Coroto, por Julio Pacheco Rivas

Entre tragedia y tragedia, entre comedia y comedia, en el correveidile de estos violentos días con sus noches llenas de insomnio y espanto, de tantas acciones forzadas y despedidas obligadas, de estas pandemias que parecieran imparables, el teatro ha seguido iluminando desde sus candiles.

Así como la poesía, como la música y las otras disciplinas artísticas, los seres humanos hemos seguido apelando a esos medios de encuentro y expansión ¡así sea por Internet! como aire propicio para respirar y continuar las faenas cotidianas, en el duro oficio de ser venezolanos, de ser humanos.

Para comentar solamente parte de lo ocurrido en Venezuela, hace pocos meses, la Maestría en Gestión y Políticas Culturales de nuestra UCV organizó la Segunda Serie Internacional de Conferencias sobre Políticas Públicas Culturales, celebrando los 300 años de nuestra Casa que vence las sombras; la excelentísima Embajada de Francia en Venezuela, junto a la Alianza Francesa de Caracas, la Alcaldía de Chacao y el Centro de Creación Artística TET, organizaron el 1° Festival Franco Venezolano de Artes Escénicas; el Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles convocó una multitudinaria reunión de músicos para batir el récord Guinness con la orquesta más grande del mundo. El inventario jubiloso podría extenderse. Estos hechos, tomados a manera de ejemplos, nos hablan de resiliencia, capacidad de adaptación, fecundidad del sentido humano, con lo que no todo está perdido.

Desde el teatro, para todas y todos quienes -tanto en Venezuela como en la aldea global- mantienen viva la llama de lo humano y sus emociones, vaya esta especie de oración por todas y todos:

Estas insistencias por las apariencias; estas continúas ganas de vibrar como un animal milenario al que no se le acaba la vida; estos impulsos de sudor, sangre, otros tantos flujos y cosas locas y cosas muy cuerdas; estas palabras, joyas prestadas que engastamos cada noche en el temblor y la perplejidad; este templo de voces, de imágenes viejas y renovadas; estos empeños de loco en este arte de birlibirloque donde todo cabe y todo vive; estos espectros danzando al lado, agitando las manos, acariciando; estos tapujos y estas liberaciones vueltas pájaros; estas vestiduras envolviendo gentilezas, vilezas, huesos, materia pronta a estallar; estos enlaces y estas imágenes provocando insomnios y duermevelas; estas ganas de volar atravesando las paredes; estas determinaciones conducidas por la tenacidad; estos gestos, estas máscaras, estas personas; naciendo y creciendo; naciendo y creciendo; naciendo y creciendo; estas libaciones y estas degustaciones para paladares vivos, profundos, de damas y caballeros dragones… Ya no nos vamos; ya no nos iremos más nunca; ya estamos engarzados; con gasas tenues; sin gasas. Estamos. Somos. Una y otras, uno y otros…


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