Por:

Rodrigo Diamanti, presidente de Un Mundo Sin Mordaza

Génesis Dávila, presidenta de Defiende Venezuela

Victor Navarro, director de Voces de la Memoria

El 17 de julio de 2023, con ocasión de la Cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (UE-CELAC), diferentes representantes de Estados, partícipes en la misma, fueron recibidos en la Unión Europea. No obstante, llama la atención y causa desasosiego el exceso de amabilidad y efusividad con que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, recibió a Delcy Eloína Rodríguez, vicepresidenta ejecutiva de Venezuela, a quien besó dos veces a pesar de lo que implica ante la comunidad internacional, como parte fundamental de la dictadura venezolana.

El rostro sonriente a quien con tanto éxtasis besó Sánchez es el de una persona que ha sido sancionada por países como Canadá, Estados Unidos, Suiza, Reino Unido, Albania, Georgia, Islandia y por la propia Unión Europea, entre otros, debido a su participación en el socavamiento de la democracia y el Estado de Derecho, así como por ser parte fundamental de un engranaje de Estado para violar los derechos humanos de los venezolanos.

La imagen de Pedro Sánchez besando a Delcy Rodríguez puede transpolarse, como lo indicó el eurodiputado Leopoldo López Gil, al beso de Judas, sólo que esta vez quienes han sido traicionados son, precisamente, las miles de víctimas que han sufrido, en carne propia, las torturas, persecución y violaciones de derechos por parte del régimen; los presos políticos, no sólo venezolanos sino también aquellos con nacionalidad de algún Estado miembro de la Unión Europea, como Juan Francisco Rodríguez Dos Ramos y Adrián Leonardo de Gouveia de Sosa (portugueses), Juan Carlos Marrufo (italiano), María Auxiliadora Delgado y Ángela Espósito (españolas) por mencionar algunos; así como los más de 7 millones de venezolanos que han tenido que huir del país, como consecuencia de las políticas de Estado. Es indignante que los rostros de las víctimas que han sido vejadas por el régimen dictatorial resulten abofeteados, mientras que los autores y partícipes en la comisión de crímenes de lesa humanidad sean recibidos con tanto beneplácito.

No podemos olvidar que Delcy Rodríguez ha sido una pieza clave en la estructura del régimen de Nicolás Maduro, no sólo porque actualmente es su mano derecha como vicepresidente ejecutiva, sino porque además ha desempeñado un rol protagónico en el diseño de las políticas de Estado.

Algunos de los actos aberrantes que deberían pesar sobre su conciencia son la aprobación de la Ley Constitucional contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia, que hoy figura como estandarte del Estado venezolano, para utilizar su maquinaria contra la población civil percibida como parte de la disidencia política, con el único fin de callarla, disuadirla, encarcelarla y desaparecerla, a través del uso de tipos penales que son aplicados selectivamente, sólo contra la oposición política venezolana. Además, como canciller anunció el retiro de Venezuela de la Organización de Estados Americanos (OEA), lo que constituyó, una vez más, una muestra del desapego y menosprecio del régimen hacia mecanismos que procuran la paz, la democracia y el respeto a los derechos humanos.

Además, Delcy Rodríguez, como vicepresidente de la República, ha sido una de las principales jerarcas del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), al menos, durante los años 2018 a 2021, ya que en ese período dicho cuerpo de seguridad del Estado era un órgano de la Vicepresidencia de la República, cuya máxima representante, en ese lapso, era Delcy Rodríguez.

Debemos recordar que el Sebin ha sido señalado por organismos internacionales como la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Fiscalía de la Corte Penal Internacional, de cometer actos atroces de detenciones arbitrarias, torturas, persecución por motivos políticos y violencia sexual contra la disidencia política, considerada por el régimen como enemigos. Así, las distintas formas y métodos empleados por quienes están adscritos al Sebin reflejan un nivel de crueldad despiadado para ocasionar sufrimientos físicos y mentales a las víctimas de crímenes de lesa humanidad, quienes han reportado haber sido objeto de descargas eléctricas en sus cuerpos, han sido sometidas a aislamiento, a bajas temperaturas, a la denominada “tortura blanca”, a posiciones de estrés como crucifixión o a permanecer esposados al piso en cuclillas, a asfixias con bolsas plásticas, a ahogamientos, entre otros actos cruentos.

Aunado con ello, debe recordarse que hace apenas pocos días, en el Estado dictatorial y nepotista en el que se ha convertido Venezuela, el hermano de Delcy Rodríguez, Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, se mofaba y cínicamente aseveraba que la Unión Europea no entraría a Venezuela, tildándolos de “groseros, colonialistas, por ser representantes de esa conducta de Europa imperial, asesina y esclavista”. Ello, con ocasión de la Resolución aprobada por el Parlamento Europeo para repudiar la inhabilitación política hecha por el régimen de Maduro a varios candidatos de oposición.

En consecuencia, resulta desconcertante, incomprensible y ofensivo, que Pedro Sánchez haya recibido con tanto beneplácito a uno de los principales rostros de la dictadura venezolana, cabe preguntarse cuál es la afinidad política que tienen y si hubiera recibido de igual forma a personalidades como Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla o al mismo Francisco Franco.

Son miles de venezolanos los que han sido apresados, torturados y violentados por el régimen de Maduro, en consecuencia, nosotros como defensores, promotores y activistas de derechos humanos, rechazamos categóricamente la festiva recepción que se ha dado a Delcy Rodríguez y a la comitiva del Estado venezolano y levantamos nuestra voz para clamar que se marque distancia con el régimen dictatorial de Maduro y se procure un cambio de postura hacia éste. Nosotros, los venezolanos, difícilmente, podremos recuperar la democracia si se sigue aupando la estrategia de la izquierda a nivel global para desvirtuar la crisis venezolana; Sánchez pareciera sumarse a las ya conocidas posturas de los presidentes de Brasil y Argentina, en donde el primero cataloga la terrible situación de Venezuela como una narrativa y el segundo, simplemente se limita a negarla. De manera que resulta imprescindible contar con el apoyo de la comunidad internacional para que se tomen medidas en respaldo a los millones de venezolanos que clamamos justicia.


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