Vladimir Putin es un extraordinario manipulador político y esa habilidad ha sido clave para seguir en el poder después de veinte años. No obstante, es un incompetente en asuntos militares a quien la experiencia en servicios de inteligencia no le enseñó nada sobre el arte de la guerra. El propósito fundamental de una estrategia no es vencer al enemigo en uno o varios encuentros, como prometió el líder ruso, sino disminuir su resistencia en un proceso hasta abatirlo finalmente. Seducido por el culto a la ofensiva y una perturbadora arrogancia, quiso derrotar a la fuerza defensiva ucrania en una semana, violando elementales principios de estrategia militar. Los franceses fueron los precursores de lo que llamaron attaque a outrance, un dilema militar estratégico con tradición histórica. Los viejos lideres militares creían ver tantas ventajas en la ofensiva que pensaban que una fuerza defensiva no tendría posibilidad alguna de repeler un ataque frontal.

El primer craso error de Putin fue subestimar la capacidad del defensor para ocupar posiciones defensivas en un terreno clave antes del ataque, especialmente cuando hubo tiempo suficiente para preparar la defensa. La Rusia de Putin ocupó territorio ucranio impunemente en 2014 y desde entonces los amenazaba con una invasión para impedir que la OTAN llegara hasta sus fronteras. Estados Unidos y la OTAN disfrutaron de suficiente tiempo para entrenar, dotar y preparar a las tropas ucranias en una eficaz contraofensiva. En toda guerra subyace el poder económico, un factor que aparentemente tampoco consideró Putin. Durante la Segunda Guerra Mundial el poder económico de Estados Unidos quebró la alta capacidad estratégica de Alemania. Por cada tanque Sherman o caza que el ejército nazi destruía, Estados Unidos producía cinco. Así fue con todos los sistemas de armamentos.

No nos engañemos, detrás del éxito de Ucrania está la logística, la enorme dotación de la industria militar y la inteligencia satelital de Estados Unidos. Como Trump, Putin incurrió en el error de subestimar al «adormilado Joe Biden» con décadas de experiencia en política exterior. En nuestro medio la idiocia tiene mayor alcance, de acuerdo a algunos opositores «la agudeza de Maduro» tiene arrinconado a Biden y al aparato de la política exterior de la primera potencia del mundo. Este fin de semana por solicitud de Estados Unidos el hijo de un prominente funcionario ruso fue detenido en Milán acusado en relación con un plan para obtener ilegalmente tecnología militar estadounidense y petróleo de Pdvsa para Rusia en la guerra con Ucrania. Los venezolanos involucrados son Juan Fernando Serrano Ponce Juan Carlos Soto a quienes se les formularon cargos por mediar en estas operaciones ilegales.

La contraofensiva

En doctrina militar la contraofensiva es una operación militar estratégica de fuerzas en posiciones defensivas que tiene éxito en detener un ataque frontal del enemigo . De acuerdo con la doctrina, la contraofensiva se debe ejecutar después que las tropas de primera línea del enemigo se hayan agotado y después que las reservas enemigas se hayan agregado al combate, lo cual pone en evidencia la incapacidad para romper estas posiciones defensivas. En las primeras semanas del ataque ruso se produjo este supuesto teórico en el campo de batalla y Ucrania siguió estas reglas básicas de la contraofensiva al pie de la letra. El éxito no se hizo esperar. Rusia ha estado desde entonces batiéndose en retirada con operaciones más punitivas que estratégicas.

Agotada la reserva rusa la recluta de nuevos contingentes que, en gran número se niegan a combatir, es una grave indicación de una moral muy baja en las filas rusas, una pesadilla para cualquier comandante.

El Belfer Center for Science and International Affairs de la Universidad de Harvard publicó en 2004 un estudio sobre la teoría de la ofensiva/defensiva. En sus errados cálculos Putin pensó que su débil ofensiva era suficiente. El balance entre la ofensiva y la defensiva depende de la geografía, la tecnología, otros factores y números. Esta teoría y el cuerpo de teorías relacionadas con el balance entre las operaciones ofensivas y las defensivas han generado mucho debate e investigación y tienen que ver con el dilema de seguridad.

El «dilema de seguridad»  

En las relaciones internacionales el dilema de seguridad surge cuando el incremento de las fuerzas militares de un Estado lleva a otros estados a temer por su propia seguridad. El dilema de seguridad es particularmente tenso en situaciones en las que es difícil distinguir entre armas ofensivas y defensivas.

En el obituario que hace la Universidad de Columbia sobre Robert Jervis (murió de cáncer en diciembre de 2021) lo señala como uno de los más prominentes politólogos de Estados Unidos y lo refiere como un intelectual «con una productividad legendaria y logros profesionales y académicos demasiado vastos para resumirlos». Su brillante teoría sobre el dilema de seguridad es destacada en la literatura de la seguridad internacional. Para Jervis «la ausencia de un orden global no solo permite que ocurran guerras, sino que dificulta que los estados que están satisfechos con sus statu quo lleguen a objetivos de interés común». Esto se conoce como el dilema de seguridad cuando estados que quieren mejorar su posición de seguridad encuentran que el incremento defensivo de otros estados deviene en una amenaza.

Para desarrollar su teoría Jervis utiliza cuatro escenarios que describen la intensidad del dilema de seguridad:

a)  Cuando el comportamiento ofensivo y defensivo son indistinguibles, pero la ofensiva tiene una ventaja.

b)  Cuando el comportamiento ofensivo y defensivo son indistinguibles, pero la defensiva tiene una ventaja.

c)  Cuando el comportamiento ofensivo y defensivo son distinguibles, pero la ofensiva tiene una ventaja.

d)  Cuando el comportamiento ofensivo y defensivo son distinguibles, pero la defensiva tiene una ventaja.

Esta teoría la complementa Jervis con el modelo espiral que presupone que los estados se temen y desconfían unos de otros. El modelo de disuasión se basa en la presunción de que los estados son ambiciosos de poder. Para Jervis, las capacidades técnicas de un estado y su posición geográfica son dos factores esenciales para decidir si la acción ofensiva o defensiva es ventajosa. El nivel estratégico de los factores técnicos y geográficos favorecen más al defensor. La teoría ha sido útil en el análisis de política exterior, en la práctica de las relaciones internacionales y para explicar cuestiones teóricas en las guerras étnicas y civiles, así como predecir las relaciones políticas de Europa después de la Guerra Fría.

La regla 3-1 del combate terrestre es un aforismo militar en la investigación de operaciones que establece que una fuerza atacante debe tener una ventaja de 3 a 1 sobre una fuerza defensora para tener éxito. La razón por la que la fuerza de ataque debe ser tan superior es para reemplazar las grandes pérdidas que ocurren al asaltar posiciones fortificadas.  Una fuerza de ataque más pequeña a menudo asume un riesgo mucho mayor al no tener suficientes soldados para crear y explotar una brecha; En general la elección del terreno, el nivel de preparación, la distancia al reabastecimiento, la distancia a los refuerzos y la ventaja moral están del lado del defensor. Así ha sido en la confrontación Rusia/Ucrania.

El politólogo Stephen Van Evera del MIT estudió en 1998 muchas de las causas de una guerra. Van Evera sostiene que cuando la conquista es difícil, los estados son disuadidos por el temor de que la victoria resulte muy costosa o inalcanzable. Cuando la conquista luce fácil, la agresión es más probable. Los agresores también pueden moverse con menos miedo a las represalias porque ganan más con sus guerras decisivas, dejando a sus víctimas menos capaces de tomar represalias. De esta manera, estados agresores son disuadidos de atacar si la defensa es muy fuerte. En todos estos factores los cálculos de Putin fueron equivocados y las consecuencias serán desastrosas. Rusia puede sufrir una debacle.

El conflicto en el este de Ucrania comenzó en abril de 2014 con combates de bajo nivel entre el ejército ucranio y los rebeldes separatistas respaldados por Rusia que se apoderaron de algunas ciudades, predominantemente de etnia rusa. Desde entonces, OTAN y Estados Unidos entrenaban y preparan a los soldados ucranios para la eventualidad del ataque ruso. En estos casos, para algunos estrategas, con una fuerza advertida y preparada, la relación ofensiva/defensiva debería ser 5:1. La fuerza de ataque de Putin fue de unos 300.000 y la defensiva de Ucrania de unos 270.000. El politólogo Jack Levy de la Universidad de Texas, en su estudio The Offensive/Defensive Balance of Military Technology: A Theoretical and Historical Analysis sostiene que «la probabilidad de una guerra aumenta como resultado de una percepción errónea de la ventaja ofensiva». Entre los muchos errores de Putin, este fue uno de los más graves.

Con un contingente de soldados insuficientes para defender los territorios ocupados y las dificultades para reclutar nuevos contingentes las perspectivas de Rusia son serias. Si estas condiciones prevalecen y no ocurre un imponderable que favorezca a Rusia, la victoria de Ucrania es inminente.

Rusia entonces quedará a merced del inmenso poder reforzado de la OTAN, Estados Unidos y Europa. Un escenario perturbador para China.

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