En una sociedad democrática, la ciudadanía tiene derechos legales, políticos y sociales. Una de las más importantes características de un proceso democrático consiste en que las personas puedan dialogar, negociar soluciones que afectan su propia vida y el futuro de su sociedad.

Evidentemente, elegantes por su naturaleza filosófica diálogos eran los antiguos griegos, Aristóteles, Platón, Sócrates, Sartre – Cohn-Bendit, Foucault y Sartre, Sartre y Platón, Humberto Giannini, Kierkegaard, J-P. Proudhon, los históricos diálogos en momentos muy complejos en el desarrollo histórico cultural del mundo inclusos en tiempos de guerras para alcanzar la verdadera paz y justicia entre los hombres. ¿Quién se pudiera negar si su casa estuviera en llamas y su solución dependiera de un diálogo o negociación entre partes con intereses bien definidos para apagar de inmediato el fuego?.

Para algunos los especialistas en las temáticas de diálogos o negociación, la diversidad de la valoración, la razón se impone y no se impone en críticos momentos históricos. Un buen diálogo o una buena negociación valora las soluciones a las problemáticas planteadas, en el diálogo o negociación se revelan en su dinámica buenas y malas intenciones de las partes involucradas, emergen distintos estados de ánimos, se mueven las estrategias, en definitiva, lo que no se puede ver tal vez en su inmediatez, por consiguiente, en ello radica su valor en la espera. Aunque el que espera desespera. Todo diálogo o negociación es toda una discusión o contacto que germina con la intención de alcanzar un acuerdo inmediato según la naturaleza de la crisis.

En nuestro contexto, caso concreto Venezuela, son incontables los debates y críticas contra diálogo / negociación régimen – oposición, la mayoría de las posturas vienen de la oposición, con toda la razón por avance en la complejidad de la dimensión de la aguda crisis política, económica y social que vive el país y la totalidad de la gente en su opinión lo que desea 61.3% es una negociación vinculada a lograr un gobierno de transición.

Nicolás, en su desorden tiene un orden, entra en contradicciones, no se da por vencido mueve sus piezas del ajedrez con un discurso estratégico bien definido donde lo significativo para su proyecto político y sus aliados es lo económico y no lo electoral, la revolución muchas veces toma una posición de radicalización y no de la razón o lógica comprensiva, construye diversos entramados, devela ante el mundo su culto por el poder, pensamiento y práctica de la propuesta comunista: política – económica de Lenin: “que a veces es necesario dar un paso atrás para poder dar dos adelante y poder avanzar”…el país espera por el debate, mientras los días, horas, minutos… se deteriora la economía y los problemas sociales continúan su complicada configuración hacia una pobreza alcanza el 90% y 15% venezolanos comiendo de la basura.

El diálogo o negociación es posible si Maduro acepta la realidad de la urgencia país, en otras palabras: buscar un escenario electoral con las garantías necesarias para convocar el voto. Para muchas personas hablar de diálogo en este momento histórico con las experiencias pasadas, es comprender que se pierde el tiempo, Nicolás deja bien dibujado en sus actuaciones y discursos que no quiere ni lo dejan abandonar el poder.

Es un imperativo encontrar la forma de superar nuestras divergencias, por muy grandes que ellas sean. Venezuela cuenta con instancias y espacios, para resolver las disputas propias de una sociedad en su búsqueda de reconstruirse. Todos nuestros estudios de opinión pública reflejan que la mayoría de los venezolanos quieren cambios, realidad que representa en números porcentuales 85% según la lógica esta motivación no tiene una intención de darle extrainning al régimen, un proyecto político que da muestra de un total agotamiento en todos sus niveles de acción.

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