Aunque el dicho es: “El hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra”, en Venezuela ya se han realizado nueve diálogos –tropiezos–, entre la dictadura y la oposición, que solo han servido para alargar la tragedia de los venezolanos, oxigenando de una u otra manera la permanencia de la narcodictadura en el poder. Ante esta realidad, y el continuado fracaso de las negociaciones, entre el régimen y la oposición, seria bueno preguntarnos: ¿Será que primero debe haber un diálogo sincero entre los diferentes factores democráticos?, y como segundo paso: ¿Es necesario realizar un diálogo entre los diferentes miembros de la comunidad internacional, sobre el caso Venezuela y quizás sea esta la solución para organizar una estrategia, coherente para lograr salir de la tiranía?

Lo cierto es que en estos 22 años de la dictadura chavista-madurista, la más cruel en el continente en los últimos tiempos, que cerró el 2020 con una inflación de 3.700%, convirtiendo a Caracas en una de las ciudades más caras del mundo, con un salario mínimo que no llega al dólar, con el agregado de una tasa de 45,6 de muertes violentas por cada 100.000 habitantes –la más alta de América  Latina–, figurando Venezuela en el Reporte Mundial sobre las Crisis Alimentarias 2020 en el cuarto lugar. Si hablamos de la migración forzosa, se estima que para 2021 se llegue a más de 6 millones de desplazados, y por otra parte, no podemos dejar de mencionar que 2020 cerró con 351 presos políticos, además de los problemas del sector salud, educativo y servicios públicos. Entonces, ante esta situación brutal y después de nueve diálogos, ¿valdría la pena hacer otro diálogo entre la dictadura y la oposición, sabiendo cuál será el resultado?

Los venezolanos lo que si deseamos ver es un diálogo entre los diferentes factores de la oposición. Aunque se han realizado algunos intentos, lo cierto es que el gobierno interino está obligado a lograr la ansiada unidad coherente, que debe ir más allá del G4. Debemos insistir en que los diferentes factores de la oposición, que desean salir de la dictadura, tienen que aceptar reunirse con otros líderes de oposición –no con los alacranes–, ni de otros supuestos líderes que ya tuvieron su oportunidad y no actuaron en consecuencia, de manera que con los verdaderos demócratas se debe llegar a un acuerdo que permita construir una estrategia que una a los venezolanos, donde no priven los intereses particulares y que pongan como objetivo primario salir de la narcodictadura, para entonces poder realizar elecciones libres y verificables.

Partiendo del hecho de que la dictadura es la única que sale ganando con una oposición dividida –G2 cubano– y la historia reciente así lo confirma, entonces tanto el presidente (e) Juan Guaidó, como todos los líderes de la oposición, como María Corina Machado, Antonio Ledezma, Diego Arria, Leopoldo López, y todos los partidos políticos que han participado en esta lucha democrática por la libertad, incluyendo a todas las organizaciones de venezolanos, dentro y fuera del país, deben ponerse de acuerdo. Para lograr esta tarea titánica se hace necesario que todas las partes cedan proyectos y ambiciones personales, logrando una ruta común, realizable, que tenga como resultado final el cese de la narcodictadura. Estos son momentos históricos y los venezolanos están atentos, quien o quienes se suman a esta gesta libertaria y quienes no ceden en sus intereses personales, que al final con esa conducta solo le dan oxígeno a la asesina dictadura.

Si la comunidad internacional ve que existe una unidad de todos los factores de la oposición, dentro y fuera de Venezuela, con una agenda de acción común, entonces no hay duda de que lograremos el ansiado apoyo internacional que irá más allá de la retórica conveniente en muchos casos como una manera meramente protocolar, pero sin acciones concretas que conlleven a la solución definitiva del problema. Por supuesto, debemos estar claros en que no podemos aceptar que los actores internacionales sean aquellos que son cómplices de la tiranía y que actúan en el entorno nacional e internacional para impedir que salga la dictadura del poder. La oposición democrática sola no puede lograr el cambio del sistema y por lo tanto necesita que continúe el apoyo incondicional de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el Parlamento Europeo, el Grupo IDEA, el Grupo de Lima, el Grupo de Contacto, y los diferentes gobiernos democráticos del mundo, donde definitivamente la actuación de Estados Unidos es clave y esperada por otros países para actuar en la solución del conflicto venezolano. La nueva administración del país del norte debe entender que los grupos terroristas, FARC, ELN, Hezbolá, ISIS y los carteles del narcotráfico asociados a la dictadura son un peligro que irá creciendo hasta convertirse, si ya no lo es, en un factor que incida directamente en la seguridad de Estados Unidos. De allí la importancia de que actores nefastos como Zapatero traten de engañar al gobierno del presidente Biden, preparando un diálogo con los representantes de la tiranía. Lamentablemente, Zapatero fue aliado de Chávez y ahora lo es de Maduro, y es corresponsable directo en ayudar para que la narcodictadura se mantenga en el poder. Zapatero no representa al pueblo español, sus intereses son personales y no podemos asegurar de qué tipo, por ello el nuevo gobierno de Estados Unidos no debe caer en la manipulación de este nefasto personaje, ni de ninguna otra inherencia oscura, provenga de donde provenga. “Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, solo será cuestión de tiempo recoger sus frutos”. Thomas Carlyle.

 


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