Por Ysméride Astudillo Barreto*

Los elementos de principios sobre la base de la diáspora universitaria surgen de las realidades que vivimos los trabajadores de estas instituciones dentro y fuera del territorio nacional.

Las historias reales, sentidas y vividas, obligan a fijar posición ante el país y sus autoridades, en la convicción que el capital humano al cual hacemos referencia, es vital para la reconstrucción de Venezuela.

En ese sentido, puntualizamos algunos aspectos referenciales, tan necesarios para  contextualizar:

1. El desprecio del Estado a la dignificación del trabajador se materializa en un paupérrimo «salario» mensual que imposibilita satisfacer las necesidades básicas de nutrientes  alimenticios para los miembros del hogar,  obligándonos a buscar otras opciones lícitas  para cubrir esas necesidades. Y hasta el término multitrabajo pierde su esencia, por cuanto se hace lo que surge y no lo que deseamos.

Esto se traduce en un mecanismo que intenta sortear una inmensidad de traumas, angustia, apatía, desolación. Puerta de entrada a las bajas pasiones, también propias del ser humano.

2. La ausencia de las condiciones personales esenciales para asistir a las actividades de la universidad, son generadoras de sentimientos desgarradores para que surjan temores, apatía, desolación, en las ilusiones para avanzar en el sublime acto de mediar en las nuevas maneras de concebir a la formación.

3. Quienes estando dentro del país y no acuden a la universidad, padecen de la Estética de la Desesperanza ante el daño antropológico infligido al tejido social académico, que todos padecemos. Con la mirada fija en los senderos de la Ética de la Esperanza para contribuir en el rescate y reconstrucción de lo que nos han robado.

4. Quienes están fuera, en regiones cercanas como los países del sur de América o tan lejanas como los países nórdicos, sueñan con volver a pisar los pasillos de la universidad, bien de manera física o haciendo gala de la virtualidad, como vía de acercamiento con la comunidad y en especial con los estudiantes.

5. La reconstrucción a la cual hacemos referencia es de Venezuela y esta solo es posible mediante el aporte de cada venezolano, sin que para ello medie la ubicación geográfica donde se encuentre o resida temporal o definitivamente.

Con situaciones tan graves, como para verse imposibilitados de volver aun cuando sus deseos sean mayores a sus carencias. Otros manifiestan permanecer en aquellos predios, recreados en la esperanza de tener su lugar como docentes, administrativos u obreros, de una comunidad donde sienten pertenencia y compromisos. Se destaca que forman parte de ella y lo que más anhelan es estar allí presentes, física o virtual, al momento de comenzar a escribir otra historia.

En consecuencia, debemos solicitar ante las autoridades universitarias de Venezuela, interpretada en Consejos Universitarios, Superiores o Directivos, sin más ataduras que las impuestas por la precariedad, la materialización de cualquier método de relación social y laboral con todo el personal que haya trabajado en la universidad, manifestar su deseo expreso de realizar actividades de docencia, investigación y extensión, desde cualquier lugar del orbe, y garantizar sus conocimientos, experiencias, productos, inventos, investigaciones, al servicio de nuestra educación universitaria, sea cual fuere su alma mater.

*Exdecano de la UPEL.


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