El acceso a la información es rápido, variado y altamente digerible para quien sabe buscar. Ello confiere de suma importancia el trabajo de evaluar cuáles temáticas o actividades generan aprendizajes significativos, y hasta qué punto sólo percibimos superficialidad. Si es positiva y novedosa, ninguna experiencia cognoscitiva que se publique puede ser menospreciada. Quienes laboran en el campo de la educación, día tras día tendrán que asumir el reto de seleccionar conocimientos que sean útiles para instruir a los individuos. Entendámoslo proceso de enseñanza-aprendizaje.

Los constantes estudios del cerebro, en humanos e irracionales, revelan que someterse a actividades novedosas moldea tanto funcional como estructuralmente el cerebro. Esto es relevante, porque nos motiva a exponernos constantemente a actividades y entornos estimulantes para desarrollar competencias y generar habilidades nuevas.

Algunos ejemplos de estos estudios son: análisis de la zona parietal inferior izquierda, también llamada zona de talento del lenguaje, donde se observan diferencias entre individuos mono lingüistas y poli lingüistas. Asociados al desarrollo de receptores fonológicos, mejoramiento en funciones mnemotécnicas y atencionales, entre otros (Della Rosa et al., 2013). Otros estudios en animales exhiben cambios estructurales zona dendrítica apical del cerebelo, asociados a eventos psiconeurales desencadenantes de mejoras en habilidades motoras (González-Tapia et al., 2017).

En la era de la instantaneidad, someterse a procesos de aprendizaje produce cambios en nuestro cerebro que se traducirán en transformaciones del sistema de procesamiento de la información y sus respuestas, ante las demandas y exigencias de la vida. Se verá reflejado en actos cotidianos y desempeño profesional o diversos oficios. En contraste con la desacertada creencia que fija límites al aprendizaje, un cerebro sano siempre buscará formas de adaptarse a las nuevas demandas del entorno, y hallará soluciones, en tanto se reinventa en el proceso.

Las naciones persistirán en su  búsqueda inefable por mejorar las condiciones de existencia de grupos de cada individuo y la sociedad, en general, sin menospreciar la riqueza que la pluralidad ofrece, desde toda perspectiva, incluyendo la formación. Cada persona elije el aprendizaje que se ajusta a sus necesidades, anhelos, aspiraciones y, sobre la base de la educación como derecho humano, conocerá qué pensaron o dedujeron mujeres u hombres ilustres, las repercusiones de sus ideas en el ámbito del aprendizaje. Luego podrá impulsar, creativamente, políticas y actividades recreativas o culturales que desencadenarán cambios socio conductuales paulatinamente.

Gobernantes, líderes y personas de impacto, cuyas decisiones producen diferencias significativas en el colectivo, están compelidos ser más o menos intelectuales, procurar rodearse de individuos que estén en búsqueda de nuevas experiencias de aprendizaje. Aunque esto pueda generar períodos de incomodidad, posteriormente el cerebro se adaptará y aumentará la eficiencia de cada razonamiento conforme a prioridades. Sin embargo, actualmente se perciben modelos individuales de influencia cuyas conductas y actividades (en su mayoría) no son un ejemplo positivo a seguir, ante cuyo potencial impacto negativo es necesario estar alertas.

Menos exhibición de pensamientos transformadores, y más sometimiento de voluntades a procesos de aprendizajes, es la retórica que cambiaría significativamente nuestros pueblos tan capaces como valiosos.

 


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