¿Venezuela o Guyana? Claves de la histórica disputa por el Esequibo
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El verso entrecomillas pertenece a la canta sagrada del poema imperecedero de Alberto Arvelo Torrealba en su mítico poema “Florentino y el Diablo”.

No puedo evitar pensar en la honda herida causada en la memoria nacional por el despojo geo-territorial del Esequibo o Zona en Reclamación. Un poco de memoria histórica siempre hace bien para comprender el aciago presente que supura dolor en las fibras más sensibles del ser nacional. Cuando el zambo de Sabaneta fue recibido en el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana con honores de jefe de Estado sin aún haber sido electo como presidente constitucional de la antigua república de Venezuela, entonces me dije para mí: “Esto se jodió compadre; densos nubarrones preludia el futuro de mi país”.

Pienso en las tesis geopolíticas de la llamada “frontera móvil” o “frontera viva” que toda la vida ha puesto en práctica nuestra vecina república de Brasil y no puedo dejar de pensar el histórico y sempiterno descuido político administrativo que ha mostrado la nación venezolana de su fachada atlántica y su área fluvio-marítima vecinal con la república cooperativa de Guyana por el lado “esequibano”.

Remember: Cuando “jaguaryú Fidel” tomó posesión de Venezuela como enclave neocolonial de su delirante proyecto de expansión internacionalista proletaria logró persuadir al “patizambo golpista” de aventurarse en reeditar el sueño continental latinoamericano de construir una especie de “unión de repúblicas socialistas suramericanas” y para financiar tan delirante proyecto neohegemónico internacional nada más “recomendable” que hacer uso de la petrochequera de Pdvsa y de las reservas internacionales de Venezuela para hacer realidad el tristemente célebre espejismo de la “patria grande” de Bolívar-Martí-Fidel-Chávez.

Mientras el barril de crudo extraído de las entrañas de la Tierra de Gracia se vendía por encima de los 100 dólares en el mercado internacional y se conformaba un parapetado mamotreto eufemísticamente denominado Unasur con sede en Quito (Ecuador) y se despilfarraba el chorro de petrodólares proveniente de “la renta chavosaudita”, creando una entidad financiera llamada Bandes, el amplio corredor fronterizo con Guyana y la extensa franja trinitobaguense fue literalmente sometido al más deplorable abandono.

Los ojos de asombro y estupefactos de los latinoamericanos asistían a la expansión de la “revolución bolivariana” como espada redentora por las principales capitales del continente. Se construyeron casas en Bolivia, en Cuba, en Uruguay en nombre del sueño “unionista” del Libertador Simón Bolívar. Eso está documentado en aquellos tristemente célebres y lamentables programas interminables de radio y TV llamados Aló, Presidente. Paradójicamente ni siguiera una sola vivienda construyó la “revolución bolivariana” en la “Zona en Reclamación” fronteriza con Guyana.

La Constitución no menciona ni una sola vez la palabra socialismo en sus páginas pero -violando la letra y espíritu de la carta magna nacida en 1999- la revolución construyó las “ciudades socialistas”, el “Instituto Nacional Socialista de Pesca”, y cuanto trasnochado proyecto seudoproductivo de claro corte neodesarrollista expropiando y confiscando cuanta empresa privada daba signos de sana y sensata evidencia de lógica productiva. Es vox populi, noticia de carácter público y comunicacional, que el “Caimán Barbudo” de la Ínsula Barataria Antillana logró convencer al comandante “eterno” de aplicar en la frontera con Guyana la política del “laissez faire, laissez passer” como reza el dicho. En estas dos largas e interminables décadas de “revolución bolivariana”, de neto corte marxista autoritario, la nomenclatura tecno-burocrática de la partidarquía revolucionaria de Partido Único, las bambalinas propagandísticas doctrinarias e ideológicas del chavismo sectario e intolerante, se dio a la infame tarea de hacer realidad aquello de “claridad para la calle, oscuridad para la casa”. Así ha sido históricamente desde que los socialistas chavistas tomaron posesión del poder político, social y económico en Venezuela. Las pruebas y evidencias irrebatibles e incontestables de la presencia política-militar de células narcoterroristas en territorio fronterizo venezolano ante la mirada complaciente algunas veces, indiferente otras de la dictadura del madurato.

Es obvio, no se le puede pedir valor y arrojo patrio a quienes nunca supieron defender con viril sentimiento nacionalista y patriota al cipayaje mercenario chavomadurista en lo que respecta a la defensa de la integridad y soberanía geoterritorial.

 


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