Los periodistas son enemigos del régimen. Lo dijo Diosdado Cabello. Los va a enfrentar, a atacar. Los periodistas son agentes del imperialismo.

Lo sucedido el martes en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar solo fue un abreboca de lo que viene. Se esperan más agresiones porque se le dio luz verde a las hordas chavistas, no a la gente decente, poca, que aún apoya al régimen.

Se les acabó el pueblo y solo les queda romper, atacar a los más indefensos, en la sapiencia de que los periodistas nunca van a entrarle a trancazos a nadie, que las armas del comunicador son los micrófonos, las cámaras, los grabadores y los teléfonos.

¿Hasta dónde van a llegar? El camino parece que puede llevar a cualquier cosa. Esta vez se quedaron sin alma, rodeados solo de una camarilla que está deseosa de protagonismo.

Al periodismo le vienen días azarosos y difíciles. Menos mal que luego de dos décadas ya se sabe el tipo de enemigo que está enfrente. No se subestima, pero tampoco hay que amilanarse.

El mundo está pendiente de Venezuela: de lo que se escribe, de las imágenes que se difunden, de los videos que se publican. No es tiempo de bajar la guardia.

Se espera mucho más del periodismo. El pueblo necesita que le den voz, que es lo que no quiere el régimen. El silencio ayuda al opresor y los periodistas están con la libertad. Callados nunca.


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