba menos estrés y tener una actitud más positiva a su padecimiento. En el Hospital de Niños de Ottawa, Canadá, aprecié cómo en medio de un ambiente optimista, cálido, lleno de amor y de buen humor, los niños afrontaban enfermedades comprometidas con mejores resultados clínicos. Incluso, los niños optimistas estuvieron más propensos a la remisión de su dolencia”. (Maestría de la felicidad, Gessen y Gessen, Cap.1, 2024)

El Hospital de Investigación de Cáncer Infantil St. Jude, en Estados Unidos, se ha destacado por enfocarse no solo en el tratamiento médico de los niños sino también en su bienestar emocional y psicológico. El personal del hospital, que incluye médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud, trabaja en colaboración con especialistas en bienestar emocional y terapeutas para asegurarse de que los niños y sus familias reciban apoyo en todos los aspectos de su atención. Esto incluye mantener a los niños optimistas, alegres y de buen humor, lo cual puede tener un impacto positivo en su capacidad para lidiar con enfermedades graves.

¿Cómo estar de buen humor? 

Para lograr estar de buen humor la mayoría del tiempo, es conveniente fomentar un estado de ánimo apropiado mediante la adopción de determinadas prácticas y hábitos. Estos nos ayudan a reconocer y aceptar nuestras emociones bajo control, así como establecer y mantener relaciones con personas optimistas que nos ofrezcan apoyo emocional y momentos de entusiasmo.

Por otra parte, el ejercicio, una dieta equilibrada y dormir lo suficiente pueden influir a favor nuestro en nuestra conducta. La ciencia nos indica que existen hormonas y neurotransmisores en nuestros cuerpos que juegan un papel crucial en cómo nos sentimos. (Maestría de la felicidad, Gessen y Gessen, pp. 356-363, 2024).

Las endorfinas son las hormonas del bienestar. Se liberan con el ejercicio físico, la risa y momentos de placer. También se disparan en presencia del dolor físico y emocional para atenuarlos. La dopamina está vinculada con la recompensa y la motivación. Aparece al alcanzar objetivos y metas. La serotonina influye en nuestro ánimo y se incrementa al consumir alimentos ricos en triptófano, como el chocolate, huevos, lácteos, pollo y leguminosas. Además, la energía solar natural también estimula su liberación. La oxitocina, conocida como la hormona del amor y la amistad, la sentimos cuando estamos en contacto físico o con besos y caricias con la pareja, o con los amigos y seres queridos durante los abrazos y apretones de manos.

¿Malhumorado?

Estar enfadados o de mal humor —aunque es algo común en la vida cotidiana— es un estado mental afectado por una interacción de factores psicológicos, sociales y ambientales. Existen numerosas causas que contribuyen a estados de ánimo negativos. Es bueno percatarnos de las situaciones para evitarlas, minimizarlas o afrontarlas con confianza y serenidad.

Lo primero que debemos hacer es reconocer el malhumor, y aceptar que es normal en ocasiones. Pero si hemos decidido estar de buen humor en la vida éste debe prevalecer.

Lo segundo, es identificar lo más preciso posible qué ocasiona que estemos malhumorados y cuál situación o circunstancia lo desencadenó, porque al determinar las causas podemos apuntar cómo resolverlas, disminuirlas o ignorarlas. Para esto debemos reducir considerablemente la rabia, el odio, el impulso de venganza, el rencor,  y la ira, y por supuesto el mal humor. “Muerto el perro se acaba la rabia”, dice la sabiduría popular. Si desaparece la causa, culminan sus efectos.

De paso, recordemos que el estar enojados o en estados alterados se producen hormonas no deseables en exceso como la adrenalina y los corticoides que deterioran nuestra salud en el no tan largo plazo.

Siempre en positivo a pesar de todo

Estar de buen humor es un elíxir que nutre nuestra conciencia y fortalece el cuerpo. Es una actitud que transforma la vida. Cuando te ríes, activas un ejército interno de endorfinas y serotonina. Te harán sentir bien, y fortalecen tu sistema inmunológico. Imagina a tu cuerpo como un jardín donde el buen humor es el sol que lo nutre y lo hace embellecer.

El buen humor te reduce la presión arterial, alivia tu estrés y mejora la circulación sanguínea. Cada uno de sus momentos muestra gratitud hacia la vida. Generalmente en igualdad de circunstancias y comparándolo con quien sufre de malhumor, el buen humor te hará vivir más y mejor. Las personas alegres viven más tiempo y enfrentan los desafíos con mayor resiliencia. De manera que te invitamos a abrazar al buen humor como un compañero de vida. Está contento con el sol, pero también con la lluvia. Ríe con las pequeñas cosas de la vida y con las grandes. Ríe, porque en cada risa hay un pedacito de felicidad.

María Mercedes y Vladimir Gessen, psicólogos


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