El máximo comandante de seguridad e inteligencia de Irán, el mayor general Qasem Soleimani, así como el vicepresidente de las milicias chiitas iraquíes llamadas Multitud Popular, Abu Mahdi al-Mohandes, fueron objetivos de un ataque realizado la madrugada del viernes 3 de enero de este nuevo año 2020.

En una operación llevada a cabo con un sistema RPAS de aeronaves no tripuladas o UAV, por sus siglas en inglés, cuyo escenario fue una zona del Aeropuerto Internacional de Bagdad en Irak y que fue autorizada y reivindicada por el propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el comandante, mayor general Soleimani, quien comandaba la poderosa y temible fuerza Qods del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, fue eliminado junto con varios funcionarios de las milicias chiitas-iraquíes, las cuales son respaldadas fuertemente por el gobierno de Teherán.

El convoy que lo trasladaba a su llegada a Bagdad, en el momento que dejaba el aeropuerto y en una zona alejada, fue blanco de una aeronave estadounidense, la cual disparó al menos dos misiles contra los vehículos.

Hay que puntualizar que el ataque fue focalizado y perpetrado de manera quirúrgica sobre la avenida que conduce a la salida, totalmente fuera del área de la rampa o del terminal del aeropuerto, lo que evitó un mayor número de heridos o la muerte de personas inocentes no relacionadas.

El general Soleimani había sido el arquitecto de casi todas las operaciones importantes de la fuerza Qods y de inteligencia iraníes en las últimas dos décadas, a las cuales se le atribuían innumerables atentados terroristas y soporte importante del gobierno sirio de Bashar al-Assad. Este ya había sido objeto de sanciones por parte de las Naciones Unidas por ser una de las entidades o personas que participan en actividades nucleares o relacionadas con misiles balísticos en Irán, según la Resolución No 1747 de 2007. Igualmente, había sido sancionado por Estados Unidos y la Unión Europea por su apoyo al terrorismo y al régimen sirio.

Su muerte es un duro golpe a la cúspide del gobierno iraní del ayatolá Ali Khamenei.

Para esta operación los estadounidenses utilizaron un sistema RPAS, el cual está formado por una aeronave MQ-9 Reaper comandada a distancia y una tripulación de vuelo militar integrada por un solo piloto, un operador de sensores y un coordinador de inteligencia.

Si ustedes creen que el MQ-9 Reaper es un dron como el utilizado en el supuesto intento de magnicidio a Nicolás Maduro, comprado por Amazon y con baterías Energizer, les cuento un poco sobre esta mortífera aeronave.

Es fabricado por la empresa General Atomics Aeronautical Systems, Inc. con un valor estimado de 16 millones de dólares, sin contar el costo del armamento provisto. Es propulsada por un turbohélice Honeywell TPE331-10GD de 950 caballos de fuerza (710 kW), con una velocidad máxima de aproximadamente 260 nudos (480 km/h; 300 mph) y una velocidad de crucero de 150-170 nudos (170-200 mph; 280-310 km/h).

Posee una envergadura de 66 pies (20 m) y una altura de 3,8 mts. Con una carga útil máxima de 3.800 lb (1.700 kg), y puede armarse con una variedad de armamento y munición. Con una autonomía de 30 horas cuando se realizan misiones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento, y solo disminuye a 23 horas si lleva una carga de armas completa. El Reaper tiene un alcance estimado de 1.000 nm (1.150 mi; 1.850 km) y una altitud operativa de 50.000 ft (15,000 m), lo que lo hace especialmente útil tanto para vigilancia como para operaciones tácticas puntuales.

Puede buscar objetivos y observar el terreno utilizando múltiples sensores, incluida una cámara termográfica. Se afirma que la cámara de a bordo puede leer la placa de un vehículo a dos millas (3,2 km) de distancia. La señal de comando de un operador en tierra tarda solo 1,2 segundos en llegar al dron a través de un enlace satelital.

Está estructuralmente diseñado con 6 puntos de fijación de carga o pilones. Los pilones de soporte interiores pueden transportar un máximo de 1.500 libras (680 kg) cada uno y permiten el transporte de tanques de combustible externos. Los pilones de soporte de ala media pueden transportar un máximo de 600 libras (270 kg) cada uno, mientras que los pilones de soporte extremos pueden transportar un máximo de 200 libras (91 kg) cada uno.

Puede llevar una variedad de armas, incluyendo la bomba guiada por láser GBU-12 Paveway II, los misiles aire-tierra AGM-114 Hellfire II, el AIM-9 Sidewinder y el GBU-38 Joint Direct Ataque Munición (JDAM) o simplemente dos tanques de combustible externos de 1.000 libras (450 kg) y 1.000 libras de municiones, para el simple apoyo de tropas en tierra.

El MQ-9, un arma temible por lo sigilosa y efectiva, pero que nuevamente abre la discusión entre los grupos pro-defensa de los derechos humanos y los grupos antiterroristas, los vendedores de armas, así como los defensores de la segunda enmienda de la constitución o el derecho constitucional «right to bear arms» o el derecho de portar armas para legítima protección y defensa, abanderados por la poderosa organización NRA (National Rifle Association) de Estados Unidos, con 5 millones de miembros.

A la mayoría de los estadounidenses les gustan y aprueban el uso de los drones. Creen que la guerra con drones ayuda a mantenerlos a salvo.

Según datos de Pew Research de mayo de 2015, 58% de los estadounidenses aprueba el uso de aviones no tripulados en ataques contra presuntos terroristas en países extranjeros.

Independientemente de que nos guste o no el uso militar, debemos tener en cuenta que estos ya forman parte de las armas de guerra de cuarta generación, pues:

• Los drones se están convirtiendo en ejércitos de aviones no tripulados, controlados a distancia, que se utilizan para transportar armas letales de gran precisión.

• El ataque con drones permite la focalización sofisticada, limitando los ataques a objetivos individuales que no pueden ser sometidos a la justicia internacional, pero son acusados de crímenes de lesa humanidad.

• Los ataques con drones no involucran tropas de primera línea, sometidos al desgaste del combate y el estrés de pensar en ser dados de baja. Los operadores de drones se mantienen lejos de las zonas de combate, muy bien resguardados y combatiendo en aire acondicionado.

• Existen igualmente consideraciones de carácter moral entre miembros de los equipos operativos, pero muy reducidos traumas físicos o psicológicos de posguerra.

• Los drones permiten el combate con menos víctimas colaterales, lo que lo hace políticamente menos costoso para las naciones ir a la guerra.

• Estados Unidos tiene una de las tecnologías de drones militares más avanzada; los drones son su arma principal contra los terroristas desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.

• A partir de 2015, los drones estadounidenses habían eliminado a más de 50 líderes de alto rango de Al-Qaeda y talibanes.

Los críticos creen que los ataques con aviones no tripulados estadounidenses han transgredido los estándares legales y éticos globales. Por un lado, comparten que los ataques con aviones no tripulados son útiles tácticamente, pero creen que pueden ser estratégicamente inconvenientes. Eliminan terroristas individualmente, pero sirven como poderosas herramientas de reclutamiento para organizaciones terroristas al reforzar y fomentar los sentimientos antinorteamericanos.

Consideran que Estados Unidos debería cambiar su política de guerra de drones para que otras naciones no sigan su ejemplo con sus propias políticas de libre «licencia para matar».

 

Históricamente, las eliminaciones selectivas de oponentes en tiempos de guerra habían sido excepciones que requerían justificaciones especiales.

 

Pero dadas las circunstancias de que el terrorismo representa una amenaza mortal que evoluciona constantemente, sin consideraciones de respeto a seres humanos inocentes y personas indefensas, Estados Unidos considera que pueden legítimamente desafiar la precisión y restricciones de las leyes anteriores, priorizando sus garantías constitucionales.

Esto se aplica directamente al derecho penal internacional y la vigencia del uso de los drones para la guerra, y están cambiando su forma políticamente correcta para encarar el terrorismo. Están dejando de considerar lo que es la “legítima defensa”, por lo que consideran es “preventiva legítima defensa”, basados en lo que siempre nos enseñaron nuestros ancestros “Es mejor prevenir que lamentar”.


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