Apenas en el inicio de su libro denunciatorio Archipiélago Gulag, Alesandr Solschenizyn escribe: «¡¡El arresto!! ¿Será necesario decir que da un vuelco a toda nuestra vida? ¿Que es un rayo que descarga sobre uno? ¿Que es una sacudida moral tan terrible, que no todos la encajan y que, a menudo, lleva a la locura? Sí, no hay duda, el piso tiene que temblar cuando al inocente le sueltan a la cara la frase terrible: ‘Queda usted detenido”.
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Podemos intuir lo que va a suceder en el futuro, pero eso no es más que un alea: una posibilidad. Son los hechos, después que acontecen, los que definen y marcan el rumbo real de nuestras vidas; a eso han dado por llamar “la verdad verdadera”. La “verdad” es que estamos frente a una repetición absurda.
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Un gobierno que pretende cambiar la forma de ser y pensar de todo un país, se enfrenta a una lucha bestial, cuesta arriba, que termina a veces cuando se impone la gestión dictatorial, férrea y prolongada que sólo beneficia a la élite de los golpistas. Los demás, obviamente el bravo pueblo, terminarán siendo simples balas de cañón.
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Guste o no, la democracia es el único régimen que garantiza el funcionamiento razonable de todo gobierno que tiene predeterminado su plazo de vigencia. Al alcanzar ese punto, se abren las puertas a un nuevo gobernante con su específico plan de acción y con un plazo de caducidad ya establecido.
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Winston Churchill (1874-1965) dibujó la realidad democrática en sabios términos: “La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás”. Él no ha sido el único en ese terreno. Muchos siglos antes, Aristóteles escribió: “En la democracia el ciudadano no está obligado a obedecer a cualquiera; o si obedece es a condición de mandar él a su vez; y he aquí cómo en este sistema se concilia la libertad con la igualdad”. En tan importante asunto no podía faltar el parecer de Simón Bolívar, tan respetado y querido por la “revolución bonita”. El ilustre caraqueño dijo esto: “Sólo la democracia…es susceptible de una absoluta libertad, libertad que se define como el poder que tiene cada hombre de hacer cuanto no esté prohibido por ley”. ¿El conductor de Miraflores y su predecesor leyeron lo anterior?
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El propósito principal de las dictaduras es el enriquecimiento de sus líderes más importantes. A nivel del pueblo, la miseria y la desdicha es lo que se impone. ¿Entendido?
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En su libro Los felicitadores, Pio Gil suelta esta joya: “Se puede perfectamente cultivar en un país una cualidad dada, para hacer de ella el distintivo típico del carácter nacional. Los griegos cultivaron el sentimiento de lo bello, y fueron artistas; los romanos el sentimiento del dominio, y fueron conquistadores … Los venezolanos tenemos el culto de la servilitud y somos felicitadores”.
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¿Qué hace la mayoría opositora de nuestro país que no se une en esta hora tan aciaga?
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Con la invasión a Ucrania, Putin puso a Occidente patas arriba; pero es obvio que al final el terruño de Lenin quedará en esa desagradable posición.
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El 27 de junio se celebró el día del periodista. Al reflexionar sobre el acontecimiento y mi contribución semanal en el diario El Nacional, la duda se alojó en mi mente por un momento. Es cierto que soy articulista de ese importante medio de comunicación; pero ¿realmente formo parte del gremio de sus periodistas? Mi respuesta a la duda carcomiente fue tajante. Nada de eso importa; soy parte de esa gran familia y a ella me he entregado en cuerpo y alma. Inmediatamente me serví una copa de vino y celebré. Eso fue más que suficiente.
@EddyReyesT