Dr. Alirio Ugarte Pelayo

Poeta e intelectual de alto vuelo

La Eternidad.-

Estimado doctor, abogado, escritor, periodista, diplomático, dirigente político, poeta e intelectual de alto vuelo. Espero que siga gozando del descanso eterno que desde el 19 de mayo de 1966 disfruta en los predios celestiales. Le escribe un ejemplar del libro Composición: lecciones graduales de lenguaje, gramática, trabajos de redacción, correspondencia comercial correspondencia comercial de Joaquín Añorga Larralde (Edición La Escuela Nueva, 1972), desde este infierno del vertedero municipal de Guanare, estado Portuguesa, al que fui arrojado injustamente por los biblicidas de la revolución.

Mi querido poeta: disculpe. Con su venia comenzaré por relatar un resumen de su vida y obra, desconocida por estos bárbaros inquisidores. Para que ellos sepan que usted fue un hombre con fibras de verdaderos revolucionarios, pues su padre biológico fue el general José Rafael Gabaldón, montonero alzado contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, y su hermano fue otro poeta, pintor, maestro de escuela y guerrillero: Argimiro Gabaldón. Claro. Usted no llevó el apellido de su viejo porque retoñó en el vientre de la bella Romelia Tamayo Anzola, nacido usted el 21 de enero de 1923 en la Hacienda Palmira, cerca de Anzoátegui del estado Lara, y que por motivo de la presunción de la mácula de ser hijo de madre soltera, su padre hizo que el matrimonio ospinense compuesto por Luis Horacio Ugarte y Hercilia Pelayo se convirtieran en sus padres adoptivos.

Esos bárbaros no saben que usted se graduó de abogado y obtuvo un doctorado en ciencias políticas en la Universidad Central de Venezuela (1947), donde se desempeñó como profesor de Filosofía del Derecho; y que colaboró en la redacción del Acta Constitutiva de la Junta Militar después del golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948; y que fue nombrado director de Política del Ministerio de Relaciones Interiores en 1948 y gobernador de Monagas en 1949; y en 1956 fue contratado por la Creole Petroleum Corporation como asesor legal del departamento de la Consultoría Jurídica. Cómo será que ni siquiera saben que como líder político fue presidente del Consejo Supremo de la Federación de Estudiantes de Venezuela en 1942 y miembro directivo del Partido Democrático Venezolano en 1943. Que además fue elegido concejal por la parroquia de Altagracia-Caracas en 1944 y que se afilió al partido Unión Republicana Democrática (URD). Ellos ignoran que como periodista fue redactor del diario Últimas Noticias, jefe de redacción de El Heraldo y colaborador de El Nacional.

Esta caterva de ignaros no sabe que el 23 de enero de 1958, usted fue nombrado secretario general, con rango de ministro, por la Junta de Gobierno Provisional presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal, y que ese mismo año se hizo militante de URD, asumiendo el cargo de director nacional de doctrina de dicho partido, y que subsiguientemente fue embajador en México entre 1959 y 1961 y representante de su partido ante el Consejo Supremo Electoral en 1963.

Ellos ni siquiera saben del triste final de su carrera de hombre público, y que el 19 de mayo de 1966 había convocado a una conferencia de prensa en su residencia para hacer el anuncio de la constitución del nuevo partido; pero, pocos momentos antes de iniciar la entrevista, se escuchó un disparo en su despacho, y lo encontraron muerto.

En este 2023 deberíamos estar celebrando, estimado poeta, el centenario de su nacimiento, pero lamentablemente estos resentidos sociales están pendientes es de acabar con lo que construyó la democracia. Tanto es así que en Guanare se constituyó en el proceso democrático una biblioteca pública que, honrosamente, llevó su nombre. Desde pocos años después de la llegada de Chávez al poder, nosotros los libros comenzamos a observar que nuestro palacio iba deteriorándose poco a poco. La lluvia comenzó a filtrarse por el techo y nosotros comenzamos a sufrir de moho, nuestras solapas se abultaban y las páginas se humedecieron. La primera familia librera que se contaminó fue la sección de “Sala estadal” que contenía las obras literarias de los escritores portugueseños. Una sección que ellos mismos hicieron, llevando cada poeta, cada escritor los cinco libros reglamentarios que exigía la Biblioteca Nacional por conceder a cada escritor el Depósito Legal respectivo. Esos libros fueron sacados de los estantes para que no contaminaran al resto de la población libresca. Con lástima vimos caer al piso: Obra poética de Eddy Ferrer Luque, Los cinco reyes magos de Tomás Jurado Zabala, Un sacudir de alas de Carmen Pérez Montero, El caballo de mis coplas de Graterolacho, el poemario de José La Riva Contreras, varios libros de José Joaquín Burgos, Negro es un bello color de Yorman Tovar, y otros tantos que me es imposible enumerar.

El tiempo fue pasando, y entre la lluvia creando tanta humedad, las polillas y la indiferencia del gobierno, nos convirtió en un enorme hospital de pacientes sin médicos ni medicinas. Hasta que llegó un “brillante” gobernador, cavernícola hasta de nombre y ordenó nuestro desalojo. Pensamos que íbamos a un hospital para que nos restauraran, pero no. Nos echaron como cochinos en un enorme volquete para un depósito en peores condiciones, nos arrojaron al “suelo pelao” donde nos terminamos de deteriorar, y de allí nos trajeron en otro camión volquete. Diez viajes echó aquel camión, como quien traslada presos de alta peligrosidad, y nos botaron en este vertedero municipal junto a tanta basura. Aquí somos tan insignificantes que ni siquiera les interesamos a los zamuros plumíferos ni a los zamuros humanos.

Por boca de un extraño que vino a echar desperdicios acá supe, Dr. Ugarte Pelayo, que el acucioso escritor Jesús Pérez Soto, uno de los autores cuyas obras perecieron, escribió por las redes este texto:

“Ya nos enteramos adónde fueron a parar los restos de los libros que dieron vida a la antigua biblioteca pública Dr. Alirio Ugarte Pelayo. ¿Recuerdan? 23.000 ejemplares fueron desalojados de su templo, trasladados a un local inapropiado y de allí, hace poco los arrojaron a una volqueta y fueron a parar al vertedero de basura. 10 viajes echó la volqueta, eso costó sacarlos de la vida pública de Guanare; pero el circo sigue porque ya viene el 23 de abril, Día del Libro y seguro habrá pitos y tambores, hurras y festejos para hablar bien del libro, para exaltarlo, pero no para devolverlo públicamente a los lectores, para ponerlo al alcance de los niños. La noticia es triste y hay que asumirla como una de las peores canalladas que le puedan hacer a un pueblo, porque dejarlo sin biblioteca pública es un acto del que solo se puede vanagloriar un estúpido, un miserable o un… agreguen ustedes el adjetivo; porque puede que a un político no le guste leer, pero no por eso tiene derecho a arrastrarnos hasta su ignorancia y tampoco debemos permitir que nos hagan eso. Mientras en Guanare no haya biblioteca no podemos hablar de amor al libro, será más cuesta arriba formar niños y jóvenes lectores; hay que devolverles su templo a los libros, su olimpo y eso lo tiene que hacer el gobierno quien fue el que acabó la biblioteca”.

De manera que el templo donde nuestros poetas y educadores soltaron lo más granado de su talento para educar y recrear a tantos jóvenes, de la noche a la mañana se convirtió en una empresa estatal de vehículos (ambulancias). Tuvo razón Miguel de Cervantes cuando sentenció: “La ignorancia es un rocín que hace tropezar a cada paso a quien lo monta, y pone en ridículo a quien lo conduce”.

Es una lástima, Dr. Ugarte Pelayo, contarle esta desgracia. Tanto que se esforzó el Estado democrático para formar a estos ñángaras tardíos y resentidos sociales en las universidades. Mientras el Estado aportaba presupuesto ignoraba la basura ideológica que le estaban inyectando a los jóvenes de la época con el nocivo recetario de Marta Harneker, El Capital de aquel viejo ocioso llamado Carlos Marx que nunca trabajó, y de tantos cabezas calientes criollos que el mismo Estado les publicaba aquellos legajos venenosos que hoy por hoy son el fracaso de Venezuela, mientras ellos calificaban de “agente de la CIA” a Carlos Rangel por su obra Del buen salvaje al buen revolucionario. No quisieron los demócratas darse cuenta de que en las universidades se estaban amolando los cuchillos para nuestros propios pescuezos… y lo estamos viviendo en esta degollina plagada de corrupción y destrucción general.

Hoy 23 de abril de 2023, día de nosotros los libros, le confieso estimado poeta que deseo el día en que alguien prenda fuego en este pedazo de suelo putrefacto donde agonizo. Desde aquí he visto morir a tantos amigos, consumidos por las llamas. Vi con suma tristeza las siluetas de El Quijote y Sancho Panza, elevándose en volutas de humo nauseabundo. Escuché el llanto de Carmen Rosa, quien después de escapar del palúdico pueblo de Ortiz con sus Casas muertas y ayudar a construir Oficina Nº 1, morir en medio de tanta podredumbre. En fin, estimado Alirio Ugarte Pelayo. Su nombre y su memoria, han sido ultrajados y pisoteados por estos gobernantes de mentalidades primitivas a quienes no podemos exigirles nada porque es como pedirle mangos a un camoruco. Finalmente le digo que su poema “Canto irregular a Venezuela” no ha perdido vigencia. Nada más veamos lo que escribió usted en la primera estrofa:

Venezuela del canto emocionado,

doliente Venezuela campesina.

Puerto fluvial abierto en el costado

de América sensual y fugitiva.

Venezuela del hierro arrebatado

sin el penacho gris de las usinas.

Venezuela del agro quebrantado

bajo el peso de torres exhaustivas.

Dormida tierra de dolor clavado

en la tumba sin muerte de Bolívar,

te canto mi dolor crucificado

en el hondo ejercicio de la vida”.

Atentamente,

El libro desechado


Yorman Tovar es poeta portugueseño, profesor titular de la Universidad Ezequiel Zamora (Unellez).


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