La violencia no solo es el uso de la fuerza para generar una reacción determinada, es cierto que usualmente el sometimiento o la sumisión es el fin último, pero la diversidad o tipos de violencia nos obligan a analizar cada una en función de su propósito.

Está claro que dejó de ser un término en singular, ahora hablamos de “violencias”, de hecho puede clasificarse dependiendo del lugar o de los actores que operan, como lo es violencia urbana, violencia en frontera, violencia doméstica o personalísimas como violencia de género, maltrato infantil o maltrato animal.

Cuando analizamos porque hay que clasificar la violencia, desde el punto de vista del Derecho se limita a la tipología, las penas aplicables son diferentes, lo cual es muy importante pero no es la causa fundamental. Lo que más llama la atención es el alto contenido sociológico de la clasificación.

No podemos interpretar de forma excluyente “Violencias” cuando el agresor es un cuerpo de seguridad del Estado, no olvidemos que la responsabilidad penal es individual y el agresor es quien debe ser juzgado, pero los derechos humanos solo los violan los Estados, por lo tanto, en excesos policiales al funcionario le juzgarán por homicidio, lesiones, tortura, pero el sujeto activo internacionalmente es la nación por ser dueña del uniforme así que ya no solo es la persona sino del cuerpo de seguridad.

Este último caso es demostración de que ante violencias policiales es el Estado, quien tiene que dar la cara, primero juzgando al agresor con severidad y segundo reparando el daño a la víctima, caso completamente opuesto cuando se trata de violencias de género, no podemos imputar a todos los hombres por alguno que agrede a su pareja, pero conscientes de la clasificación de las violencias se permitió aplicar penas más severas en estos hechos irregulares.

En el caso de los delitos de odio, las violencias no tienen necesariamente que ser físicas, la discriminación racial es un tipo de violencia y además el estándar mundial es un delito de alta entidad; la xenofobia por sí sola no es un delito, la exteriorización del pensamiento ya va encausando el delito al punto de que pudiese generar múltiples violaciones que hacen que su estudio termine siendo muy complejo.

Partiendo de que no existe ninguna buena acepción al término “violencia”, sin duda es un <elemento social negativo>, lo que sí existe es un nivel de tolerabilidad, por ejemplo enfrentamientos entre ejércitos o entre ejércitos y terroristas, dependiendo de la circunstancia su ejercicio pudiese estar permitido; hasta una simple resistencia al arresto puede generar violencia –que nunca es buena como hemos dicho– sigue siendo violencia aunque no delito. No podemos renunciar completamente al uso de la fuerza porque generaría anarquía y por ende a más violencias en términos generales.

Cuando se trata de estudiar las violencias tolerables, tenemos que ser conscientes de que la retención involuntaria de pacientes psiquiátricos o las reclusiones en penales son tipos de violencia, si necesitamos más comprobación solo debemos preguntarnos: ¿qué ocurriría si decidimos mantener en cautiverio a un delincuente confeso sin orden judicial? Obvio, es un secuestro, la diferencia es que deja de serlo cuando el que ordena la reclusión está facultado legalmente.

No se trata de que debamos estar de acuerdo en que las violencias forman parte de la sociedad, se trata de ser conscientes de que debemos evitarlas pese a convivir con ellas. El maltrato animal está presente en casi todas nuestras comidas, no negamos que hay formas de ejecutar el sacrificio con el menor sufrimiento posible, pero sigue siendo un acto de violencia porque el “donante” no prestó su consentimiento para sacrificarse por nosotros.

Quiero llegar con esto al punto de que el reino animal tiene sus propias leyes, son absolutamente contrarias al Derecho Escrito, la fuerza es la base de dominación y hasta de supervivencia. Llevándolo a nuestra sociedad el rey león es el Estado y su manada son los militares, por eso es que los uniformes portan armas, tienen permitido el uso de violencia para el sometimiento, lo que nunca debería estar permitido es la brutalidad, el excesivo uso de la fuerza pública ni tampoco la sobreprotección legal de que algunos colectivos gozan.

Por si quedaba alguna duda de que la violencia permitida jamás es buena, tomemos en cuenta los enfrentamientos entre uniformes e irregulares; es el punto al que más análisis hay que dedicar, el Estado por medio de sus uniformados está ejecutando legalmente actos de violencia antiterrorista, pero cuando uno de los uniformados es abatido, legalmente se le conoce como “accidente laboral”. El problema es que quien terminó muerto no es el país, murió un soldado, padre, hijo que será suplantado en su escuadrón mucho más fácil que en su hogar.

Finalmente, la reflexión es que convivimos con elementos negativos en nuestro día a día, hay que mantenerlos en equilibrio, no existe ningún beneficio en actos que conduzcan o deriven de violencias. Recordando a Mahatma Gandhi, a quien en su honor ayer celebramos un año más de su natalicio y Día Internacional de la No Violencia, es pertinente “La victoria lograda por violencia es equivalente a una derrota, porque es momentánea…”.


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