No se convocan representantes de países, se les oficia asistir a complots: y, absortos, los ciudadanos sodomizados del mundo miramos cómo ciertos «sujetos de delito» confrontan, silencian e intentan desprestigiar a quienes rechazan la delictiva catequesis de la dominante diplomafia internacional. Tienen el tupé de negar que son forajidos, y que proceden, acreditados, de lugares donde déspotas mantienen a millones de personas en situación de miseria: sin consuelo en hospitales, porque la dotación de insumos médicos y sanitarios es desestimada por asambleas de propagandistas de la supremacía tiránica. Las escuelas, liceos y universidades carecen hasta de utensilios de limpieza. En Venezuela fueron exterminadas las instituciones educativas, y apertrechadas bases militares con armas de guerra que son chatarra para quienes protegen al Crimen Organizado Mundial integrado por mariscales de campo en demarcaciones territoriales que fueron repúblicas. No extraña que sean bendecidos por la superioridad de «ecclesiae», la Historia cuenta vaivenes de cardenales adeptos al susurro de ministros de propaganda proclives aliarse con matones.

Llamo «diplomafia» [de la raíz indoeuropea «plex» e italiano «mia cosa» o «di tutti capi nostro»] al perverso y tangible recurso de negociadores del Funcionariado del Crimen Cívico-Político-Financiero Internacional, mujeres y hombres que propician proscribir la democracia. La integran representantes jurídicos de Estados que interactúan con prácticas que para ellos dejaron de ser delictivas: la extorsión, encubrimiento», conspiración para cometer, enriquecimiento súbito e inexplicable y aprovechamiento de dineros provenientes de la malversación de tesoros nacionales o privados.

La partida de nacimiento de la diplomafia fue certificada & apostillada cuando patriarcas de aborrecibles conductas, que durante décadas estuvieron rezagados en las Américas, sin esfuerzos sedujeron a militares y civiles con prontuarios criminales [infaustamente sobreseídos o indultados] que a juicio de ellos eran elegibles para administrar Estados: y, con mercenarios o sicarios, tiranizar idiotas que les confirieren mandatos o eligen una postura sumisa o cobarde resignación ante la barbarie.

No son concilios de personas santas sino conciliábulos de rufianes los convocados por esos patéticos personajes de las Américas, hace tiempo con sus llagas abiertas. Emperatrices y faraones de ridícula propaganda a los cuales sólo motivan el lucro o privilegios conforme a cualquier «capo di tutti capi de nación»: ese para el cual la «Omertá Fundacional» sustituye [bota miliciana mediante] regímenes respetuosos de los principios fundamentales de la democracia. Sus convites son para platicar estupideces, nunca anunciar que dimitirán porque no han podido desarrollar los países que gobiernan. Unos a otros se calificarán ultrapatriotas y corajudos frente a un invasor potencial que pudiera castigarlos. A la Patria Grande Latinoamericana no la arrodillará ninguna potencia mundial, salvo Rusia y China.

Nunca se entendieron ni perdonaron naciones enemigas que se pelearon en dos guerras mundiales porque las consecuencias persisten. Todas aprendieron que debían fabricar misiles atómicos del apocalipsis por venir  y muestran intenciones de dispararlas a tiempo. Pero están comercial e inevitablemente relacionadas, ello por cuanto sobre promontorios de cadáveres se pueden hacer negocios. La corrosión de las democracias en las Américas fortalece la máxima de la «diplomafia» según la cual si alguien inventó el poder fue para disfrutarlo en conciliábulos, que no para ejercerlo al modo que lo haría el filántropo interruptus de las utopías políticas-filosóficas.

@jurescritor


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