Es de sobra evidente que mis recuerdos de la época están ya envejecidos, han pasado 63 años, pero no solo se conservan claros sino mucho más amplios, porque a su interpretación contribuyen los acontecimientos posteriores a la fecha en cuestión, innumerables hechos derivados de lo acaecido que nos introducen en nuevas e importantes  explicaciones acerca de lo ocurrido.

Hablamos de un suceso trascendente que introduce una extraordinaria variable en el tránsito y el quehacer venezolanos, nos referimos a la transformación de un escenario que marca aspectos decisivos en la historia ciudadana, económica, social y política contemporánea, situación compleja en la cual su revisión ha quedado banalizada y pendiente “por la facilidad de lo ocurrido”.

Desalojar al general Marcos Pérez Jiménez y a su equipo andino  de la dirección del Estado venezolano ha resultado ser mucho más que “borrón y cuenta nueva”, porque no se trataba solo de despedir a un administrador de la “cosa pública”. Con su salida de la dirección del Estado se detuvo todo un proceso de crecimiento de su estructura y de políticas públicas afines al desarrollo nacional, la caracterización simplista con la cual se ha pretendido definirlo, el de ser un modelo político dedicado a la utilización del “cemento armado”,  redujo la identificación de lo sucedido, hizo casi insignificante el proceso histórico del perezjimenismo y también el de la resistencia a la dictadura. Hechos históricos indiscutibles, muy comprometidos con la historia republicana venezolana, acontecimientos en los cuales el contenido dominante del  conflicto estuvo marcado por la reconquista de la legalidad alcanzada en los episodios del 12 de octubre de 1945, con sus extraordinarias consecuencias democratizadoras, acontecimientos que  dan paso a consolidar las primeras auténticas conquistas reales del Estado de Derecho en Venezuela.

Sin embargo, un contenido superior en las funciones del Estado en 1945 no se desarrolla, queda en el debate la formulación de la profundidad y alcance de las políticas  públicas  destinadas al ejercicio pleno de los derechos ciudadanos, soportes  de la organización independiente y con autonomía de los trabajadores y del desarrollo de la  seguridad social de la población.

Ignorar la trascendencia de la época, 12 de octubre de 1945- 23 de enero de 1958,   la importancia e incidencia en la vida política e histórica nacional ha sido un error cuyos efectos políticos y sociales aún están presentes, la imposición del sufragio universal como el principal instrumento de expresión política de la sociedad dejaba agonizante el caudillismo feudal militarista, instrumento de dirección y dominación del prometido y nunca cumplido  proyecto nacional democrático  durante casi siglo y medio, pero la sustitución de los hombres no derrotó el instrumento autoritario organizado por los amos del valle.

Derrotada la versión perezjimenista del caudillismo militarista, aparecieron sobre la mesa los verdaderos objetivos del pleito entre el progreso nacional  y la reacción conservadora.  Es en los  sucesos posteriores al 23 de enero de 1958 cuando emergen las diferencias al destaparse la olla autoritaria, en la cual se cocinaron durante una década las diferencias,  orientaciones e intereses económicos entre los grupos de poder que derrocaron el gobierno de Isaías Medina, dándole paso a un frágil intento de reorganización del Estado centralista y autoritario existente desde la ruptura con la dominación hispánica

1958 fue todo un periodo de transición, en el cual se confrontaron las exigencias democratizadoras que en buena medida condujo una parte del liderazgo militar larrazabalista, en alianza con  la Junta Patriótica y las diversas y novedosas organizaciones sociales, estudiantiles, partidistas,  obreras, campesinas y vecinales.

Creo que sigue siendo muy útil que los sectores conservadores de las FANB recuerden las inmensas movilizaciones populares caraqueñas que neutralizaron y al  final derrotaron las pretensiones militaristas del general Castro León o del comandante Juan de Dios Moncada Vidal.

Las numerosas y heroicas  luchas de la  década 1948-1958, cuando las persecuciones, las torturas, las cárceles, los campos de concentración de Guasina y Sacupana, los asesinatos de civiles y militares, hicieron posible la emergencia de un contingente humano combativo,  progresista y plural, que consolidó las demandas democratizadoras que le dieron vida al Pacto de Puntofijo y a los años de justa convivencia ciudadana que se resumen en las décadas democráticas 1958-1998).

Por lo que se trata entonces hoy es de que abordemos la situación actual como lo que es, toda una experiencia de la lucha de una sociedad por su libertad, equidad y prosperidad.


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