El de Rawson Marshall Thurber es un cine de género por la calle del medio, sin otro interés que pagar las cuentas de la burocracia de Hollywood, con filmes de plantilla que calzan en los gustos de la clase media universal.

Red Notice expone la destreza del director para contar historias clásicas, dotándolas de un ligero refrescamiento digital y conceptual, en el sentido de imbricar múltiples tendencias del mainstream, como la comedia coral, la buddy movie, el thriller, la road movie y la trama de espías, algunas fórmulas que ha revistado, con desigual fortuna.

Hasta la fecha no ha conseguido rodar una cinta de prestigio que lo catapulte al Oscar o que le brinde la oportunidad de ubicarse en la lista VIP de los nuevos artesanos de la meca.

De formación e inspiración publicitaria, Rawson Marshall Thurber realiza encargos, de forma discreta y ocurrente, acumulando títulos que se consumen con distancia irónica y que le permiten ir ascendiendo de a poco en la competida liga del sistema de estrellas.

Es un misterio si aspira a quedarse ahí por siempre, complaciendo peticiones en labores de mercenario, o si algún día lo veremos ganarse un premio de la academia, cual evolución de un sorpresivo Peter Farrely, quien lo supera con creces antes y después de Green Book.

Puede que en cintas como Dodgeball, Quiénes son los Millers y Central Intelligence se perfile lo mejor de su obra pasajera al servicio de la meca. Son películas de domingo que en mi época pasaban directo al video, que se consumían y olvidaban en la cartelera de verano, que ocupaban la barra reductora y aplanadora del entretenimiento puro y duro.

Hoy, con los cambios estratégicos y profilácticos de la pandemia, las “movies” de Rawson Marshall Thurber se cuecen al calor de la parrilla de la plataforma de streaming, con el interés de satisfacer a una demanda insaciable de “contenido” indiscriminado, que conserva unas expectativas bastante bajas en resolución dramática.

Así, Red Notice pertenece a una oferta estandariza por Netflix, donde importa más el tamaño y el efecto del empaque, que las virtudes narrativas de un típico guion de la televisión de alto presupuesto que sofisticó la escuela noventera de Michael Bay, fusionando innumerables clichés a través de una estética cínica, que posa de inocente, de mirada posmoderna y canchera.

Tres bribones van no tras una esmeralda perdida, sino de unos tesoros del antiguo Egipto, repartidos por el mundo. Unas reliquias de Cleopatra.

Estamos en el terreno de la heist movie, de la película de atracos, siguiendo la imagen carismática de los influencers mediáticos de La Roca, Gal Gadot y Ryan Reynolds, cada uno encasillado en su papel de costumbre, por más que hagan el esfuerzo de disfrazar su camelo comercial.

Sin duda, ellos hacen el trámite soportable de principio a fin, formando un reparto de polos opuestos que se atraen y dividen, por el poder de un jugoso botín.

Ryan garantiza chistes de Deadpoll, The Rock se cae a trompadas con todos, Gal Gadot interpreta a una chica Bond de armas tomar y traiciones dobles.

En los ochenta, algún crítico avispado le dedicaría una reseña elogiosa, por su inventiva a la hora de reciclar argumentos de explotación de la serie b, de una manera sofisticada, pirotécnica y publicitaria.

En la actualidad, después de genialidades como Indiana Jones y La Momia, Red Notice nos enciende la alarma roja de Rottentomatoes, al indicarnos que la intención de rescatar el espíritu de la aventura etnocéntrica ya no causa la menor gracia, saldándose como una especie de episodio largo de Casa de papel y Lupin, con el look retro de un afiche que funcionó y fue noticia en una etapa superada por la hegemonía de Marvel y DC en la taquilla.

Último fallido intento por forzarla con una vuelta a Cazadores del Arca Perdida y el parque temático de la Disney, luego del alcance limitado de Jungle Cruise.

La Roca debe tomarse un break, salir de su zona de confort, o corre el riesgo de devaluarse, conforme presta el físico a una acción virtualmente extinguida.

Carne de cañón de las frambuesas de oro.

Uno de los deep fake a los que nos acostumbra la programación de Netflix, pujando por vencer nuestro sueño.

 


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