Las dictaduras en fase terminal escogen a sus oponentes. Es una manera de lograr algún oxígeno para sus días de mortal angustia. La nuestra es experta en triquiñuelas y despropósitos, siempre sacará del sombrero del mago a los roedores que le servirán para presentar su obra bufa.

Esta semana observamos en cadena nacional la puesta en marcha de un supuesto diálogo con actores oxidados. Las cámaras enfocaban los rostros de los ávidos negociantes, seres perdidos entre traiciones y olvido; sin ningún tipo de representatividad nacional, son cuotas de órganos sociales mustios. En el aciago de sus carreras han buscado consuelo en los recursos del Estado. Se saben despreciados por la inmensa mayoría de los venezolanos, para quienes saben que nacieron castrados de dignidad, que les coloquen un nuevo asterisco a sus performances es poco relevante para ellos.

¿A quién representan? Es sumamente difícil encontrar una respuesta coherente. Son dueños de viejas y nuevas siglas. El totalitarismo en fase terminal elige a sus oponentes. Les entrega la pólvora mojada para que sus disparos sean un leve roce. Como ágiles tartufos juegan sus piezas en el ajedrez del negocio. Son ridículos especímenes que anhelan algunos minutos de fama y dinero.

La acción es una estrategia desesperada para seguir ganando tiempo. Sumar más tiempo en el poder es lo que impulsa al régimen. No les importa pagar bien a quienes son puro bagazo. Los de la opereta de esta semana son personajes desteñidos con una hoja de servicios extremadamente débil. Su representatividad es limitadísima, la inversión que hizo el régimen por ellos, no les garantiza meter la coba. Los más hábiles andan escondidos esperando la evolución de los acontecimientos.

Si el globo de ensayo coge cuerpo saldrán de la madriguera para subirse al jardín de los helechos, de ser lo contrario, simplemente desaparecerán en la búsqueda de nuevas aventuras. Para el chavismo su drama es precisamente que los actores de reparto comprados, son simplemente el relleno de la estantería. Es una medida desesperada de un gobierno forajido que goza del repudio universal. Para ello buscó la misma cobija que los arropa justo a sus cómplices disfrazados de opositores. Son parte de una corte de traficantes de la política que comanda el español José Luis Rodríguez Zapatero, desde Madrid debe estar al caer el vallisoletano, para bendecir el gran negocio que tiene con estos diálogos de marras.

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@alecambero

 


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