Esta es otra de las teorías que sostiene la profesora Leticia, a quien le placen los postulados y las frases lapidarias. Muchos de sus alumnos la citan: “Yo sólo sé a dónde voy, cuando llego”. Así, ella primero ve a dónde llega, para saber a dónde quería ir. Y entonces, una vez instalada en ese lugar, dicta cátedra y afirma que el viaje está intrínsecamente relacionado con la muerte. Sostiene que los seres humanos mueren de la misma manera en la cual viajaron.

Escuchándola con embelesada atención, al instante uno piensa en cómo viaja ella: de improviso, sin notificación previa ni anestesia, y en el momento menos pertinente. Hoy está aquí y mañana no. Son viajes en donde ella parte y deja a todos perplejos, angustiados y exhaustos. Alguien corre a buscar el pasaje a la agencia que la van a cerrar ya; otro vuela a ver cómo le consigue unos dolaritos prestados; otra va de casa en casa mendigando ropa de invierno talla Large. Y la maleta: ¿alguien presta una maleta? Horas después, aquella incertidumbre: “¿Pero por fin se iría?”; “¿De verdad que no la dejó el avión?”; “¿Y ya habrá llegado?”; “No se ha sabido nada de ella, ¿no?”. La profesora Leticia morirá inesperada, inoportuna y velozmente. Su partida causará grande conmoción entre los que la conocieron y que habrán de comentar: “Hasta el final nos dio tormento”.

La defunción de María Gracia será muy sufrida… para ella. Siempre ha tenido antipatías en los aeropuertos, retrasos en los transbordos, impasses en los aviones, falta de química con el piloto, roces con las aeromozas, incomodidades durante el vuelo, aterrizajes forzosos y maltratos múltiples en la aduana. En “Inmigración” varias veces le han querido prohibir la entrada y devolver por donde vino. Y ella que no colabora. Ella que hace todo lo posible para aumentar el conflicto. “Dura de morir”. Eso será una lucha cuerpo a cuerpo. No será un caso fácil para sus médicos.

Cecilia… ¡ay, Cecilia! Ella nunca ha viajado, a ella la han viajado. La han llevado y traído, y ella nunca ha sabido muy bien para dónde. Haz las maletas; cárgame este paquetico y éste también; cuídame el neceser; no te muevas de aquí mientras yo entro y compro; tú empujas la silla de ruedas con la abuela; ahora hay que comer esto y ya es la hora de dormir: duérmete ya. Así, a Cecilia la han rodado por medio mundo: báñate en esa laguna turbia;  sube por esa ladera resbalosa; párate en el bordecito para tomarte una foto, pero mete la barriga, estira el cuello que tienes papada y sonríe. Más. Cecilia probablemente muera asesinada… y por un miembro cercano de su familia.

Malola será divertidísima, pero es una inconsciente, temeraria e imprudente, que está como una regadera. Lo suyo son arriesgados periplos de aventura. Fallecerá en un accidente insólito: será descabezada de un solo zarpazo por un tigre de Bengala (pero en un circo ucraniano); o será deglutida por un tiburón desorientado (que estaba en el Triángulo de las Bermudas y una corriente lo rodó hacia abajo para el Caribe); o se perderá en un espejismo en el Sahara, por culpa de un camello desbocado que galopó entre dunas hacia un oasis (uno que nunca estuvo allí).  Ella será muy celebrada por toda la eternidad y todos exclamarán: “¡Es que Malola tenía cada cosa!”.

Y Rusella… Lo de ella es patológico. Dos semanas antes ya tiene la maleta lista. En una sillita, la ropa que se va a poner el día de la partida. En su cartera: pasaporte, pasaje, dinero, llaves y todo lo que un viajero experto pueda requerir. Las cuentas pagadas y una transferencia millonaria a un amigo responsable por si aparece un cobro imprevisto. Reparto de teléfonos, emails y direcciones en donde puede ser localizada. El canarito en casa de la vecina. Las matas, en la conserjería.  Mensaje en la contestadora. Nevera vacía. Llave del agua cerrada. Taxi contratado. Escapulario verde. Todo-todo bajo control. Sí, Rusella se va a suicidar.

Contemplando estos casos, pienso que lo mejor es viajar sin estrés, sin apremio, casi que campaneado (pero sin necesidad de tomar alcohol). Asumir el viaje sin mucho rigor y sin temores. No hacerle la vida miserable a nadie y disfrutar cada minuto de la travesía.

@carolinaespada


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