La estrategia “divide y vencerás” atribuida a diversos autores como al emperador romano Julio César, a El arte de la guerra de Sun Tzu, a Maquiavelo en El príncipe o a la matemática babilónica en donde se usó para resolver un algoritmo complejo, le está funcionando a Maduro. Quitarle los partidos a sus líderes naturales logró que dirigentes segundones se hicieran de las organizaciones políticas que ahora le dicen mucho menos a su propia militancia y al electorado. Reflotar la tarjeta de la manito, llamada de la “Unidad”, que habían inhabilitado, provocó que los líderes desplazados volvieran al camino electoral, ahora a vengar a quienes usurparon sus liderazgos aprovechando los favores régimen. Inhabilitar candidatos y organizaciones en elecciones anteriores fraccionó a quienes optaron por participar y a quienes no aceptaron las condiciones. Desconocer la Constitución al dejar que todos estos grupos seleccionaran sus candidatos a dedo, sin participación de las bases partidistas ni primarias, multiplicó las candidaturas opositoras. Para los 3.082 cargos en disputa la oposición presentó más de 70.000 aspirantes y el oficialismo uno para cada cargo. Ante tal dispersión y una abstención que estará rondando el 50%, los resultados ya se conocen. La estrategia divisionista del régimen llega en el programa El mazo dando a su máxima expresión, sacando de contexto al periodismo independiente, utilizando a los propios opositores en sus contradicciones y críticas, y practicando la propaganda hitleriana de desfiguración del contrario. Adicionalmente, el régimen al no cancelar salarios a los parlamentarios, ni permitir el financiamiento del Estado a los partidos, dejó a los menos pudientes en una situación económica precaria, auspiciando la genuflexión.

A lo largo de estos años hemos visto también con dolor las actitudes y declaraciones de unos dirigentes opositores contra otros. A los que parece nunca les enseñaron aquello de que “los trapos sucios se lavan en casa” o “el que le pega a su familia se arruina”. El caso de la empresa Monómeros es un ejemplo en esta dirección, cuando el régimen es quien ha robado y quebrado miles de empresas de toda la nación. A Pdvsa, que estaba entre las cinco mejores empresas petroleras del mundo, la dejaron en el esqueleto.

Es necesario destacar que cuando estudiamos nuestra historia se habla del maravilloso “espíritu de unidad del 23 de enero”, todo lo contrario de lo que observamos hoy. Cuando la dirigencia de otrora confrontó a Pérez Jiménez formó la Junta Patriótica y se unió hasta lograr el cometido del derrocamiento del tirano. Es el camino que hay que seguir. Líderes de las más diversas corrientes, desde la derecha hasta la izquierda, se pusieron de acuerdo para enterrar la satrapía perezjimenista: Betancourt, Caldera, Villalba, García Ponce, Fabricio Ojeda, entre muchos otros. Luego el Pacto de Puntofijo consolidó la estabilización democrática. La campaña que llevó a Don Rómulo Betancourt a su segunda presidencia fue ejemplar, muy diferente a la confrontación que vemos hoy entre los mismos opositores, que ayer estaban incluso en las mismas toldas políticas.

De cualquier manera, luego del trago amargo de las regionales, nadie que se diga opositor tendrá excusas para no sumarse al referéndum revocatorio de mitad de período contra Maduro. La lectura de las regionales tendrá que ser, no por el número de los cargos alcanzados por la alternativa democrática, sino por la suma de los votos de todas las tendencias opositoras y esto ratifica que somos una amplia mayoría a pesar del vulgar ventajismo. El objetivo será unirnos en el revocatorio para salir del régimen y cambiarlo todo. Nunca habrá un mejor momento. El llamado es a ir preparando todas nuestras acciones en función de ponerle fin a este desastre, rescatar y salvar a Venezuela.

@OscarArnal


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