Por Equipo editorial

Recientemente el Ejecutivo Nacional realizó un aumento salarial a los docentes tanto adscritos al Ministerio de Educación, incluyendo los educadores estadales y municipales, así como a los profesores universitarios.

En tal sentido, la media de los educadores quedó entre 120 dólares hasta unos 200 dólares para aquellos pertenecientes a los niveles básicos y de bachillerato, mientras que continúa un rezago para los educadores de las universidades, lo cual genera un desequilibrio que debe ser ponderado en lo inmediato, máxime cuando precisamente, se debe fortalecer la educación en los términos de la profesionalización desde los niveles técnicos, pregrado, así como posgrado.

En la misma medida, los beneficios socio económicos de los educadores tienen que ser recuperados en virtud que con la hiperinflación, estos también fueron afectados de manera considerable y eliminados de cualquier espacio presupuestario, en mayor medida en los centros universitarios.

Si bien, hay un reconocimiento implícito que el Ejecutivo realiza al tratar de aumentar el salario, cuando menos hasta los niveles de la canasta alimentaria, este sigue siendo insuficiente para cubrir las necesidades básicas no sólo en relación con la sobrevivencia humana, sino que en la realidad los actuales ingresos no garantizan, por ejemplo, que el derecho a la salud pueda ser atendido ante cualquier circunstancia biológica, no sólo en atención médica, sino en medicamentos y hasta hospitalización.

Los educadores son la columna vertebral de la educación en su praxis social, y son ellos quienes generan las acciones prepositivas sobre la niñez, adolescencia y juventud para la conformación y el desarrollo de una sociedad próspera, pujante y en constante crecimiento y bienestar de la población, razón por la cual, bien señalaba Bolívar que «moral y luces son nuestra primeras necesidades», dentro del contexto que «un ser sin estudios es un ser incompleto».

Venezuela requiere con urgencia un proceso de recomposición en todos los niveles de la educación, así como replantear el calendario escolar, los distintos parámetros y niveles de estudio, y las unidades curriculares, junto con el tiempo de curso de las actuales y nuevas carreras en las universidades.

Hay que seguir mejorando las condiciones salariales de los educadores, y comprender que la reinstitucionalización de la educación tiene que ser de forma general, razón por la cual, mientras no exista una atención prioritaria en el plano del conocimiento, más lenta y distante será la recuperación real del país.

Es indispensable que el Ejecutivo genere un conjunto de decisiones que apunten hacia la reconstrucción de la infraestructura educativa, la multiplicación del presupuesto ordinario, y la deconstrucción pedagógica para que exista un equilibro sobre el bienestar de toda la sociedad. Hay que seguir mejorando los ingresos reales de las maestras y profesorado en general, y hay que apuntar a tener dignos centros educativos. Solo así será posible ir hacia un futuro distinto para los venezolanos.

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