La Teoría del desarrollo social de Lev Vygotsky (Rusia 1896 – URSS 1934) establece que la comunidad y el lenguaje son determinantes en la educación. Según este psicólogo al nacer estamos provistos de cuatro funciones mentales elementales: atención, sensación, memoria y percepción, las cuales, de acuerdo a nuestro entorno cultural y modelaje social, se van a desarrollar en otras funciones mentales superiores, evolución que ocurre en la Zona de desarrollo próximo (ZDP). Cuando somos pequeños progresivamente vamos mejorando nuestras destrezas; en un primer nivel encontramos lo que podemos hacer por cuenta propia, luego está la ZDP que es lo que podemos realizar con la participación de un adulto, la tecnología o un guía (este más conocedor) y finalmente está aquello que escapa a nuestras capacidades.
Vygotsky ejemplificó esto de la siguiente manera: unos gemelos a los diez meses de edad ambos tienen la capacidad de gatear y se encuentran en la Zona de desarrollo próximo para aprender a andar. Un tutor induce al niño 1 con una serie de andamios y rutinas a que se ponga de pie y mantenga el equilibrio, al poco tiempo este estará explorando solo y al pasar unos días ya se mantendrá erguido. El niño 2 también tiene el potencial para estar de pie pero no recibe colaboración alguna, mientras el primer niño ya ha desarrollado el potencial para aprender a caminar. Finalmente, ambos niños van a caminar pero el niño 1, que recibió la asistencia inicial, tendrá más aptitud. Este principio abarca a todas las etapas de la enseñanza y al logro de funciones cognitivas superiores. Solo quienes están orientados por un mentor competente podrán conseguir el máximo potencial de sus capacidades. Para este estudioso el aprendizaje puede estar primero que el crecimiento, por lo tanto un niño puede desplegar habilidades extraordinarias a su edad y madurez natural.
Dado lo antes expuesto, se puede concluir de acuerdo con esta teoría que la enseñanza por medio de la interacción comunitaria permite que la perfección cognoscitiva se produzca gracias a la participación colaborativa; esto nos ilustra la capital importancia de establecer patrones sociales donde el colectivo se estructure como un fin planificado y no como la consecuencia de la suma de millones de individualidades. La necesidad de forjar desde edades tempranas a los individuos y capacitarlos para ampliar periféricamente su mente y crear condiciones para que cada infante consiga un rumbo en el que se pongan de manifiesto sus aptitudes y actitudes, debe ser una tarea que nos convoque y que mancomunadamente logre el rediseño de los conceptos y el andamiaje de la formación, la cual actualmente presenta un rezago y corresponde a una realidad divergente de lo que debemos proyectar al futuro.
Los influyentes estudios de Lev Vygotsky pueden extrapolarse no solo al ámbito instructivo de la infancia sino que allanan terrenos sociológicos y culturales. La imperativa demanda de patrones conductuales y morales se han incrementado en Venezuela; hay que emprender urgentes esfuerzos para la cimentación de confianza y liderazgo. En el presente se observa la cada vez más recurrente distorsión cognitiva que priva en la nación, en los actuales momentos no solo somos testigos de la erosión de los estándares de la calidad académica en los sectores público y privado, sino que alarmantemente se evidencia la ausencia de una educación que ha sido suplantada por una instrucción. La educación es el conjunto del aprendizaje que se le brinda a una persona desde su etapa inicial, la instrucción suscribe meramente elementos de adquisición de ciertos conocimientos que al no estar sustentados con una serie de normas, principios y elementos culturales, poco pueden contribuir en la exaltación del ser y, por ende, poco aportan al conjunto social. Nada verdaderamente positivo se obtiene de un individuo instruido científicamente y que resulte altamente calificado en su instrucción, si está desprovisto de ética.
En la perspectiva conceptual para una armónica formación de las personas debe hacerse énfasis en el aspecto social del progreso; las actuales circunstancias nos deben condicionar a la nueva proyección de nuestro destino. Al evaluar en conjunto al humano y focalizando el presente como resultado del largo camino evolutivo, pareciera que nuestro tiempo se agota; la fragmentación del ser como un ente supra individual y desligado de las relaciones interpersonales va a contra corriente de una característica que nos distingue como especie; la capacidad de socialización. La importancia del otro debe estar enmarcada en las estrategias personales, la plena consciencia de la existencia de los demás nos va a permitir ampliar la visión con la que elaboramos nuestras realidades.
La economía clásica nos enseña que las personas siempre buscarán la opción que les garantice la mejor utilidad con el menor costo posible, lo que se denomina el homo economicus u hombre racional. La sola pertenencia de un individuo a un grupo altamente organizado y el arraigo a sus dinámicas de contexto, interfiere con la toma de decisiones; es por ello que, en procura de un mejor país, nuestras decisiones deben estar deslastradas de falsas percepciones e intereses que colinden con lo excluyente. En la reprogramación de nuestro pensamiento debemos prestar cuidado a las primigenias funciones mentales: atención, sensación, memoria y percepción, y no continuar en el ejercicio de una deficiente ciudadanía. Debemos orientar esfuerzos y exigir que los próximos liderazgos y sus políticas estén alineados con un proyecto nacional inclusivo, participativo y sobre todo levantado con imposición de valores humanos y no solo de tecnicismos económicos que hasta ahora han resultado estériles.
El mañana se nos acerca peligrosamente, parece que estamos desnudos mientras se desata la furia del viento; solo con enseñanza, prevención, planificación y la práctica constante de la coherencia podremos dotar a las siguientes generaciones de oportunidades para la recomposición de Venezuela. Es una obligación de los connacionales el encaminar nuestros esfuerzos y gestar un futuro donde, más allá de la retórica, brille para todos, el bienestar y los valores.