Bombardeo nazi en Londres

El lunes pasado (7 de septiembre) se cumplieron 80 años de lo que buena parte de la historiografía considera el gran error de Adolf Hitler y Herman Goering, máximo jefe de la Luftwaffe, en la Batalla de Inglaterra (Segunda Guerra Mundial). Nos referimos al cambio de táctica que significó dejar de atacar los aeródromos de la Royal Air Force (RAF) para centrarse en la destrucción de la ciudad de Londres. Es lo que se conoce como el “Blitz” y que se mantendría hasta noviembre todas las noches, para después reducir la frecuencia diaria pero conservar el bombardeo hasta mayo de 1941. El cambio facilitó la recuperación de la golpeada RAF y alejó a la Luftwaffe de lo que era su principal objetivo: la supremacía aérea necesaria para la invasión que se tenía planeada para el 15 de septiembre. A continuación comenzaremos a analizar la perspectiva británica de toda la campaña una vez que dedicamos nuestras anteriores entregas a la del Tercer Reich. No olvidaremos, por supuesto, la historiografía y sus interpretaciones fílmicas.

Al ahondar en el cambio de táctica de la Luftwaffe, apegados a la conmemoración del 80 aniversario, se debe aclarar que la historiografía identifica varias causas. Al seguir el peso de los decisores se culpa a Hitler a partir del discurso del 4 de septiembre. En este señala que Alemania destruirá las ciudades de Gran Bretaña como retaliación por los bombardeos de la RAF sobre Berlín en los últimos días. Otros culpan a la lógica de todo régimen totalitario o personalista, en los que la burocracia busca satisfacer los caprichos y perspectivas del dictador y su círculo de poder. De esa forma se tergiversaron los informes de inteligencia (algunos consideran que simplemente no tenían la capacidad de la exactitud) y se hizo ver a Goering y al Alto Mando que la RAF estaba acabada.

El paso siguiente era destruir o causar el mayor daño posible al centro de mando y desmoralizar a la población de modo que al desembarcar no pudiera reaccionar con eficacia. Adolf Galland en sus Memorias (examinado como as en nuestro artículo anterior) apoyaba esta visión al decir: “Londres era el cerebro de la dirección de guerra británica y puerto, plaza comercial y centro de la industria bélica, tenía una extraordinaria importancia militar”. El historiador militar J. F. V. Fuller, 1961, Batallas decisivas del mundo occidental; afirma que ya Hitler para el 27 de agosto había decidido no invadir al desplazar 10 divisiones al este y “lo más probable es que usó el bombardeo de Londres como una forma de disimular su fracaso inicial e impresionar a los rusos”. En lo que respecta a muchos documentales y obras de divulgación sobre la Segunda Guerra Mundial, la idea dominante es verlo como el gran error cuando faltaba poco para lograr el dominio del aire por parte de la Luftwaffe. Pero nada de esto lo sabían los ingleses y pensaron en esos días que la invasión era algo inminente.

Al hablar de la interpretación británica de toda la campaña hemos afirmado que Winston Churchill, en su gran obra publicada por primera vez en 1957: La Segunda Guerra Mundial, señala los argumentos que dominarán el debate de los historiadores. No solo en lo que respecta a todo el conflicto sino muy especialmente en la Batalla de Inglaterra por ser el principal estratega. Es un texto de historiografía pero también una fuente primaria. El segundo libro de esta obra se titula “Alone” (Solo o Solos) y va desde el 10 de mayo de 1940 (invasión alemana a Francia) hasta el 22 de junio de 1941 (invasión alemana a la Unión Soviética) y en los capítulos del X al XIII se centran en el tema que analizamos.

En el primer párrafo del capítulo X “Acorralados” establece su tesis central:

«En esos días de verano de 1940, tras la caída de Francia, nos quedamos completamente solos. Ninguno de los dominios británicos, ni la India, ni las colonias podía enviarnos ayuda decisiva, ni enviarnos a tiempo lo que tuvieran. Los ejércitos alemanes, nutridos y victoriosos, totalmente equipados y con la gran reserva de las armas y los arsenales capturados, se preparaban para el ataque final».

Después agrega una lista de enemigos que se sumaban al Tercer Reich: Italia en el Mediterráneo y Egipto, Japón y su creciente influencia en Asia, Rusia apoyando materialmente a Alemania, España como potencial agresor en Gibraltar e incluso Francia podía verse obligada a declararles la guerra. A pesar de las grandes dificultades, Churchill no tenía dudas en que saldrían victoriosos. La tesis de la lucha del Reino Unido en solitario se complementa a la primera que explicamos en anteriores artículos: el heroísmo de los pilotos («The Few») y del pueblo en general que resistió la agresión hitleriana.

El historiador británico James Holland (@jamesholland1940, al cual felicitamos porque en los días pasados publicó una nueva investigación sobre la Segunda Guerra Mundial titulada: Sicily ’43. The first assault on fortress Europe) rebate esta tesis en sus estudios sobre la Batalla de Inglaterra, tanto en el libro homónimo de 2012 como en su más amplia obra de 2015: El auge de Alemania. La Segunda Guerra Mundial el Occidente. 1939-1941. El capítulo 28 de esta última lo titula: “No, solos no”; en clara alusión al segundo volumen del ya citado escrito de Churchill. En sus propias palabras, la crítica es la siguiente:

«Gran Bretaña no era David y tampoco estaba sola. Puede que hubiera quedado a la deriva con respecto a Europa, pero no estaba sola. Churchill quiso dejarlo claro en el discurso que dio el 18 de junio, en el que, con el título The Finest Hour, pintó la situación como un choque del bien contra el mal y una batalla por Gran Bretaña, por su imperio, por Estados Unidos y el resto del mundo libre contra los designios de Hitler para la dominación mundial. Por muy aislada que estuviese Gran Bretaña del resto de Europa, aún tenía el apoyo de una gran parte del mundo. Y, lo más importante, también contaba con el respaldo de la enorme mayoría de la flota mundial».

En los últimos párrafos hemos querido dar una pequeña muestra del debate historiográfico sobre la Batalla de Inglaterra identificando dos tesis distantes en el tiempo. En nuestras siguientes entregas ampliaremos esta discusión, siguiendo los hechos a medida que se va cumpliendo el 80 aniversario y cómo se relató el conflicto desde la cinematografía.


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