Días atrás escribía por este mismo medio, echando la modestia en las aguas putrefactas del Guaire, el mismo en el cual en una de esas intempestivas subidas de efusión Hugo Chávez aseguró darse un chapuzón —él nunca aspiró a hacerlo en las aguas lustrales para no manchar la Morada del Señor— que todos aquellos opositores que coincidieran con el régimen iban a ser sancionados por el gobierno norteamericano. Precisamente, el martes de esta semana, la subsecretaria adjunta para Cuba y Venezuela en la oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado indicó que era importante que se mantuvieran unidos y enfocados en el mismo objetivo final. Hay opositores que buscan “socavar la democracia”, ellos también serán sancionados por el gobierno de Donald Trump. “Quizás haya algunos individuos que tratarán de apoyar al régimen de Maduro, que tratarán verdaderamente de socavar la democracia, para esos individuos que activamente apoyan al régimen vamos a continuar aplicando sanciones y otros esfuerzos. Una cosa es disentir en las tácticas y otros quienes de manera fundamental tienen una estrategia para apoyar a Maduro”, aseguró la alta funcionaria Carrie Filipetti. De aquí concluimos que Estados Unidos continúa firme apoyando la democracia venezolana y aquellos opositores que piensen hacer comparsa con Nicolás Maduro a través de las parlamentarias sabrán a qué atenerse. En lo particular, no me gustaría estar en el lugar de ellos.

Por otra parte, no quepa dudas de que la acción de las fuerzas opositoras democráticas y su suerte no dependen exclusivamente de lo que se haga dentro de nuestro territorio. Se puede decir que su accionar es extraterritorial, que está ineludiblemente enlazada a lo que estos países estén dispuestos a hacer o no por nosotros. En este sentido, debemos reconocer que el comportamiento estratégico del presidente interino Juan Guaidó ha caminado por una línea recta; sin titubeos, ni cambios tumultuosos. Hay motivos para que prive entre nosotros el optimismo racional, ya que a pesar de todos los inconvenientes, las fuerzas democráticas siguen lidiando en estos nuevos tiempos sin la rigidez de un almanaque en la mano. En esa nueva línea se mueve Guaidó; entre un frío glacial, fuegos abiertos y algunos descontentos de casa. Es esta novedosa conducta la que debe entender la dirigencia política, mas no la ligereza algo díscola como con la que ha actuado Henrique Capriles. Es él, uno de los adversarios del régimen con una extensa página de importantes triunfos. Para nombrar solo algunos: presidente de la Cámara de Diputados, alcalde del municipio Baruta, gobernador del estado Miranda, candidato presidencial en dos oportunidades, que a pesar de no lograr el triunfo en ninguna de ellas, obtuvo frente a Nicolás Maduro 49,12 % de los votos. De manera que nada justifica su actitud  desconcertante de romper las líneas maestras para coincidir con el gobierno en unas elecciones parlamentarias rechazadas plenamente por los venezolanos, así como por la mayoría de los países democráticos del planeta.

Luego de una angustiante pausa, la oposición se repone, se reorganiza, hace grandes esfuerzos por reagruparse y ponerle fin al depravado apocalipsis tabernario. El Grupo de Lima, el Grupo de Contacto Internacional, la Unión Europea y el gobierno de Estados Unidos se unieron en un comunicado conjunto, una vez más, para ratificar su apoyo por el cambio constitucional de Venezuela. Una nueva demostración de que por muy espinoso que sea el camino, no estamos solos. Contamos, a pesar de que algunos no le dan la importancia que merece, con el apoyo de nuestros compatriotas que crece día a día.

Repito, para terminar, lo de la semana pasada; los partidos políticos, la sociedad civil, el pueblo, es decir, aquellos que ni obedecen disciplinas, ni conocen de estatutos, serán quienes juzgarán esos reacomodos de última hora. Extrafronteras se anularán visas y se cerrarán cuentas bancarias sin importar la proveniencia de esos dineros. Los venezolanos no saldrán a votar, tampoco serán cómplices de esas elecciones parlamentarias inconstitucionales y nauseabundas. Cuando haya garantías de respeto a la voluntad del pueblo, allá estaremos todos frente a los centros de votación.

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