Diálogo Gobierno y oposición
Foto: Archivo

Deseo responder, al inicio de este artículo, las observaciones que hicieron algunos de mis lectores sobre dos conceptos que expresé en el primer párrafo del anterior. El primero de ellos fue hablar de “oposición” refiriéndome al grupo político que participa en las conversaciones como contraparte de la representación del régimen madurista, ya que, ciertamente, existen varios sectores opositores y no todos están representados en ese grupo. La segunda observación estuvo relacionada con la comparación que hice de las  ideologías sostenidas por los dos sectores que participan en dichas conversaciones: “una de centro, regida por valores fundamentales de la democracia representativa; otra, de izquierda, que desconoce esos valores y considera a la revolución como centro fundamental de su accionar político, las cuales se enfrentan en medio de una compleja situación económica y social que somete al pueblo venezolano a grandes sacrificios, entre ellos, el hambre y la violencia”… En ese sentido debo aclarar que no me refería a la totalidad del pensamiento político de izquierda. De hecho existen, y han existido numerosos gobiernos regidos por líderes y organizaciones políticas de esa tendencia ideológica, absolutamente respetuosos y practicantes de los valores y principios de la democracia representativa. Por lo tanto, aclaro que mi señalamiento estuvo dirigido, en  particular, a la izquierda autoritaria, con vocación totalitaria, que controla el poder político en Venezuela.

Este segundo artículo lo orientaré a analizar los resultados de las reuniones realizadas, en Ciudad de México, entre el régimen madurista  y el Grupo de los Cuatro, del 3 al 6 de septiembre de 2021, en presencia de los representantes del Reino de Noruega y del gobierno de México, las cuales culminaron con la firma de un memorándum de entendimiento, a fin de verificar si hubo algún avance relacionado con la actual situación política nacional. Lo primero que debo resaltar es que las dos representaciones ostentan la suficiente legitimidad política para poder estar sentados en dicha mesa de negociación. Si no se acepta esta realidad, tendríamos que reconocer que dichas conversaciones son una pérdida de tiempo, circunstancia que no le conviene, fundamentalmente, a la oposición democrática. Naturalmente, los dos actores políticos mantienen posiciones e intereses contrapuestos. Sus representantes, antes de la firma del acuerdo de entendimiento, mantuvieron posiciones públicas, mediante declaraciones, en las que dejaban en claro sus aspiraciones. La delegación del régimen madurista planteó la necesidad de que fueran desactivadas las sanciones económicas internacionales impuestas, en su contra, por Estados Unidos y la Unión Europea. La oposición democrática exigió el establecimiento de un cronograma que garantice el desarrollo de elecciones democráticas, libres, equitativas y observables, amparadas por derechos políticos para todos.

Desafortunadamente, durante estas reuniones, no se logró ningún avance que pudiese ser considerado como una verdadera garantía para la satisfacción de las aspiraciones de la oposición. El contenido de los dos acuerdos preliminares que se firmaron así lo indica: el primero, curiosamente, trata de un respaldo de la oposición política al histórico reclamo de Venezuela sobre el territorio Esequibo, apoyo que ningún venezolano negaría por razones de patriotismo; el segundo, se refiere a la recuperación de los activos venezolanos en el exterior, aspiración fundamental del régimen madurista, sin conceder ningún aspecto a la oposición venezolana que pudiese garantizar realmente la realización de unas elecciones democráticas, libres, equitativas y observables por organismos internacionales con suficiente credibilidad y fuerza. En esta circunstancia, la pregunta que tendríamos que hacernos es la siguiente: ¿era realmente conveniente firmar o no dicho comunicado? Mi opinión es que sí. De esta manera se preservó la posibilidad de mantener nuevas conversaciones con el régimen madurista que, quizás, podrían generar decisiones favorables para ayudar a satisfacer la aspiración de la oposición. Además, su respaldo, con relación a la recuperación de  los activos venezolanos por el gobierno madurista, es inocuo, pues difícilmente habría un cambio de posición de Estados Unidos y de la Comunidad Europea mientras no haya reales concesiones a las aspiraciones de la oposición venezolana.

En el próximo artículo me referiré a las reuniones desarrolladas entre el régimen madurista y la oposición venezolana (Grupo de los Cuatro) durante los días 24 al 27 de septiembre de 2021 y sus resultados.


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