Con el claro propósito de causar terribles daños, de las bocas de la alta dirigencia revolucionaria las palabras salen como balas. Ellos buscan alcanzar la mayor felicidad cuando actúan de tal modo, pero no son conscientes de que todo es en vano. De nada sirve que Edmundo González, actual líder de la oposición, diga que el chavismo tendrá en su gobierno una puerta para su participación política. Y no es para menos, el bravo pueblo venezolano está cansado, empobrecido y molesto; ya no aguanta más a esta dictadura socialista. Se explica entonces que una especie de completa quietud se haya hecho presente en todo el país, presagiando así que, inevitablemente y en el momento justo, explotará la alegría. La sabiduría popular siempre ha sido consciente de que llueve y escampa, y los malos tiempos son suplantados por otros mejores.

Que quede claro a todos: la inmensa mayoría del país no está marcada por la desesperanza. La razón es más que obvia: los venezolanos demócratas son mayoría, por tanto, ellos vencerán en la contienda electoral del 28 de julio de 2024. No se dude que el gobierno pondrá en práctica toda su “experticia y perversa sapiencia” para alterar los resultados a su favor, mas nada en este mundo hará que eso se concrete y se quede así en el caso de que llegase a suceder. El reloj que marca el tiempo que les queda no para en su Tick Tock, Tick Tock.

Lo cierto, lo verdadero es que una nueva era está allí, muy cerca de todos nosotros. Ya las amenazas y acciones viles de la dictadura no amedrentan a los opositores; ello tiene explicación: las virtudes curativas que emanan de esa libertad que vendrá nos envolvió a todos sin posibilidades de vuelta atrás.

Sin embargo, mientras los días pasan, las arbitrariedades y metidas de pata del régimen no se detienen. Recientemente el gobierno cerró un modesto restaurante ubicado en plena carretera, entre Guárico y Apure, por la simpleza de servir un desayuno a María Corina Machado y al grupo que la acompañaba. Mayor torpeza no tiene nombre. Es por este tipo de acciones que el hundimiento de la dictadura no se detiene ni un segundo. Que sigan haciéndolo así, cometiendo torpezas y arbitrariedades a granel. Como se dice por allí:  los esperamos en la bajadita.


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