«…mujer moderna, mujer nacida para el esfuerzo…»

Extracto del poema que José Bracamonte, su padre, le dedicó a Graciela Bracamonte, la dama del pasillo de ingeniería de la Universidad Central de Venezuela.

Por Andrea Rondón García y Pedro Urruchurtu Noselli

Graciela Bracamonte fue librera de la Universidad Central de Venezuela por años, no tenemos el año exacto, pero podemos decir que desde finales de los años ochenta ya nos proveía de libros y recomendaciones a profesores y estudiantes. La plaza universitaria, el reloj que nunca funcionaba, las nubes de Calder, la Sra. Graciela, todos son constantes al momento de recordar y hablar de la UCV.

Mi amigo Pedro y yo, dos generaciones distintas de ucevistas, la recordamos en estas líneas que reflejan una conversación virtual, propia de estos tiempos de cuarentena, que tuvimos al comentar su triste partida.

18 de julio de 2020

ARG: Mi querido Pedro, qué triste noticia la muerte de la Sra. Graciela. Viendo el video homenaje que le hicieron hace algunos años y que compartiste en tus redes, te comenté de inmediato que aunque la había visto desmejorada los últimos años, me sorprendió y dolió su partida. Pensé que la vería unas veces más, pero lamentablemente se hace difícil en esta dinámica. En una situación similar se encuentra la escritora Lena Yau respecto de otra pérdida y escribía en sus redes algo que describe perfectamente mi estado de ánimo con la muerte de la Sra. Graciela: «Tu muerte no me deja tristeza. Me deja mucho más. Un mordisco. Una caída en público. Una extraña culpa».

PU: Es así, querida Andrea. La Sra. Graciela era y es un patrimonio de la UCV, pero mucho más que por ella misma. Representaba una manera de tratar a la gente, de sonreír, de ternura. También de comprensión y de conversación. Su partida es parte de algo que ya no es, que ya no está. De algo que no sabemos si volverá a ser y que, si llega a ser, no sabemos cómo será. La Sra. Graciela se lleva un trozo más de ese espacio que nos acobijó como estudiantes y ahora como profesores. Ese espacio que tanto criticamos por su fondo, pero que, entre la esencia y la forma, atesoramos y añoramos. Sabía que la tristeza la había golpeado. Sabía que le había afectado mucho el ver a la UCV deteriorarse. Su partida duele, porque sabemos que se fue en la espera de algo que no volvió a ver.

Nuestros estudios de pregrado con ella

ARG: Te cuento que la conocí en el año 1997, cuando ingresé a la Escuela de Derecho de la UCV. De inmediato noté que era distinta al resto de los que vendían libros en ese pasillo. No todos los que venden libros son libreros y ella era una. Aunque no tuviera títulos universitarios, era una persona bastante leída y culta. Era capaz de recomendarme libros de la Fundación Polar o de la Fundación para la Cultura Urbana que definitivamente complementaban mi pregrado, lo que me parecía fundamental.

Era la primera en llegar a ese pasillo de ingeniería y en ese momento aprovechábamos conversar ya no solamente de libros sino de su Perú natal y de sus primeros años en el país.

PU: Es así. Entré a la UCV en 2007, exactamente una década después que tú, en Estudios Políticos. La Sra. Graciela ya era una institución. La primera clase y el primer texto recomendado, marcarían una larga relación de pregrado, posgrado y varios en marcha como profesor. Idea de la política de Manuel García-Pelayo. Solo ella lo vendía, al igual que todos los de esa fundación. Se volvió referente obligatorio de textos de Ciencia Política. De ella se decían muchas cosas. Tanto, que hasta se bromeaba que, habiendo vivido tanto, sabiendo tanto de historia y estando tanto tiempo en la UCV, en realidad fue una agente infiltrada de la KGB.

Sus anteojos eran característicos. Siempre me llamó la atención su buena disposición. Si no tenía un libro, lo conseguía en pocos días. A veces, conociendo la vida del estudiante, hacia descuentos tan grandes, que se entendía que ella prefería que la gente aprendiera antes que dejarla sin libros. Admito que me emocionaba mucho que, a medida que me adentraba en las ideas de la libertad, ella tuviera una gama tan amplia de libros liberales. Mucho de Ayn Rand lo compré allí, así como de Mises y tantos otros. Quizás ella no lo sabía, pero desafiaba al sistema teniendo esos textos allí de forma temeraria. Leyó a Ayn Rand y me lo dijo una vez. También a Carlos Rangel. Ella recordaba todo de esa UCV de izquierda que refugiaba guerrilleros y quemaba libros.

Su legado

ARG: Aunque somos de generaciones distintas, coincidimos en anécdotas. Ella siguió siendo una de mis libreras durante la especialización y el doctorado en la UCV. La continué visitando aun cuando ya daba clases en otra universidad. Muchos de mis trabajos tienen su huella, porque allí está la cita del libro que me recomendó y le compré. Una de las últimas veces que la vi, vendía libros a consignación de Cedice Libertad. Toda una irreverencia, como comentas, dentro de ese pasillo de ingeniería. En lo particular, siempre le tendré un especial cariño y recuerdo, no solo porque compartíamos el amor a los libros y la lectura, sino porque representó una etapa muy bonita de mi vida, una etapa que podría resumir en estas palabras sueltas y que desde donde esté ella entenderá: universidad; abuela; la Venezuela posible; calidez; femineidad; detalles de diciembre.

PU: No puedo estar más de acuerdo contigo. No era una vendedora de libros más. Era librera por pasión y oficio. Sabía lo que recomendaba, sabía qué decir. Insisto, ella se lleva una manera de acercar los libros a la gente. Ella se lleva una parte de esa UCV que marcó grandes momentos de mi vida que no volverán, no por ella, sino por la misma universidad y su futuro. Siempre que iba a la UCV en tiempos recientes, la visitaba. Era agradable. Le tomé cariño. Se le notaba triste, como esperando algo, pero ahí estaba. Ella marcó una etapa en la que los libros eran más valiosos que ahora y en la que me formé. Los valoro mucho porque me han acompañado en una gran travesía académica y política que contó en gran medida con la recomendación de la Sra. Graciela. Me quedo con su recuerdo y con lo mucho que significó. Tus palabras sueltas son un permanente llamado a recordar lo que fuimos y lo que ella fue. La Sra. Graciela pasó de ser institución a ser leyenda, entre tantas añoranzas.

 


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