empresas públicas Bolsa de valores de Caracas
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El mercado de valores es un espacio físico o virtual donde los agentes económicos representados por operadores autorizados acuden en procura de financiamiento, captando el ahorro de los inversores, a quienes ofrecen beneficios y rentabilidades diversas en función de la naturaleza del instrumento y de los riesgos implícitos. A efectos prácticos, se divide en mercado primario o de emisión –la colocación originaria del título valor– y mercado secundario –la negociación o cambio de manos del título valor ya en circulación–. Hemos insistido en este mismo espacio de opinión, en la contribución que aporta el mecanismo del mercado al proveer opciones que asignan capital, riesgos e informaciones relevantes vinculadas al ahorro y la inversión. De allí proviene la eficiencia medida en términos de flujos de información disponible y verificable para los emisores e inversores, lo cual termina por reflejarse en el precio del título valor en un momento determinado. En este orden de ideas, la Bolsa de Valores de Caracas funciona como mercado de subasta pública, en el cual los operadores autorizados actúan como representantes de los inversores al momento de ventilar sus órdenes de compraventa basadas en criterios de valoración. Así las cosas, los actores del mercado serán los solicitantes, los emisores, los intermediarios autorizados y quienes tengan a su cargo la tarea de fiscalización.

En el mecanismo en comentarios, se realizan operaciones de mercado abierto en activos de renta variable (acciones) –en ellas actúan los agentes económicos sobre los libros de órdenes disponibles en pantalla, vale decir, todos los movimientos de precios e intervenciones de los operadores–, así como también operaciones previamente convenidas –entre los distintos operadores– y cruces internos –de cada operador–. Así pues, el mercado abierto –también denominado mercado regular–, marcará el precio del título, aunque la liquidación de la operación se verifique dos días después de realizado el pacto (T+2). Quede claro que el precio de los títulos solo fluctúa a través de las operaciones verificadas en el mercado regular.

Es pertinente observar, que ha disminuido la liquidez en el mercado abierto con relación al mismo cuatrimestre del año anterior, una contracción que alcanza el 12,8%, aunque se ha registrado un mayor número de operaciones –crecimiento del menudeo en intercambios por montos menores de US$ 100, lo cual se traduce en mayor riesgo de volatilidad–. Tengamos presente que la materia prima de todo mercado de valores, más allá del instrumento en sí mismo, es la liquidez bursátil. Naturalmente, toda campaña que se haga en favor del mercado debe tomar en cuenta las condiciones de liquidez.

Para citar un ejemplo, la acción de la Bolsa de Valores de Caracas venía siendo una de las más líquidas del mercado –forma parte del Índice Bursátil Caracas– y cuenta con una relevante participación de accionistas –siendo un referente de mercado, como suelen serlo las acciones de BBVA PROVINCIAL o del BNC–. El volumen negociado en el mercado abierto cayó en un 59% en comparación con el primer cuatrimestre del año 2023, un dato que por su impacto debe observarse con la debida atención.

Con relación a los títulos de renta fija (bonos de deuda), también ha habido una contracción del volumen transado del 9,8% con relación al mismo cuatrimestre del año anterior. Cayeron las negociaciones y las autorizaciones de nuevas emisiones del mercado primario, experimentando una contracción del 41% –papeles comerciales–. Lo que sí ha registrado un creciente movimiento, corresponde a los títulos de cobertura emitidos por el Banco Central de Venezuela –activos de refugio de las instituciones bancarias del sistema, al mismo tiempo que constituyen un recurso de la autoridad monetaria para reducir liquidez–. Estos títulos de cobertura compiten con otros instrumentos de renta fija.

Un tema que no podemos obviar es el relativo al incumplimiento en los pagos correspondientes a títulos emitidos durante el año 2023. Se trata de una situación probablemente asociada al relajamiento de ciertas normas aplicables –naturalmente, atendiendo a razones prácticas y para facilitar el acceso a opciones de financiamiento y de ahorro–, así como también a la incorporación de las Pymes como emisoras de nuevos títulos, entre ellos los nombrados pagarés bursátiles y otros instrumentos respaldados por fianzas de fiel cumplimiento emitidas por empresas de seguros.  Al final no se ha podido determinar si los referidos incumplimientos fueron provocados por fallas gerenciales o por el impacto de las elevadas tasas de interés acordadas –su efecto sobre la capacidad de pago del deudor–. Naturalmente, el regulador del mercado de valores –la Sunaval– tomó la ineludible medida de ajustar esa ventana de oportunidad y abocarse al establecimiento de controles más estrictos, sobre todo en lo tocante a las garantías –bonos de prenda y colaterales–. Debe añadirse el tema del “rollover”, lo que significa que más que emisión de nueva deuda, ha habido un reciclaje. Todo lo dicho hasta aquí define el mercado de renta fija en los actuales momentos.

Como último punto hablaremos de los certificados de financiamiento bursátil, cuyas emisiones aportaron 32% de la liquidez del primer cuatrimestre del año en curso. Se trata de un nuevo instrumento que sustituye otras opciones de financiamiento a través del mercado de valores, referido a operaciones puntuales de corto plazo y menos exigentes –requerimientos– en comparación a otros títulos de deuda, además de una mayor eficiencia fiscal basada en ciertos incentivos. Su liquidación fuera de bolsa lo hace atractivo al ser más práctico, pues lo que cuenta es el pacto de liquidación entre las partes, por lo cual no corresponde a un mercado propiamente de oferta pública–. Todo indica que entre éste y quizás otros instrumentos, podríamos anticipar un próximo semestre con aumento de volúmenes transados y mayores requerimientos en cuanto a garantías líquidas y exigibles, en el ámbito de papeles comerciales o instrumentos monetarios de corto plazo.


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