Si de coherencia se trata en bien de una oportunidad para el país, ¿qué debería hacerse con la inscripción a último minuto del embajador Edmundo González Urrutia?

Aconsejada por la imposibilidad de salvar las trampas del narcorrégimen al primero inhabilitar la inscripción de nuestra candidata María Corina Machado Parisca, escogida democráticamente por el pueblo venezolano en legítimas y transparentes elecciones primarias, en las que recibió el respaldo prácticamente de más de 92% de una votación de 2,5 millones de electores, nos sorprendió con la designación de la profesora Corina Yoris, desde su liderazgo indiscutible y que hoy cuenta con la confianza nacional. Desde tal liderazgo aceptado por la Plataforma Unitaria, entonces repitámonos la pregunta no debe ser: ¿Edmundo para todo el mundo?

Como se puede comprender, se requiere gran capacidad de rápida respuesta ante los juegos de manipulación de escenarios que plantea la dictadura, en su afán de dividirnos y descolocarnos. La inscripción del embajador Edmundo González Urrutia ha salvado la posibilidad de darle respuesta en este campo electoral, en el cual se afirma que el régimen está más débil que nunca, y que a pesar de todas la argumentaciones y estridentes análisis que se hacen, o puedan hacerse, y que pretenden influenciar el futuro incierto de las decisiones definitivas, este sector que se reconoce como opositor presenta varias ramificaciones que es preciso diferenciar y darles respuesta.

Un sector argumenta sobre la inutilidad de tales esfuerzos electorales, pues la dictadura siempre podrá prevalecer por fraude, mientras otro piensa que es posible derrotarle en dicho campo electoral; provocando su salida del poder, lo que desencadenaría en una transición políticamente inevitable para ellos.

Sabemos de otro sector, del más rancio y tradicional oportunismo, y que han engrosado secularmente partidos de maletín o no (aunque casi todos ahora son de maletín de dólares), ONG y partidarios de los que podemos llamar “los oportunistas de siempre”. Esos, al mero estilo castrocomunista practican el tipo de “arte de la política” que, a cualquier precio o renuncia de algún valor o principio, optan siempre por obtener el aspirado resultado, sin escrúpulos de ninguna especie para mantener el poder o estatus que les beneficie.

La verdad del castromadurismo es ¡mantener el poder a cualquier costo! ¿Estará más claro ahora esto para la administración Biden que antes? A estos que conforman en el caso venezolano los fanáticos del tipo “el fin justifica los medios” con Nicolás a la cabeza y sus alacranes, o también los que podríamos llamar “los maquiavélicos”, que aunque en realidad no tienen la clase ni distinción de su tocayo de la política y la diplomacia del gran analista Niccolo Machiavelli (1469-1527), estudioso y observador de mandatarios como los Borgia, por ejemplo, les resulta un Manuel Rosales el perfecto candidato con el cual manosearse y doblarse para no partirse.

Existe un sector que los que llamaríamos los “Charberleins”, quienes dicen negociar en bien del país, y a lo mejor ello es cierto. Con estos pasa como en el caso tristemente harto conocido del luego célebre primer ministro británico Winston Churchill cuando les advertía, en tiempos del advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, que había que enfrentar a los nazis porque seguro incumplirían su palabra e irían a su momento tras toda Europa: “El que se humilla para no ir a la guerra tendrá la humillación y tendrá la guerra”. Esto, de no resultar la actual estrategia electoral dolorosamente cobrará vigencia.

En este caso de la Venezuela de hoy, el escenario mundial nos lleva a la influencia de Rusia-Cuba sobre Venezuela, y los fines políticos electorales y del escenario mundial de guerra actual donde las amenazas se han convertido en realidades con la invasión dude Putin, criminal en guerra o en paz, ahora a Ucrania y, quién sabe pa’ cuando a otros Estados de la ex Unión Soviética.

De los otros países como la Colombia narcoterrorista de las disidencias FARC y del ELN, enredada en la presidencia actual de Petro, el Brasil de Lula da Silva que cuando opinó del “por qué tanto llanto de María Corina”, en lugar de apoyar un candidato sustituto, ahora se quedó sin argumentos, para quedar como Condorito, o hacerse el que no entiende. Hasta los árabes extremistas del Medio Oriente con Hezbolá, Irán y los más atrevidos desde la China están metiendo la cuchara en este pastel en que nos han vuelto nuestra soberanía la traiciones, desde Chávez a Maduro y desde Cabello al visitar La Habana, donde haciendo caso al filósofo patriota cooperante “se dobló para no partirse” recibiendo instrucciones de Raúl Castro.

Si vamos por la coherencia en la línea de lo que María Corina ha mantenido en su valiente y consciente lucha, el lema del ¡Edmundo para todo el mundo! suena lógico para empatar con el “Hasta el final” sobre todo si se le impone a Manuel Rosales que le entregue la tarjeta a María Corina para que esta de un lado junto a Corina Yoris, y al otro Manuel Rosales junto a Barboza le suban la mano a Edmundo González Urrutia, que sí sabe del vital marco internacional en el que nos es vital movernos ¡porque es su especialidad! Con ello quedaría más claro que nunca si Rosales va a jugar definitivamente en nuestro equipo de Venezuela, o si se quedará a pagarle algo que le debe al régimen de Maduro. Vamos María Corina a avanzar, emplazando a Rosales a entregar la posición candidatural a favor de «Edmundo para todo el mundo», contigo como líder.

Desde nuestro aniversario como Cátedra Internacional por la Libertad «Francisco de Miranda», mañana 31 de marzo, Domingo de Resurrección, invitamos a enarbolar el tricolor nacional en protesta por la liberación de todos los presos políticos, junto al regocijo en nuestro Señor Supremo autor del universo.

[email protected]

@gonzalezdelcas.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!