Todo nuestro mundo está inmerso y luchando contra la pandemia del covid-19. Nos condiciona nuestra vida, hábitos, salud, política, sociedad y hasta nuestra libertad. Se ha transformado en un tema universal, complejo y omnipresente que debemos analizar desde todos los puntos posibles por lo que debo hacer una lista exhaustiva, aunque seguramente incompleta.

– La prioridad máxima es la superación de la pandemia, el cuidado de los enfermos, evitar los fallecimientos, pero sin olvidar en ningún caso las necesidades de toda la sociedad, los enfermos de otras enfermedades, nuestros ancianos, la sociedad, sus problemas de siempre, y los añadidos ahora, el desenvolvimiento económico del mundo, el mantenimiento de la libertad, la democracia y los derechos humanos.

– Para actuar contra una pandemia y más si es como esta de rápida transmisión, de consecuencias letales en una parte significativa de los infectados, es fundamental conocer la prevalencia epidemiológica, es decir, el porcentaje con respecto al total de la población, de fallecidos, enfermos graves, enfermos menos graves y leves, asintomáticos, enfermos que han padecido levemente la enfermedad, pero la han confundido con otra como una gripe común y los que son inmunes. Esto se consigue con una encuesta de prevalencia con un importante tamaño muestral de decenas de miles de entrevistas, además de realizar el test del covid-19 y otros análisis clínicos complementarios, para estudiar posibles correlaciones simples y múltiples.

– Las medidas de los distintos estados de alarma, cuarentena, excepción y otras similares solo se deben aplicar para la lucha contra la pandemia, en ningún caso para limitar las libertades, la democracia plena y los derechos humanos. Los sistemas de controles democráticos como los parlamentarios, los derechos de crítica, de libertad de expresión y la transparencia deben ser mayores que en condiciones habituales.

– No es posible pensar que con toda la industria del mundo, mucha de ella ociosa por la pandemia no se pueda conseguir fabricar los productos necesarios para el cuidado urgente de la sociedad, enfermos del covid-19, médicos y personal sanitario, como es el caso de mascarillas, máscaras quirúrgicas, equipos de protección personal (EPP) para la atención de pacientes, ventiladores mecánicos o respiradores, todos los elementos necesarios para todas las unidades de cuidados intensivos que fueran necesarias, todos los tipos de test y cuantos elementos fueran precisos. Si todavía no se tienen que se fabriquen de inmediato. No es justificable que mueran personas por la falta de cualquier material cuando estamos entrando en el sexto mes de la pandemia.

– La pandemia solo se puede considerar controlada cuando se encuentre la vacuna y se pueda aplicar de forma masiva, mientras tanto hay que encontrar los medicamentos antivirales para paliar los efectos de la enfermedad y su cura lo más rápido y eficiente posible. Hay en la actualidad 70 laboratorios en el mundo, los mejores equipados y preparados, trabajando a la máxima velocidad en la consecución de la vacuna, tres de ellos ya están haciendo pruebas clínicas en humanos. También los antivirales están avanzando y algunos están, como el caso de Remdesivir que lo están aplicando en Chicago, Estados Unidos, a pacientes con covid-19 como prueba clínica con aparentes buenos resultados y al parecer rápidas recuperaciones, de hecho, en estos días ya se está suministrando a enfermos. Hay otros laboratorios y centros de investigación que trabajan en más de 150 medicamentos diferentes, en la mayoría de los casos sobre fármacos ya existentes y pruebas consistentes en utilizar la sangre de pacientes recuperados para la búsqueda de tratamientos. El Reino Unido tiene un ensayo de medicamento denominado Recuperación en el que están participando 5.000 pacientes. Según calculan los laboratorios y la comunidad científica mundial, los antivirales u otros medicamentos a utilizar podrían estar listos dentro de dos o tres meses y las vacunas podrían hacerse esperar por lo menos hasta comienzos del próximo año 2021.

Estos laboratorios deben contar con el apoyo del mundo entero y el producto eficaz que se consiga, ya sea medicamento o vacuna, deben ser producidos mundialmente y comercializados a precio mínimo para su uso universal e indiscriminado.

Mariano Barbacid, eminente bioquímico español, pide, con razón, “la apertura inmediata de todos los centros de investigaciones biomédicas para colaborar en la lucha contra el covid-19, todos los centros mencionados tienen test PCR”, reacción en cadena de la polimerasa, que sirve para detectar a personas infectadas por el covid-19.

– Es difícil luchar contra un enemigo como el covid-19 sin saber dónde está. Para controlarlo tenemos que conocer su fuerza, eso lo podemos conseguir a través del estudio de prevalencia epidemiológica, pero además necesitamos saber quién lo tiene, quién es inmune, quien es inmune porque ya lo ha tenido y ha desarrollado anticuerpos, si es que es segura la inmunidad de quien ha superado la enfermedad. Eso se puede conocer con la aplicación masiva de test del covid-19. Hay que fabricar test a la máxima velocidad posible y aplicarlos y gestionarlos de forma organizada e inteligente.

– Hay que adaptar espacios públicos disponibles para instalar hospitales complementarios y unidades de cuidados intensivos, tantas cuantas sean necesarias.

– Es imprescindible la prevención y la investigación, es inexplicable que la humanidad que ha sufrido 20 grandes pandemias en los últimos 2.500 años siga sin estar preparada en cada una de ellas. Tenemos medios para estar preparados, esta falta de prevención no puede volver a ocurrir nunca más. Si hubiésemos estado prevenidos, hubiéramos tomado medidas, casi nada de lo que está ocurriendo hubiese pasado y cualquier consecuencia hubiese sido limitada y fácilmente controlable.

– La pandemia del covid-19 ha generado un destrozo y un daño terrible al mundo, en todos los países habiendo afectado a los 7.700 millones de habitantes con sufrimiento, enfermedad a veces letal, inseguridad, cambios de hábitos sociales y personales y posibles daños económicos con consecuencias difíciles de predecir. Todo ello ha sido consecuencia de la mala gestión del mundo y sus gestores.

No hemos sido capaces de generar estructuras mundiales democráticas con competencias. No son democráticas, tampoco tienen medios suficientes para gestionar ni la pandemia ni siquiera otros problemas graves de la sociedad mundial, ni por supuesto los temas de salud mundial. Tampoco está clara la limpieza de intereses mundiales en la solución de los problemas universales, prevalecen intereses de países concretos, rivalidades internacionales, conflictos de otros tipos y actuaciones corruptas.

A este nivel los problemas, errores, intereses y responsabilidades son excesivos. Entre ellos en lo concreto, máxima responsabilidad de los dirigentes chinos probablemente en el origen de la pandemia, en la falta de prevención y actuación frente a prácticas alimenticias poco salubres, en la falta total de transparencia e información oportuna sobre el inicio de la pandemia, muy probablemente mucha de la información que actualmente están dando no sea verdad y estén engañando y ocultando información y datos. Hay que investigar la actuación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la de su director general Tedros Adhanom Ghebreyesus en la gestión de la pandemia y la posible connivencia con los dirigentes chinos.

– El comportamiento en general de la población general en el desarrollo de la pandemia y con las medidas restrictivas de la libertad ha sido excepcionalmente responsable, maduro, colaborador y disciplinado, igual que el comportamiento ejemplar y casi heroico del personal sanitario, policía, ejército, empleados de supermercados, bancos, farmacias y de servicios esenciales que están arriesgando su salud y su vida por el servicio a la población. Eso no quiere decir que no haya algunas personas, grupos minoritarios, que no cumplan las normas.

– Peor calificativo se merecen gran parte de dirigentes de países que actúan de forma autoritaria, aplicando los distintos estados de alarma, excepción, toque de queda, de confinamiento o cuarentena para subrogarse poder de otro tipo, sin que guarden relación con la pandemia ni sean necesarios para su lucha.

– Los dirigentes políticos ejecutivos deben ser los primeros en dar ejemplo con el cumplimiento de las normas, no deben regañar a la población. Deben buscar el consenso con el resto de las fuerzas posibles y fundamentalmente con la oposición. Deben pedir colaboración a todos en la medida que ellos lo hacen, pero nunca deben criticar a los demás cuando ellos piden apoyo incondicional y en la mayoría de los casos se lo dan.

– No deben imponer ninguna medida contra la libertad, el funcionamiento democrático de los derechos humanos más allá del necesario cumplimiento de un conjunto de normas estructuralmente vinculadas a la lucha del covid-19. Suspender todos los temas de índole político que generan tensión a la población y no sean producto del máximo consenso y que nada tengan que ver con la pandemia ni sean urgentes.

– Abandonar al menos durante la pandemia todos los temas políticos que sean divisionistas es decir controversias político sociales que con excusas ideológicas tratan de enfrentar a medio país con el otro medio, mucho menos temas de cambio estructurales, constitución, grandes leyes, cuestiones que impliquen a los otros poderes distintos al Ejecutivo como son el Legislativo y el Judicial.

– No intentar acaparar los medios de comunicación, mucho menos coaccionarles o, aprovechando su especial crisis económica, agravada por el covid-19, comprarles con subvenciones y publicidad, hacerlo de manera discriminada por intereses ideológicos o de otro tipo del gobierno.

– Los populistas, los seudopopulistas y los nacionalistas son muy dados a mentir y ocultar información. La mentira, la ocultación y la falta de transparencia deben ser siempre perseguidas, denunciadas y castigadas y más en situaciones de especial debilidad como la actual por la pandemia.

– La libertad de expresión es inviolable y más en los momentos difíciles. Intentar influir políticamente a la sociedad aprovechándose de la pandemia es antidemocrático y autoritario, más grave es la coacción social y la utilización de técnicas de espionaje nuevas. No es admisible el espionaje digital sin el consentimiento personal, sea para la gestión de la lucha contra la pandemia o mucho menos para perseguir y coaccionar supuestos fabricadores o transmisores de mensajes inadecuados o falsos.

– Es cierto que el mundo digital está lleno de noticias falsas, fake news, posverdades, memes, contenidos dudosos incluso falsos, de acoso y escarnio de determinadas personas realizadas muchas veces desde identidades falsas e inexistentes, a veces desde bots, que son robots ordenadores automatizados manejando identidades inexistentes. Este mecanismo es utilizado a nivel mundial y se utilizan ordenadores de otros países que incluso viajan por tres o cuatro países antes de llegar al país destinatario en tiempo real cero. Es un tema que hay que estudiar y sin duda legislar, pero nunca se debe utilizar para atacar a los que no opinan como tú cuando a la vez tú estás utilizando estos mecanismos. Sirva como ejemplo España, donde el gobierno ha contratado a una empresa para controlar determinados WhatsApp y a la vez, parte de sus cuentas en redes sociales están alimentadas con comentarios positivos por bots, identidades falsas. Dado que su actividad es mundial se debe legislar a nivel mundial pero no en periodos complejos y sin libertad plena como actualmente.

– El problema que se ha generado con el covid-19 es grave y complejo y no es una siempre dicotomía de que tengamos que elegir entre luchar contra la pandemia o mantener el país en marcha porque tenemos que hacer las dos cosas y ambas con la mayor eficiencia posible. En general, se ha gestionado mal y tarde, mal en casi todos los países y tarde en bastantes países. Ha faltado inteligencia, flexibilidad, diálogo, consenso y racionalidad y ha sobrado oportunismo y en algunos casos autoritarismo. Antes decíamos que faltó previsión, ahora organización, por lo tanto, centrémonos en lo que toca y organicémonos de forma compleja para un tema complejo buscando la eficacia en todos los sentidos y el consenso político y social. Significa que tenemos que minimizar el daño en vidas y enfermos de la pandemia, que la sociedad mantenga su mejor forma posible, que la economía mantenga o recobre su camino y que el país recupere su funcionamiento a la mayor velocidad posible. Reitero que no es una sola medida, son posiblemente miles de medidas complejas y con múltiples aplicaciones. No es lo mismo una medida para una gran ciudad, que, para un pueblo de tamaño medio, uno pequeño o una población rural. No me corresponde decir cuál es el algoritmo complejo de medidas que hay que ejecutar, todas encaminadas a la recuperación cuanto antes del funcionamiento normal del país.

– El intervencionismo provocado por los estados de alarma debe terminar cuanto antes, aunque pueden continuar algunas de las medidas como puente a la normalidad.

– El significado de normalidad es lo que habitualmente se hacía y cómo funcionábamos, si lo que viene es distinto, entonces no es normalidad sino un cambio de costumbres y funcionamiento, esto no debe pasar en ningún caso. No se puede utilizar una crisis para cambiar estructuralmente a un país.

– Un presidente y los ministros de un país determinado tienen la autoridad democrática del país porque los ciudadanos democráticamente se la han otorgado, pero eso no significa que ellos sean más inteligentes, maduros y preparados que cualquier otro ciudadano, de hecho, hay millones de ciudadanos que probablemente tengan un nivel similar o incluso superior. Por lo que la clase política no debe infravalorar la capacidad, la inteligencia y la madurez de los ciudadanos para cumplir determinadas normas y actuar en consecuencia. Es patético escuchar a dirigentes políticos explicar 1.000 veces las mismas cosas simples, pero con rotundidad y autoritarismo, aunque algunas veces digan una cosa un día y lo contrario al otro, acaparando en exceso su presencia en los medios de comunicación. Hay una presencia abusiva de presidentes y dirigentes públicos gobernantes en medios de comunicación.

– Los presidentes de Estado o de gobierno que mediante los estados especiales han acaparado todo el poder de gestión de la lucha contra covid-19 y más los que no han consensuado con la oposición sus acciones y decisiones, serán los únicos responsables de las consecuencias de las mismas.

– Hay gobiernos de países cuyo tratamiento ha sido aceptable desde el punto de vista de la gestión, el comportamiento democrático y la transparencia de la información, como es el caso de Alemania, Corea del Sur, Dinamarca, Noruega, Taiwán, Nueva Zelanda, República Dominicana, Finlandia, Singapur y Japón. Y otros gobiernos en el sentido contrario, es decir, que han gestionado pésimamente la crisis, como China, Italia, España, Brasil, México, Nicaragua, Venezuela, Rusia y Reino Unido.

– Los dirigentes que han actuado con radicalidad en un sentido o en otro, son los que peor han gestionado la lucha contra covid-19. Algunos de ellos han fallado en las dos direcciones, al principio negando la importancia de la pandemia, sin tomar medidas y reaccionando muy tarde para después actuar agresivamente, de forma estricta y cerrando el país, la economía y la vida social de los ciudadanos de forma radical. Han acaparado todo el poder de manera casi absolutista, abusando de los estados especiales y de su presencia en los medios de comunicación y después de la pandemia querrán continuar con una dinámica parecida para la salida de la crisis y de los enormes daños que esta, por su mala gestión, ha causado.

Por supuesto, intentarán endeudar al país más allá de lo económicamente aceptable y soportable, clásica actuación de los dirigentes nacionalistas, populistas, seudopopulistas, autoritarios y dictadores que desgraciadamente hay demasiados en el mundo.

– Es más que discutible el trato y la discriminación que se ha tenido y se sigue teniendo con las personas mayores y los ancianos.

– Algún día habrá que conocer la cifra real de fallecidos directa e indirectamente por el covid-19. Directamente son los que han muerto por estar infectados por el Coronavirus, muchos de ellos se conocen, pero otros han muerto sin ser diagnosticados, posiblemente confundidos por otra enfermedad o circunstancia. Indirectamente como consecuencia de cánceres sin tratar, trasplantes, retrasos en tratamientos provocados por el confinamiento, potenciales enfermos por inasistencia a los hospitales bien porque era más difícil o porque les daba miedo ir, por la disminución de trabajos de prevención en esta época o agravamiento de problemas de salud crónicos. También por el confinamiento han aumentado los maltratos familiares y los feminicidios. Se han generado problemas psicológicos, traumas, depresiones, problemas de sueño, estrés, mayor consumo de alcohol, tabaco y drogas y agravamiento de problemas de salud mental.

– Se han cancelado las actividades deportivas, personales, amateur y profesionales. Las empresas deportivas, clubes de todo tipo, fútbol, baloncesto, hockey, beisbol, tenis, todo tipo de competiciones y hasta las olimpiadas de Tokio (Japón). Lo que también es muy importante, todo el mundo del espectáculo y la cultura, y el goce de los ciudadanos alrededor del seguimiento de los mismos.

– Se han dañado las relaciones sociales. El eslogan poco afortunado del distanciamiento social se ha cumplido en parte. Se ha llamado distanciamiento social a lo que debería haberse llamado distanciamiento físico para evitar la transmisión del virus. Pero también ha generado distanciamiento de familias, amigos y por supuesto la vida social, de trabajo y de ocio. Afortunadamente las nuevas tecnologías de comunicación han paliado en gran parte este deterioro, aunque no totalmente.

– El daño económico de los países y del mundo ha sido gravísimo y si no se gestiona adecuadamente puede ser tremendo, incluso letal en algunos casos sobre todo en las economías de familias y personas más vulnerables. Con lo ocurrido hasta ahora, a primeros de mayo de 2020, probablemente el mundo tenga un crecimiento negativo, muchos países entrarán en recesión con fuertes bajadas del PIB e importantes subidas del desempleo. Estos hechos generan penuria, sufrimiento, hambre y muertes. Si seguimos haciéndolo mal habrá incluso más muertes que con la pandemia. Los pequeños emprendedores, los autónomos y los que en países menos desarrollados se llaman empleo informal pueden quedar seriamente tocados. Algunas empresas están al borde de la quiebra y otras van a cerrar definitivamente.

Las finanzas de los países y de las instituciones públicas van a quedar seriamente dañadas y con un fuerte déficit a la vez que necesitamos más dinero para incentivar la economía y para ayuda social con menos recaudación de impuestos, en un marco global y por países de excesivo endeudamiento, podemos entrar en un círculo vicioso de larga, dolorosa y difícil salida.

– Debemos organizar la salida, la ahora llamada desescalada, de forma urgente, a la mayor velocidad posible y con el mínimo daño sanitario posible. Esta es la ecuación que debemos resolver y hasta ahora se ha hecho en general mal y en algunos países fatal.

Hay que levantar los estados especiales, de alarma, de emergencia y sucedáneos, como ha dicho el periodista español Felipe Sahagún en el diario El Mundo, refiriéndose a España, “el gobierno ha cruzado las líneas rojas de un sistema democrático”. Hay que empoderar a los ciudadanos en su papel de responsabilidad y cumplimiento de normas, reactivar la economía en todo lo que se pueda y mantener el distanciamiento físico.

No actuar de forma generalizada sino estudiando cada caso y cada situación. ¿Cómo es posible que no se puedan jugar campeonatos de tenis sin espectadores, transmitidos por televisión y de esta manera se activa el negocio, trabajan los profesionales y es un posible ocio para muchos sin ningún riesgo? ¿por qué no se ha podido hacer deporte en el exterior de uno en uno o por parejas que viven juntas, con organización de intervalos para evitar posibles conglomeraciones de personas?

Se nos han ido de la mano las medidas, no tenemos mucha capacidad de resistencia estructural económica y debemos salir de esta situación. Hay que hacer muchos test, tomemos las medidas sanitarias necesarias y aislar sobre todo a los enfermos y con la responsabilidad y madurez de la población para cumplir las normas que correspondan. Debemos confiar en las personas, en el mercado de las ideas, en la sociedad, en los 7700 millones de habitantes.

– Durante el confinamiento y los estados de alarma de distintos países se han tomado medidas represivas de coacción a los ciudadanos a todas luces excesivas. En Filipinas el presidente Rodrigo Duterte llegó a decir “en caso de problemas disparen a matar”, en algunos países se imponen penas de cárcel a los que incumplen la cuarentena y en otros fuertes multas y cárcel para los reincidentes.

No perdamos de vista ni el problema ni el objetivo, pues no estamos en guerra como alguno llegó a decir. No podemos actuar con severidad a los que precisamente debemos y queremos proteger. Todo castigo penal debe ser inmediatamente levantado, y las multas condonadas una vez se termine el confinamiento. Mantenerlos sería abusivo y desproporcionado.

– La falta de previsión y el retraso de muchos gobiernos a gestionar la compra de productos necesarios para combatir el covid-19 ha generado multitud de estafas, abuso de precios, productos inadecuados, falta de transparencia en las compras y corrupción en bastantes casos. Estos hechos hay que investigarlos y los casos de corrupción deben ser penalmente perseguidos con mayor dureza y gravedad que si no se hubiera ejecutado en tiempos de la pandemia.

– En un momento en que los gastos se disparan y los ingresos de los Estados van a disminuir gravemente por el parón productivo mundial, es necesario un riguroso control del gasto antes de que sea demasiado tarde para la reconstrucción económica del mundo después del covid-19.

– El levantamiento del estado de alarma o similares no significa que no haya ninguna norma que cumplir. Debemos recuperar plenamente nuestra democracia, las libertades, los derechos humanos y el derecho de expresión. Con organización, normas y criterios bien estructurados y con la madurez y el saber hacer de una sociedad responsable y moderna podemos funcionar de manera más eficaz.

– En la aplicación de normas que deben continuar determinados confinamientos, horarios de trabajo ocio y ocupación de zonas públicas debe hacerse de forma muy organizada, estudiando las múltiples singularidades y pudiéndose actuar en ambos sentidos. No todas las zonas deben actuar de la misma forma, ni todos los colectivos. Si en algún caso algo de la estructura organizada no funciona se puede adaptar y cambiar, pasando a un estadio más regulado o en sentido contrario si todo va por el buen camino. Las cosas en ningún aspecto se arreglan cerrando el país y dejando todo en manos de uno o unos pocos dirigentes. El país debe funcionar de forma compleja y con mucho cuidado, se necesita la inteligencia y el saber hacer de toda la sociedad, es decir el concurso de toda la sociedad con sus estructuras políticas, económicas y sociales y con normas complejas pero claras en muchos conceptos. Inteligencia y no manu militari, autoritaria e ineficaz. Hay que conseguir el algoritmo complejo con miles de decisiones públicas e infinitas de todo el funcionamiento humano.

– Esta epidemia también nos ha dejado cosas buenas, en gran parte aprender lo que no debemos hacer, la necesidad de consensuar en todos los sentidos entre políticos, entre las distintas estructuras de poder político, social, económico, ciudadanos y con el individuo. El peligro todavía muy vivo del autoritarismo, el sectarismo y el divisionismo. La necesidad de estructurar el mundo de forma democrática en todos los niveles. El apreciar lo que tenemos, valorar las infinitas pequeñas cosas. La necesidad de prevenir e investigar. La importancia de la solidaridad y la empatía. Se ha reactivado, estresado y potenciado todo lo que tiene que ver con el mundo digital, la era digital, la tecnología aplicada a las comunicaciones, en las actividades sociales, lúdicas, profesionales, laborales, educativas y de servicios. Hemos dado un respiro a la Naturaleza.

El algoritmo contra el covid-19. El mundo ha demostrado alcanzar la mayor justicia social, eficiencia y felicidad a través de su máxima participación de toda su sociedad, estructuras y personas en su gestión de todo para todos en libertad, democracia, igualdad y fraternidad.

La economía mundial funciona de manera justa y eficaz a través de la mano invisible que provoca que los 7.700 millones de habitantes pujen continuamente por sus transacciones y de esta forma alcancen el punto de equilibrio en el precio generado por la oferta y la demanda, esto implica la interacción de miles de millones de ciudadanos varias veces al día.

Lo mismo ocurre en la toma de decisiones de gestión del mundo, países, ciudades, empresas, familias y personas que dentro del mercado de las ideas toman posiciones, piensan, hablan, negocian, conversan y actúan posiblemente centenares de miles de millones de veces al día. Esos son los complejos algoritmos de la economía de mercado y de la economía de las ideas. Un solo mandatario de un país o un conjunto de dirigentes no puede fabricar el algoritmo del funcionamiento de la totalidad de habitantes de ese país que con sus distintas estructuras de poder en todos los ámbitos públicos y privados se pueden generar a través del mercado de las ideas. Por eso es que la economía planificada es un auténtico desastre y las dictaduras políticas, aparte de dañinas e injustas son un total desastre. Cuando la dictadura lo es en el ámbito político y el económico (economía intervenida y planificada) es el mayor de los desastres.

El todos a casa sin salir y yo tomo todas las decisiones, rompiendo totalmente el mercado de las ideas global y el económico es ineficiente para todo y como no también para la lucha contra covid-19. El confinamiento en mayor o menor medida y el distanciamiento físico era y es una parte de las acciones, el no dar juego y reprimir hasta los derechos es un despropósito y una aberración. Normas, todas las que hagan falta, pero también inteligencia, organización y que todos podamos aportar y luchar contra el covid-19.

La codicia de poder más allá de un interés por una gestión pública adecuada y una lógica y a veces necesaria competencia política y personal no debe ocasionar daños en los países, la sociedad y las personas. Miles de millones de personas y millones de estructuras políticas, sociales y económicas pueden, saben y resuelven más que un grupo de dirigentes. Las estructuras de poder democráticas son necesarias, los dirigentes democráticos también, pero al servicio del resto de estructuras y de los ciudadanos y respetando el papel de cada uno donde el pueblo es soberano.

Después de la desescalada viene la vuelta a la normalidad, ambos procesos deben hacerse con las mismas prioridades que, hemos dicho, deben ser el beneficio integral y completo de la sociedad de cada país y del mundo, recuperar todo lo perdido priorizando la salud y la vida de todos los ciudadanos, de manera especial la libertad y la democracia plena y que no haya ninguna excusa para limitar el libre juego democrático sin cambiar ninguna regla de juego aprovechando la situación.

 

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