El comunicado conjunto emanado de los máximos responsables de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá sobre la situación en Venezuela, hay que leerlo con mucho detenimiento. De esa lectura se desprende inequívocamente la admisión del evidente fracaso que tuvo todo el grupo de países que apoyan a Juan Guaidó en su propósito de derrocar al gobierno de Maduro en el pasado reciente. Un poco tarde, porque ese reconocimiento ha debido hacerse desde el momento en que fracasó el intento de ingreso de ayuda humanitaria en febrero de 2019. El llamado “sí o sí” referido al debate sobre el ingreso o no de la ayuda humanitaria por la frontera con Colombia, se convirtió en el grito de batalla del pueblo opositor encabezado por el entonces presidente interino Guaidó, para introducir a Venezuela una supuesta ayuda humanitaria destinada a mitigar la carencias que en todo orden padecía y aún padece el pueblo venezolano; pero lo que en realidad pretendía era el ingreso de Guaidó con convoyes de camiones, provocar una insurrección popular y con ello un alzamiento colectivo de los integrantes de la Fuerza Armada Nacional para derrocar a Maduro. Este hecho no ocurrió; el puente Simón Bolívar que delimita la línea fronteriza entre los dos países y que era por donde debía ingresar la ayuda humanitaria fue obstaculizado por barricadas y por mercenarios fuertemente armados del régimen de Maduro, quienes a sangre y fuego impidieron el ingreso de los camiones, subterfugio para el ingreso triunfante de Guaidó; es decir el “sí o sí” no se cumplió. En ese instante Juan Guaidó en lugar de reconocer su derrota puntual y retomar e insistir en el terreno en el “sí o sí”, fijando una nueva fecha para el ingreso de la “ayuda humanitaria” y con ello mantener al país en pie de lucha y a la expectativa, optó por irse a Bogotá a reunirse con el entonces vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, y emprender una gira internacional por los países del continente. Por supuesto, con la popularidad que en ese momento rondaba en 80%, a Guaidó se le recibiría con honores de jefe de Estado en todos los países. No fue más que una ilusión óptica porque a fin de cuentas el poder real lo seguía teniendo Maduro. Pero la realidad fue que el “sí o sí” y el consecuente derrocamiento de Maduro, para frustración de la gran mayoría de los venezolanos, no se cumplió y ese hito sería el comienzo del declive de una opción que sin duda hubiese cambiado la historia reciente de este país.

Guaidó, joven, carismático, moreno, honesto, no contaminado; era una esperanza para un pueblo sometido a los rigores del fracaso estrepitoso de la clase política opositora incapaz de sustituir a un gobierno cuya política económica ha sometido a la población a una pobreza nunca antes vista en este país y que ha provocado la mayor crisis migratoria del mundo. Guaidó, aún cuando hace esfuerzos importantes,  trabajando en la calle con la gente, su popularidad está menguada aunque sigue vivo y mientras esté vivo y trabajando la podrá recuperar.

El genuflexo comunicado le da “la bienvenida a los avances sustantivos y creíbles para restaurar los procesos e instituciones democráticos centrales en Venezuela”. La verdad es que no sabemos a qué proceso se refiere; pero si es al nuevo Consejo Nacional Electoral, le recordamos que dicho organismo fue designado en violación del art. 296 de la Constitución. (Al margen de discusión sobre la legitimidad o no de la Asamblea Nacional electa en diciembre de 2021. Pero eso sería materia de otro artículo).

El comunicado hace un llamado a que se deben liberar a los presos detenidos “injustamente por motivos políticos”; obviando algo que todo el mundo sabe y es que la calificación de justo o injusto le corresponde en Venezuela a un Poder Judicial totalmente dominado por el partido de gobierno, que no orienta sus decisiones a la recta interpretación de las leyes sino que estas se dictan a la conveniencia política del régimen socialista. Es decir, los presos políticos seguirán presos en la medida que ello le sea útil políticamente al régimen. Asimismo, en forma ambigua, hacen el llamado para que se respete la independencia de los partidos políticos,  sin mencionar que esa justicia al servicio del PSUV ha secuestrado a los partidos políticos, equivocando el enfoque que ha debido tener el comunicado en ese aspecto.

Finalmente, lo que constituye una claudicación total es la falta de mención a Juan Guaidó como presidente. Con ello reconocen implícitamente a Maduro y a la Asamblea Nacional electa en diciembre de 2020 que designó, (violando el art. 296 de la Constitución), el nuevo Consejo Nacional Electoral, organismo que a su vez fijó las elecciones regionales y locales para el 21 de noviembre de 2021; evento que mencionan los firmantes Blinken, Garneau y Borrell, como el próximo evento electoral previsto.

El comunicado rompe el acuerdo bipartidista entre republicanos y demócratas frente a Venezuela  y desilusiona a muchos opositores. Biden cuelga los guantes, se entrega a Maduro a quien le tiene sin cuidado las sanciones, porque en primer lugar, ha sobrevivido con ellas, logrando esquivarlas con el asesoramiento de sus pares de Cuba, Irán y Rusia, quienes tienen amplia experiencia en ello y en segundo lugar, se le presenta como excusa perfecta de su fracaso como gobernante.

Por ello cabe aquí traspolar la expresión del Dr. Oyabi que se ha hecho viral en las redes pero cambiándole el nombre: “¿Dónde estás Donald?”.


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