Laguna de Tacarigua

En el proceso de población de los territorios gobernados por el Imperio Español se le dio un papel determinante a la presencia del agua, por lo que para el establecimiento de una población era necesario que estuviese cercana al agua por dos razones básicas: La primera de ella es porque los poblados necesitaban del agua para consumirla. Y en segundo porque había una necesidad de transporte, por lo que la cercanía a un río o lago navegable o al mar era determinante.

En el caso de la Nueva Valencia del Rey, la ciudad contaba con el lago de Tacarigua sobre el cual hay reportes de navegabilidad durante los siglos XVII y XVIII y en cuanto al llamado Río de la Ciudad, no encontramos documentación alguna que hable sobre la posibilidad de haber sido navegable y por las características del mismo no nos parece posible.

En lo que respecta al punto de la potabilidad del agua debemos decir que existen reportes que afirman que el agua de lago es salobre y además en su composición presenta Sulfuro de Silicio, el cual se descompone en Ácido Silícico y Ácido Hidrosulfúrico cuya fuente originaria son las aguas termales de Mariara.

Suponemos que por esas características de las aguas del lago, los españoles desecharon la idea de utilizarla para el consumo humano a lo que habría que agregarle el aspecto del transporte ya que sería necesario llevar el agua desde al lago a la ciudad por una distancia aproximada de unos 4 km.

En consecuencia, los pobladores tuvieron que recurrir a dos alternativas adicionales para poder abastecer a la ciudad del vital líquido. Una de ellas era utilizar el agua del río y la otra era usar el agua proveniente de los manantiales, quebradas y riachuelos del oeste de la ciudad.

Sobre el río Cabriales debemos decir que inicialmente se le dio el nombre de “Río de la Ciudad” y luego “Río de Valencia”, el cual atraviesa la ciudad de norte a sur desembocando en el lago de Valencia.

Hasta el presente no se sabe en qué fecha el río comenzó a llamarse Cabriales, pero lo que sí podemos decir es que el apellido sí existió ya que hay evidencia de una persona llamada  Pedro José Cabriales, quien en 1762 ocupó el cargo de alcalde de la Santa Hermandad y  también podemos decir que una de las quebradas que dan origen al río tenía el nombre de “Quebrada de Cabriales” y que aparece en un mapa de finales del siglo XVIII.

Suponemos que el nombre “Cabriales” le fue asignado al río en el siglo XIX ya que para 1846 se encontró un documento que nuevamente hace referencia a las aguas de la “Quebrada de Cabriales”.

 

Siguiendo con el asunto del río hay que señalar que esta fuente de agua  estaba más cercana a  la ciudad pero a una altura más baja en comparación con la Plaza Mayor y para el momento    no había forma mecánica de cómo llevar el agua desde el río hacia las casas a través de una tubería y por consiguiente también tenían que recurrir al recurso de cargar el agua y subirla a pie o con carreta hacia las casas y solo los vecinos y labradores que estaban a las orillas de este no tenían ese problema.

Entonces, en la medida en que se fueron haciendo las exploraciones en la ciudad se descubrió que en la parte oeste de ella existían fuentes de agua de las cuales se podía surtir la ciudad de manera más fácil, puesto que las mismas estaban en un nivel más elevado que la ciudad y por gravedad el líquido llegaba a su destino. En el principio al parecer esto no fue así, sino que se acudía hasta la fuente de los manantiales, se tomaba el agua y se regresaba a casa.

Para lograr una mejora con respecto a esa situación, el Cabildo se dispuso a revisar la problemática y  se decide mandar a construir una “acequia” y un tanque para que se pueda surtir de agua a la ciudad en 1745.

Sin embargo, parece ser que no fue sino hasta la llegada del obispo Diez Madroñero que se impulsó la construcción de la misma y que hubo de ser reparada en 1769. Por cierto, este obispo fue protagonista especial para la ciudad porque él forma parte del episodio conocido como El Milagro del Jobo” que es  uno de los milagros de nuestra Virgen del Socorro. La historia cuenta que debido a la gran sequía que padecía la ciudad, el obispo de visita en Valencia realizó una rogativa  y en el sector comprendido entre las calles Briceño Méndez y Andrés Bello; monseñor Diez Mandroñero golpeó con su báculo el pie de un árbol de jobo que estaba allí y comenzó a brotar agua. Otra cosa curiosa es que este obispo murió aquí en Valencia como consecuencia de la viruela.

Tomando en cuenta la fuente de agua ubicada al oeste de la ciudad entonces se construyó una acequia y una cañería que llegaba hasta un tanque ubicado en una calle que llevaba el nombre de Don Félix Marvez y de allí se colocó una tubería para surtir de agua al hospital (hoy Casa de la Estrella) y otra cañería que bajaba hasta el Convento de San Buenaventura donde se colocó otro tanque de donde salía una cañería para dar agua al Convento y quedó establecido que el agua que sobra es para el público. Esta agua va para la Plaza del Convento y se ordenó colocar una alcantarilla en la plaza. Y se acordó que desde esta plaza hacia abajo el suministro de agua quedaba por cuenta de cada interesado, es decir, que deberá ser sufragado por cada vecino. En ese tanque se colocará una puerta con una llave que va a guardar el procurador general.

Hay reportes de una cañería que iba a un inmueble donde de día funcionaba como Cuartel de Pardos y de noche como hospicio, la cual está filtrando agua hacia una casa en la esquina del Convento donde funcionaba la Administración del Correo. En consecuencia, es de suponer que si al Cuartel de Pardos le llegaba el agua por supuesto que el Cuartel de Blancos también tenía su tubería.

Es importante expresar que para aquella época existía una figura que se le daba el nombre de “Juez de Agua”, el cual era escogido por los vecinos y este funcionario era el encargado de las siguientes tareas:

  1. Velar por el mantenimiento de las tuberías.
  2. Tener las llaves de las compuertas.
  3. Distribuir el agua equitativamente.
  4. Cumplir funciones de vigilancia.
  5. Estas funciones eran tanto para la ciudad como para las haciendas y sembradíos.

Por ejemplo, hay un documento del año de 1787 que habla del reparto de agua entre los hacendados del llamado “Valle de Palotal”.

Valencia fue una ciudad que cíclicamente presentaba  problemas de suministro de agua, por lo que no era de extrañar que las quejas llegaran al Cabildo. Por ejemplo, vale la pena mencionar el conflicto que se generó durante la construcción de la iglesia de La Candelaria, la cual fue la tercera y última iglesia construida en la ciudad en sus primeros dos siglos de existencia. La primera fue la iglesia Parroquial (hoy Catedral de Valencia), la segunda fue la del Convento de San Buenaventura y la tercera fue La Candelaria.

Pues bien, durante la fabricación de la misma los trabajadores se surtían del agua que venía desde el Hospital hasta que un día se presentó un funcionario del Cabildo expresándoles que el agua que venía del hospital ya no llegaría como antes, ya que se le va a dar agua a la casa de una parda de nombre Petronila Colón que estaba ubicada a unas 7-8 cuadras del templo en construcción y que la construcción del Templo de Nuestra Señora de la Candelaria solo recibiría agua dos horas al día.

Esto por supuesto generó un gran problema en la ciudad no solo porque se estaba entorpeciendo la construcción de una iglesia que ya tenía 10 años en ese proceso y aún no se terminaba, sino que el agua se le estaba dando a una parda para su uso personal poniendo así por encima el beneficio de un particular sobre el bien común de los vecinos y en especial de la comunidad de canarios que estaba impulsando la obra. Por lo que ellos proponían que en vez de tomar el agua que venía del hospital lo hicieran de la pila de agua de la Plaza del Convento de San Francisco.

En conclusión, podemos ver que para la época gran parte de la ciudad se surtía del agua que provenía de las fuentes del lado oeste de la ciudad y que como segunda alternativa estaba el río “Cabriales”, el cual tuvo mayor provecho en la parte baja de la ciudad a orillas del propio río y en las cuadras cercanas a este y para la zona de cultivos, pues desde el río se construían acequias para los terrenos trabajados por labradores y hacendados ubicados a los lados del río.

*Acequia: Es un canal por donde se conduce el agua generalmente  para el riego.

 


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