La estrategia de Maduro está más que clara. Primero disimula colaboración con el fiscal de la Corte Penal Internacional y luego emprende una campaña de acoso a las víctimas y testigos de las violaciones de derechos humanos, para de esta forma obstaculizar la investigación.

Se las saben todas, por un lado aparecen como el «que nada teme» y por el otro asustan, presionan e intimidan a las posibles fuentes de una averiguación penal. Esta es la jugada.

Sin víctimas no hay delito. Sin testigos no hay aval para canalizar un proceso judicial. Así de duro juegan en las altas cumbres del poder de la usurpación venezolana.

A esta hora, hemos sabido de varias acciones cometidas por el régimen para silenciar a personas que pueden contribuir a las investigaciones. Y esto es bueno que lo sepan en la CPI, si siguen por los caminos seudoinstitucionales del país no encontrarán nada de nada, porque todo es ocultado bajo una alfombra de miedo y represión.

Si el señor Karim Kham quiere conocer la verdad de lo que acontece en la nación, debe actuar con más cuidado, con más sigilo.

Sí él quiere saber la verdad de lo ocurrido en Venezuela –y lo que sigue ocurriendo aquí– entonces debe actuar en anonimato, pues el venezolano es un Estado corrompido en gran medida.

Maduro no se dejará investigar así como así, ellos tienen siempre un plan B; por ejemplo ¿por qué intentaban demorar el proceso de extradición de Alex Saab en Cabo Verde? Porque estaban financiando a un candidato a primer ministro que  ya estaba comprometido a evitar el envío del presunto testaferro de Maduro a Estados Unidos. Gracias a Dios que el tiro les salió por la culata.

Este es el modus operandi de estos sujetos, quienes no van dar su brazo a torcer, pues ellos saben que no tienen cómo escaparse de ser juzgados por tribunales internacionales por delitos de lesa humanidad.

He aquí la razón por la cual hacen lo que hacen. Maduro sabe el final de Saddam Husseín, Muamar el Gadafi, Slobodan Milošević; él sabe que no tiene la posibilidad de escaparse de este capítulo de su historia, por eso trata de eternizarse en el poder lo más que pueda.

Ellos no juegan, ellos están montados en hacer lo que tengan que hacer para mantenerse en el control de todo. Por eso, quienes quieren la libertad deben actuar con más precisión, no caer en falsas elecciones, ayudar a los procesos internacionales y conseguir los medios para que Venezuela sea democrática finalmente.

Este país está viviendo horas determinantes; aquí ya no valen medias tintas o posiciones débiles. Aquí nos estamos jugando el futuro; aquí nos estamos jugando el porvenir y así debemos entenderlo como tal.

Aquí todos, sí, todos, debemos seguir el ejemplo de coraje y la inteligencia y no dar un paso en falso. Esta es la situación actual y debemos tener la fuerza para resistir y avanzar. Punto.


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