Los resultados electorales ocurridos este 11 de abril –en una fecha muy significativa en la historia contemporánea de Venezuela– en las elecciones presidenciales de Ecuador (segunda vuelta) y Perú (primera vuelta) son un claro espejo para los sectores maduristas y antimaduristas venezolanos.

De esos resultados hay un claro mensaje que comienza para los maduristas en pensar que son ellos quienes supuestamente levantan las banderas del «progresismo y la independencia de nuestros pueblos», cuando la verdad es que el madurismo solo es la peste ideológica y política más contaminada de atraso económico y social del continente, todo envuelto en un conjunto de violaciones de derechos humanos, originando la destrucción salarial de los trabajadores con la más alta hiperinflación registrada en la historia de la humanidad, y una emigración que supera, según cifras de la Organización de Naciones Unidas, en más de 5 millones de connacionales, y ahora con la complejidad del covid-19, agudizado por el colapso de las redes sanitarias, y hasta rechazar el plan de vacunación de los empresarios venezolanos con 6 millones de vacunas que aliviarían de manera importante tal situación en el país

1) Triunfo de Lasso en Ecuador: Derrota para el correísmo-madurismo

Cuando hablo de izquierda en Ecuador no me refiero al correísmo derrotado por Guillermo Lasso, sino a la forma en que estos en complot lograron sacar a Yaku Pérez del movimiento indígena Pachakutik del ruedo político en esa nación.

Así tenemos que los principales causantes de la derrota de Andrés Arauz en Ecuador son responsabilidad directa del madurismo, quien tuvo en individuos como Rafael Correa y el español Juan Carlos Monedero a sus principales cartas de presentación.

Y es que si el líder indígena de Pachakutik, Yaku Pérez, hubiese llegado a la segunda vuelta sin que la componenda del correísmo-madurismo se hubiese unido con Lasso para despojarlo de ir al balotaje, hoy la historia para el pueblo ecuatoriano sería otra; pero los laboratorios e insólitas declaraciones de Rafael Correa, Juan Carlos Monedero y otros llegando al extremo en decir que «no era indígena», palabras acompañadas de cualquier cantidad de calumnias y mentiras satánicas que se pueden generar sobre un ser humano.

Tales acciones revelaron el mezquino personalismo de Rafael Correa, quien a su vez aseguraba en sendas declaraciones –el día de las elecciones en primera vuelta y días posteriores– que Guillermo Lasso le ganaba a Yaku Pérez en toda la costa y parte de lo que llaman la sierra, evitando con ello por todos los medios que se auditara 100% de las actas, lo que terminó dándole por menos del 1% –0,36% para ser exactos– el pase a Guillermo Lasso a segunda vuelta pensando que con esa evidente trampa y fraude electoral en contra del líder indígena, su títere Andrés Arauz –quien ni siquiera podía votar por él mismo en Ecuador por residir en el exterior– llegaría a la presidencia.

¿Y ante ello qué hicieron el correísmo-madurismo y el propio Andrés Arauz? Pues en vez de condenar al madurismo como lo hizo en su momento Alberto Fernández en Argentina, se plegaron a estos como forma de gobernar y seguir sus «ejemplos», al punto de que hasta las felicitaciones y diálogos con la cúpula de Miraflores se hicieron constantes.

Esas relaciones del correísmo-madurismo no solo crearon pánico entre los indígenas de Pachakutik, que por cierto muchos de ellos son dueños de pequeñas, medianas y grandes extensiones de tierra, y quienes vieron el fantasma de las expropiaciones y políticas totalitarias del madurismo en Andrés Arauz, y prefirieron votar nulo, mientras que otra parte de la población ecuatoriana, que al final entre ambos grupos sumaron la mayoría, decidieron plegarse a Lasso que votar por la izquierda disfrazada y controlada por Correa.

Por ello, que hoy Guillermo Lasso sea el presidente electo de Ecuador, el madurismo tiene una alta responsabilidad, recordando que también condenaron a Yaku Pérez en sus redes y medios nefastos como Telesur con cuanto «analista» que además de los mencionados, iba a despotricar del movimiento Pachakutik, siendo también un vocero de ellos, el seudointelectual y asalariado de la corrupción Atilio Borón, como parte de los tartufistas de turno.

Si Yaku Pérez hubiese sido el candidato de la auténtica izquierda en Ecuador, no solo habría ganado con más de 60% –Lasso gana con 52,4%– sino que la derecha habría prácticamente desaparecido de esa nación. ¡Pero no! Había que torpedear a Yaku Pérez, y ahora Guillermo Lasso es presidente y se refuerza el modelo neoliberal en la región.

Y quienes piensen que Andrés Arauz es un «líder» están equivocados. El correísmo mientras siga sin condenar al madurismo puede ir haciendo su tumba política en los próximos cuatro años y sucesivos. Por lo pronto, dependiendo de las acciones de Guillermo Lasso en ese país, será Yaku Pérez con el movimiento Pachakutik quien tiene el control de la oposición del pueblo ecuatoriano. Lo demás no cuenta en estructura de movimientos sociales organizados, salvo como mecanismos de mediática tecnológica.

2) Resultados en Perú: ¿Cuál será el devenir político?

Por otra parte, además de lo sucedido en Ecuador, los resultados en primera vuelta en Perú, dieron a Pedro Castillo sorpresivamente el triunfo con casi 20% de los votos, y se dice que su triunfo fue inesperado porque resulta evidente que las «encuestadoras» jamás valoraron las intenciones de voto de las zonas rurales del país, donde el ahora candidato presidencial para la segunda vuelta tendrá que vencer otros obstáculos si realmente quiere luchar por la presidencia de su país.

Pedro Castillo, quien por cierto es docente y no muy afín en lo personal ni su partido a las herramientas tecnológicas –incluso aseguró que su partido Perú Libre no tiene cuenta en Twitter, mientras él se unió a tal red en febrero de 2021 con el nombre de @PedroCastilloTe– deberá medirse en el balotaje con Keiko Fujimori –la hija del expresidente Alberto Fujimori, quien se encuentra en prisión por delitos de lesa humanidad, razón por la cual solo podría ser liberado con indulto presidencial– del partido Fuerza Popular, y quien al igual que Lasso esta sería su tercera carrera por llegar al Palacio de Gobierno, pues pareciera que si Castillo no ejecuta una serie de acciones políticas, tendría todo a su favor para ser presidenta del país inca.

¿Y en qué nos basamos para asegurar que Keiko Fujimori iría con la primera opción presidencial? Pues, al igual que sucedió con Yaku Pérez y Andrés Arauz en Ecuador, el madurismo ya está contaminando la candidatura de Pedro Castillo con «apoyos» y seudoanalistas desde Telesur y otras redes de comunicación, dejando claro que si algo existe en la nación peruana es xenofobia contra los venezolanos, y lo menos que quisieran ver los peruanos es la imagen y declaraciones maduristas en la campaña presidencial y su futuro.

Si Pedro Castillo no condena al madurismo, es decir, solo hace una declaración subrepticia de «no injerencia», y no asume que quienes relevaron a Chávez en el poder han empobrecido a la nación venezolana, siendo ellos, una de las naciones como principales receptores de nuestra emigración, difícilmente Castillo sobrepase el 40% de los votos en segunda vuelta, máxime si asumimos que ese 15% de electores que no asumió preferencia alguna, no debería sobrepasar para ninguna de las dos candidaturas más allá de 5% y 7%, porque siempre quedará una parte incólume en su decisión de no votar por nadie.

Lo que sucede en el Perú casi pudiéramos colocarlo en términos de dramatismo político. Hay una evidente división y cansancio ante los “dirigentes” políticos y el sistema que gobierna. Simplemente los peruanos deberán seleccionar entre un Pedro Castillo que aún no se desvincula del madurismo y una muy rechazada Keiko Fujimori.

Como nota de todo esto, no puede obviarse que algunos militares maduristas, que ahora están en funciones del régimen, y se atreven a condenar a Keiko Fujimori como la peor escoria política, varios de ellos un 27 de noviembre de 1992 llegaron al Perú en un avión de la Fuerza Aérea Venezolana a pedirle asilo político al entonces presidente Alberto Fujimori. Verbigracia, eso revela que esos individuos del madurismo nunca han sido de «izquierda» y lo único que pregona en sus mentes son los intereses personales. Nunca han estado preocupados por nuestros pueblos y menos por Venezuela.

Y sobre quién pudiera ganar en segunda vuelta en Perú, la pregunta obligada, ante tanta dispersión política sería: ¿Habrá estabilidad política con él o con ella en el Palacio de Gobierno? Cada quien asuma sus propias conclusiones.

3) ¿Qué debe hacer la oposición venezolana?

Más allá de consideraciones ideológicas, el antimadurismo es uno solo. Y si efectivamente queremos deshacernos de tanta peste política, no solo debemos rechazar el abstencionismo –que por cierto, reaccionaria y equivocadamente lo promueven figuras como María Corina Machado– pues tenemos en el voto nuestra principal herramienta para comenzar a darle un giro a Venezuela en el contexto político.

Está comprobado con las chucutas elecciones de la «asamblea nacional» que el madurismo solo tiene un máximo de 3 millones de votos, y unos cuantos de ellos coaccionados por diversas barbaridades políticas. Ante ello, si la oposición antimadurista comprende que efectivamente es imposible robarse unas elecciones donde la mayoría es el pueblo votante y estando activos en la calle ese día de elecciones y poselecciones, no debe quedar duda que se ganarán la mayoría de gobernaciones y alcaldías.

Los ejemplos de Ecuador y Perú, y también del referéndum de 2007 y las elecciones legislativas de 2015, son antecedentes de organización para una oposición unida aunque exista retórica y amenazas. Al madurismo solo le queda la abstención y la desconfianza en el voto para tratar de mantenerse en el poder. Hay que centrar un nuevo discurso, un nuevo planteamiento y una renovada dirigencia que permita comprender que el voto es la principal herramienta para ir contra el madurismo. Lo demás es utopía.

 

 


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