Recientemente el presidente de Ecuador, que está sufriendo el asedio de la izquierda internacional por la subida de precios de los combustibles, anunció que Ecuador se retira de la Organización de Países Exportadores de Petróleo a partir del 1° de enero de 2020. De manera que el único país miembro que queda de América Latina es Venezuela.

Un apunte sobre el aumento de los combustibles, antes de «entrar en materia»: había que hacerlo porque las subvenciones a las que el correísmo mal acostumbró a los consumidores están haciendo un boquete enorme en las finanzas públicas de Ecuador. Había que hacerlo. Tarde o temprano.

Volvamos al tema: la OPEP es un organismo internacional fundado en Bagdad, Irak, en 1960 por iniciativa y liderazgo del entonces presidente de Venezuela Rómulo Betancourt, para tratar de equilibrar el poder petrolero-económico de Estados Unidos. Obviamente, en pleno 2019 el poder petrolero global lo tiene, incuestionablemente, Estados Unidos, que es ya el primer productor de crudo gracias al capitalismo que impulsó y estableció la dinámica de producción vía fracking. La OPEP es, principalmente, producción vía perforación convencional de pozos. Estados Unidos, el “rival” de la OPEP, produce 15,3 millones de barriles al día.

Más de 43% de la producción mundial de petróleo y 81% de las reservas mundiales se encuentran en Estados miembros de la OPEP. El principal, Arabia Saudita, produce 10.000.000 bpd. Y Rusia –que no es miembro OPEP pero si key player de la industria– produce 11.500.000 bpd (datos de 2018).

Qatar, el poderoso Estado del golfo Pérsico, se fue de la OPEP en enero 2019 porque su vocación principal de producción energética es gas natural.

Ahora se marcha Ecuador para –según fuentes oficiales– “reducir el gasto público” y quizá porque, como la OPEP desde 2017 instruyó a que sus Estados miembros reduzcan sus cuotas de aporte de crudo al mercado para ayudar a la “estabilización” del precio y del mercado petrolero global, de alguna manera esa reducción le afecta porque produce 524.000 bdp, evitándole poner en el mercado casi 20.000 bpd adicionales, lo que, naturalmente, le significa menores ingresos fiscales. El propio ministro de Energía y Recursos Naturales No Renovables de Ecuador, Carlos Pérez, informó que su país estaba avanzado a producir más crudo que el volumen y cuota impuestos por la OPEP.

Y esos números afectan especialmente si tomamos en cuenta los ataques de los que fueron objeto algunas plantas de procesamiento de crudo en Arabia Saudita hace unas semanas, ataques que encarecieron el precio del barril y tomando en cuenta que Ecuador necesita dinero para salir de la crisis fiscal que tiene.

Ecuador ingresó en la OPEP en 1973 y se retiró en 1992. Se reintegró en 2007 y en 2020 estará fuera nuevamente.

Esta retirada obedece a que el gobierno socialista de Rafael Correa dejó al país con gran déficit fiscal y el pago de intereses por la deuda pública insostenible, lo que obliga a tomar medidas como retirarse del principal cartel económico del globo. Aunque obivamente la salida de Ecuador no afectará a la OPEP ni el incremento de su producción de crudo, generará mayor turbulencia en los precios dado los pequeños volúmenes que produce esa nación suramericana, comparativamente con otros Estados miembros.

Mi conclusión: si bien es cierto que Ecuador continúa sufriendo por el descalabro económico heredado del correísmo, hecho que lo obliga a tomar toda serie de recaudos como este; no es menos cierto que podría haber agotado negociaciones al interior de la OPEP para no abandonar la organización. La presencia latinoamericana en esos espacios de poder son decisivos.

Aunque respeto muchísimo a Ecuador y sus autoridades, quizá faltó un poco más de paciencia.


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