Foto VOA

La peculiar circunstancia de haber vivido este 29 de febrero a medianoche un apagón de luz eléctrica en Baruta provocó un tropel de ideas, premoniciones, augurios, que nos conducían ineluctablemente a un cierto grado de desesperación. Nuestra febril mente se preguntaba ¿es una falla técnica más? O, por el contrario, el presagio de episodios de violencia, de lucha de clases que pudieran desatarse entre sectores aparentemente opuestos de nuestra sociedad caraqueña, tal como intentan promover algunos liderazgos políticos. Como todo tropiezo trae consecuencias, esta circunstancia nos condujo a sopesar y valorar ciertos argumentos que sería muy útil compartir.

Siguiendo las magníficas enseñanzas de Niall Ferguson, en su extraordinario texto Civilización, Occidente y el resto tratemos de extraer del apagón algunas enseñanzas. Lo primero es intentar entender que el apagón no obedecía a una posible lucha de opuestos. El este de Caracas y el oeste son componentes de una misma ciudad que debemos imperiosamente tratar de armonizar. El apagón no nace de una oposición política sino de la irresponsabilidad de los que pretenden conducir la sociedad al margen de todo criterio de eficiencia y respeto a quienes sirven.

Buscando respuestas a estos temas que nos inquietan leamos a Niall Ferguson quien menciona seis elementos que aclaran un panorama que en lugar de lucha y conflictos debería ser de complementariedad.

1. La competencia. En sus palabras habla curiosamente de descentralización como uno de los factores que contribuyen a la expansión del bienestar y del crecimiento de algunos pueblos y lugares en el mundo. La descentralización es un elemento clave en la modelación de la vida política. No es un simple afán administrativo o el ejercicio burdo de quienes concentran el poder, es todo lo contrario, la posibilidad de armonizar y valorizar los bagajes naturales, culturales y sociales que posee cada espacio que entre todos contribuye a una participación social de calidad. En términos sencillos la descentralización sería una armoniosa redistribución del poder que permite que cada quien aporte y desarrolle aquello con lo cual ha sido distinguido territorialmente. Por supuesto, el opuesto de la descentralización es la concentración, un inequitativo proceso de amalgamar en un punto geográfico los instrumentos de bienestar y convertir al resto en simples aportantes con mínima o nula posibilidad de participación. Hoy podemos reconocer la inmensa labor que se realizó desde la Copre (Comisión Presidencial para la Reforma del Estado) en pro de la descentralización, tarea de la cual han surgido los más importantes logros políticos del país en los últimos años, entre otros la posibilidad del ciudadano de elegir a sus gobernadores y alcaldes.

2. Un segundo aspecto que menciona Ferguson es la ciencia. Hoy hemos avanzado sobre un concepto que se difunde en el mundo como clave de bienestar, centrada en la sobrevalorización del concepto “STEM” un acrónimo que significa el poder irrebatible de la S: Ciencia,  todo aquel agregado obtenido por la vía de la razón, T: Tecnología. Los modos infinitos de combinar, interpretar y lograr resultados con el solo uso de la razón descubrir caminos creativos .E, Ingeniería como el arte práctico y razonables de alcanzar resultados, inventar, solucionar basándose en el conocimiento que se derivan del último componente: M: las matemáticas ese mundo infinito de cálculos, combinaciones y creaciones que proporciona la fértil mente humana y que aun prevalece en algunas mentes y regiones. La educación STEM promueve la integración y el desarrollo de las materias científico-técnicas en un único marco interdisciplinar. Plantea un enfoque didáctico que tiene como objetivo garantizar la transversalidad del proceso de enseñanza-aprendizaje a través de disciplinas que se consideran imprescindibles para el desarrollo integral de los individuos en el contexto local y global actual: esto es ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Sin embargo, y quizás el avance más espectacular sobre el cual se comienza hablar, discutir, indagar, hoy es el nuevo campo de nuestras sensibilidades emocionales, quizás repitiendo a Hamlet, “Ser o no  ser. Esa es la cuestión. ¿Qué es más noble? ¿Permanecer impasible ante los avatares de una fortuna adversa o afrontar los peligros de un turbulento mar y, desafiándolos, terminar con todo de una vez? no soy más que un inmenso manojo de nervios, emociones y sensaciones”. En este último campo que podríamos llamar el campo del corazón, se comienza en estas nuevas décadas a buscar, curiosamente al corazón que solo lo teníamos como un indicador de vida física y biológica, partiendo de la consideración de nuevos centros de conocimiento humano como la más poderosa antena que nos comunica con el mundo, un artilugio que nos hace, amar, odiar, decidir, escoger rutas muchas veces incomprensibles desde el campo puro de la razón. En las últimas décadas se abre paso una nueva visión al lado del STEM. Con una particularidad que la razón puede ser potenciada, magnificada con máquinas, con la prodigiosa IA, la inteligencia artificial como nueva visión cosmogónica, pero la inteligencia del corazón no puede ser suplida por máquinas o tecnología, la inteligencia del corazón nos hace amar, preferir, detestar, casi sin remedio. Solo amamos lo que decide nuestro corazón como antena de sensibilidad humana.

3. Un tercer elemento que menciona Ferguson es “el derecho de propiedad”. Es el momento de preguntarnos en esta Venezuela que ha sido agitada políticamente por este concepto, qué significa, encubre, integra el derecho de propiedad como un atributo que solo le es dado al ser humano en el planeta tierra. Para entenderlo debemos permitir que se expanda en toda su extensión. El derecho de propiedad como condición humana comienza por integrar el derecho sobre nuestras vidas. Se trata de la imposibilidad de arrebatar la propiedad de su vida a cada ser humano. En él surgen las decisiones, el camino todo resumido en una noción muy coherente: El proyecto de vida. Un alto en el camino que siempre nos lleva a preguntarnos por el sentido de la vida, para qué y por qué existimos en palabras de Albert Camus es juzgar si la vida vale o no la pena vivirla, es responder a la pregunta fundamental de la filosofía: ¿qué sentido tiene nuestra existencia? En este artículo, valoramos esta cuestión desde la perspectiva de Viktor Frankl.

El sentido de la vida según Viktor Frankl está en hallar un propósito, en asumir una responsabilidad para con nosotros mismos y para el propio ser humano. Así, teniendo claro un «por qué» podremos hacer frente a todos los «cómo»; solo sintiéndonos libres y seguros del objetivo que nos motiva, seremos capaces de generar cambios para crear una realidad mucho más noble. El componente fundamental del derecho de propiedad es nuestra propia vida, nos batimos permanentemente con la injusticia, con quien pretende arrebatarnos nuestra libertad de vivir nuestro proyecto de vida. En un atributo que sustenta lo que se llama la propiedad de nuestros bienes, aquellos que producimos con nuestro esfuerzo y al final el derecho de propiedad como referencia directa a la libertad de decidir sobre nuestras decisiones. Ferguson nos recuerda el imperio de la ley como medio de protegernos y la posibilidad única de armonizarnos.” Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino” Víctor   Frankl.

Según John Locke, los seres humanos están por naturaleza en un «estado de libertad perfecta para ordenar sus acciones, y disponer de sus posesiones y personas como crean conveniente, con los límites de Ia ley natural, sin pedir autorización o depender de Ia voluntad de otro hombre. Un estado de igualdad, en el que todo poder y jurisdicción es recíproco»

4. La medicina. Una rama de la ciencia sobre la cual la humanidad ha volcado grandes esfuerzos se trata de conservar nuestra potencialidad física para tener el privilegio de participar como entes creativos en la edificación cultural de nuestras sociedades, es prolongar en condiciones optimas nuestra esperanza de vida. Un gran esfuerzo de la medicina occidental hoy alimentada por conocimientos de otras civilizaciones donde se valora equilibradamente lo físico y lo espiritual. “

5. La sociedad de consumo. Un producto neto de la revolución industrial conectado con la visión institucional del concepto de “mercado” que se convierte en un fundamento para la relación pacífica entre sociedades. El mercado con su esencia de relación comercial es el gran salto de la humanidad de la guerra a la paz. El consumo como expresión de preferencias humanas solo puede coexistir entre sociedades libres, que reconocen a los otros como creadores de bienes, objetos que requieren y aprecian. En realidad, el comercio libre, en paz, es el inicio de la civilización occidental, una relación que permite vincular a hombres y sociedad libres a través de sus esfuerzos creativos. Es la profunda relación de la sociedad de consumo y del mercado aquel escenario donde la persona puede elegir, decidí sin violencia y en paz o también, “El mercado aquel sitio donde mi enemigo puede ser mi amigo”.

6. La ética del trabajo. Según Ferguson “los occidentales fueron el primer pueblo del mundo que combinó un trabajo más extensivo e intensivo con mayores tasas de ahorro permitiendo una acumulación de capital sostenida”. Parte de las crisis latinoamericanas se derivan de la renuencia a aceptar la ética del trabajo como la condición necesaria para avanzar a niveles de mayor calidad de vida. Hemos tardado décadas en nuestros países para entender que el núcleo del conflicto está en la plena conciencia de nuestra capacidad de asumir la ética del trabajo como base de la construcción social, aquello que es posible aportar por cada uno en un contexto en el cual el comercio y el mercado en libertad son productos de la responsabilidad individual y no el efecto del despojo de unos por otros y de la sumisión a conceptos políticos centrados en la guerra y en  la lucha de clase como motor de la historia. Un camino para construir estados y organizaciones políticas que nos apartan de nuestra responsabilidad individual como ciudadanos y pregonan el conflicto como única alternativa para las grandes mayorías. Todas las sociedades del mundo socialista que han emprendido este camino han fracasado y empobrecido a sus ciudadanos. Incluso un país como Rusia se confiesa hoy como una sociedad que avanza hacia la constitución de una economía de mercado, mientras Cuba se hunde en la miseria anticapitalista.

Podemos intentar cerrar con una cita de Ferguson. “La civilización no durará, la libertad no sobrevivirá, la paz no se mantendrá, a menos que una inmensa mayoría de la humanidad se una para defenderla  y para mostrar que se halla dotada de un poder que infunda temor a las fuerzas bárbaras y atávicas que pregonan la raíz de la pobreza en el despojo, en el dominio político y no en la capacidad humana de transformar al mundo con su poder de crear, construir y trabajar, una posibilidad única del ser humano en este planeta”.

Curiosamente, el apagón de Baruta nos vinculó a las reflexiones de estos pensadores en búsqueda de un mundo mejor.


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