Supongamos lo siguiente: 1) las elecciones primarias del sector A de la oposición (el que las está organizando) se realizan adecuadamente y mediante ellas se selecciona un candidato o candidata que es aceptado(a) por todos los copartícipes; 2) por otra parte, el sector B de la oposición (el que aboga por el consenso) selecciona otro candidato o candidata, con lo cual, tenemos dos candidatos(as) opositores(as) para enfrentar a Maduro en las elecciones presidenciales del año que viene y 3) como es imposible que los dos candidatos vayan a la elección sin que ambos pierdan o sin que uno de ellos obtenga un triunfo pírrico, con una mínima diferencia, que le impida gobernar, los dos sectores acuerdan una fórmula unitaria presidente/vicepresidente. Si así ocurriera y las elecciones se realizan en buena forma, la oposición ganaría las elecciones con un amplio margen, según todos los pronósticos.

En este punto de la suposición surge la gran interrogante: ¿aceptará Maduro la derrota electoral y entregará la banda presidencial al ganador de la oposición en la misma forma que Rafael Caldera lo hizo con Hugo Chávez? Si así fuera, se daría un paso enorme para comenzar la recuperación y la normalización del país. De lo contrario, si Maduro desconoce el resultado electoral o de alguna manera lo invalida, como lo hizo con la Asamblea Nacional del año 2015 electa con una mayoría absoluta de la oposición, las consecuencias serían gravísimas.

La reacción internacional no se haría esperar. El desconocimiento al régimen por parte de Estados Unidos, Canadá, Europa y la mayoría de los países democráticos del mundo sería inmediato y las sanciones se ampliarían y recrudecerían. La reacción interna, que ya antes se ha expresado muy fuertemente, podría llegar a su máxima expresión en esta oportunidad. En tales circunstancias cabe preguntar, ¿cómo reaccionaría la Fuerza Armada Nacional (FAN)?, ¿seguiría sosteniendo al régimen doblemente ilegítimo de Nicolás Maduro o tendría la capacidad de reaccionar y desconocerlo, no solo para reivindicar su prestigio, altamente erosionado, sino incluso su propia existencia? Como institución, la FAN, está muy desprestigiada en el país y no goza de la simpatía de los venezolanos. Su trayectoria a través de los 212 años de vida independiente de Venezuela deja mucho que desear, porque no se ha apegado a su verdadera misión. Algún día tendrá que ajustarse a la democracia, la Constitución y las leyes. Esta sería su gran oportunidad.

La otra posibilidad que podemos suponer es que no haya acuerdo entre los dos sectores de la oposición y Maduro gane las elecciones en buena lid. En ese caso legalizará su posición ante la comunidad internacional y Estados Unidos, la Unión Europea y demás países tendrían que reconocerlo y levantar las sanciones económicas que le han impuesto. El destino del país seguirá en manos del chavismo. Con ese resultado la situación del país mejorará, pero la posibilidad de una solución óptima, que era salir de un sistema que durante 26 años (que tendrá ya para el año 2024) ha gobernado pesimamente al país, se habrá perdido. Todo ello por la incapacidad de una dirigencia opositora que pasará a la historia corroborando la afirmación del poeta y escritor venezolano Manuel Vicente Romero García (1861-1917), autor de la famosa novela Peonía, quien decía que Venezuela era el país de “las nulidades engreídas y las reputaciones consagradas”.

Este ensayo de imaginación política no intenta predecir lo que ocurrirá en el 2024. A estas alturas nada está claro todavía. Hemos hecho algunas suposiciones lógicas de dos escenarios posibles, entre otros que pudieran concebirse. Es una tarea que vale la pena realizar, no solo por entretenimiento, sino también por necesidad. No es conveniente enfrentarse a un adversario de la índole del chavismo-madurismo sin poseer un portafolio de posibles escenarios en los que habrá que actuar. Eso es útil en todos los casos en los que hay que enfrentar situaciones difíciles y complejas. Con mayor razón en esta coyuntura tan importante y decisiva para el destino del país.


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