una catástrofe económica
EFE/ Johnny Parra

El hecho de que haya un viceministerio que se llame Políticas de Compras y Contenido Nacional en el Ministerio de Comercio ya es sorprendente. Sobre todo porque es bastante difícil imaginar cuáles son las tareas de este despacho, si es que las tiene.

Seguro que muchos lectores estarán de acuerdo con la afirmación que se hace en este editorial: nadie sabía que ese viceministerio existía hasta esta semana, cuando el titular de la oficina se reunió con los representantes de una importante cadena de farmacias bajo las directrices de la ministra Eneida Laya.

¿Y es que en realidad se ocupan de las “políticas de compras y contenido nacional”? ¿Con qué se come eso? Los que le pusieron ese nombre al viceministerio nada saben del trabajo real de definir políticas y mucho menos de implementarlas. Si se trata, por ejemplo, de dictar normas y directrices para el comercio, ¿por qué las imponen a una sola farmacia?

Lo que supuestamente acordaron es que los locales de la cadena asumirán la responsabilidad de entregar a los clientes el cambio en la misma divisa en la que recibe el pago. Es decir, que de alguna manera tendrán que proveerse de billetes y monedas de baja denominación. ¿Y cómo van a hacer esto? ¿No se supone que es el régimen el que tiene el monopolio de las divisas?

Lo que circula actualmente tiene diversas fuentes, pero son parte de la llamada “economía negra” que mueve una cantidad limitada de dólares casi todos de origen privado y negocios varios (entre los que se deben contar algunos ilegales). “En estos momentos existen entre 5.000 y 7.000 millones de dólares circulando en las calles de Venezuela, y se desconoce de dónde vienen”, dijo Eugenio Hernández-Breton, de la firma de Baker McKenzie, en octubre del año pasado.

Lo que sucede es que los que manejan estos billetes verdes son un porcentaje muy pequeño de la población. El uso de la divisa como moneda de curso ha sido para el régimen “un escape” como lo dijo su mismo jefe, pero no para la mayoría de la población que sigue ganando en bolívares.

Entonces, ¿se trata de la definición de una política económica de parte del régimen para beneficiar a la mayoría de la población? No, porque solo obliga a una empresa que tendrá que hacer actos de magia para cumplir con un acuerdo totalmente absurdo, si se toma en cuenta que el régimen no hace nada para proveer a la economía de las divisas que necesita. Les da miedo admitir la dolarización, pero todo el peso de ese tan ansiado “escape” se lo dejan al sector privado y a los ciudadanos.

Quién sabe si el acuerdo que anunciaron tan contentos tiene fundamentos y se puede aplicar. Pero no deben extrañar estas medidas espasmódicas de un régimen que no sabe gobernar y que poco le importa si el problema económico se profundiza cada día más.


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