El periódico TalCual acaba de anunciar la terminación de su etapa impresa, pero continuará en la web. Comenzó su peripecia en el año 2000, bajo la conducción de Teodoro Petkoff, y ahora proseguirá su actividad en las redes electrónicas bajo la orientación de quienes acompañaron al aguerrido editor desde el período fundacional, o un poco después. El Nacional saluda el nuevo empeño y muestra su admi- ración por la decisión de no rendirse ante las tantas y repetidas arbitrariedades de la dictadura madurista. 

Hechura de un político indoblegable, sus compañeros de faena y los jóvenes formados bajo su influencia apuestan por la permanencia de un vehículo de información y crítica que llamó la atención de los lectores desde el momento de su aparición. Fue un escollo del régimen desde el inicio, y un aliciente para los ciudadanos que buscaban la verdad y la esperanza en sus páginas; pero ahora, por fortuna, se ha procurado una nueva forma de resistir, una alternativa para no salir de la historia contemporánea. 

La vicisitud de TalCual es compartida por la mayoría de los medios impresos en Venezuela, en cuanto ha sido y es objeto de los ataques y de los atropellos de la implacable hegemonía chavista y madurista. Se diferencia del rol de muchos otros porque jamás cambió su línea editorial debido a las presiones oficiales, ni fue seducido por las jugosas ofertas que lo hubieran librado de tantas coacciones infinitas. 

Fue muro y fortaleza ante la indignidad. Aguantó el chaparrón y lo sigue aguantando. Se rebeló ante las conminaciones obscenas de los rojos rojitos. Es una historia parecida a la de El Nacional como gota de agua, motivo que nos alegra debido a que constata que todavía quedan honradez, seriedad profesional y compromiso cívico en las casas de los hacedores de periódicos. Prueba que no estamos solos. 

TalCual ha pasado, como se sabe, por la ausencia de insumos como el papel y la tinta a que lo ha sometido al desafuero de sus monopolizadores. También por procedimientos judiciales a través de los cuales se le ha querido imponer el silencio. Pero, además, Teodoro Petkof , su editor fundador, ha sido objeto de vejaciones personales que ha soportado con altivez y digna conducta. Su ejemplo de gigante inconmovible ante los ataques de la barbarie no solo demuestra la magnitud de la bajeza imperante, sino también la existencia de ciudadanos preclaros que no modifican su conducta ni un ápice frente a las embestidas de un monstruo insaciable de poder. 

En tiempos de declive, la resistencia de TalCual es una muestra de altivez. En horas implacables, es vanguardia de la pugna por el mantenimiento de valores fundamentales. En tiempos que pretenden silencio y sumisión, una prenda de autonomía y coraje. En un lapso que se regodea en la alternativa de contar con mediocridades cómplices, continúa su camino con la linterna encendida de Teodoro Petkof . El Nacional se honra porque lo tiene como compañero de sendero. 


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