Por equipo editorial

«Somos los maestros que estamos sin plata» {1} fue una de las consignas que las educadoras y profesores venezolanos elevaron con sus voces en la marcha del Día del Trabajador, desde Plaza Venezuela en Caracas, y que también fue multiplicada en todo el país con similares palabras ante un gobierno que agoniza políticamente, pero que aún somete las manifestaciones populares de la oposición, con arbitrarias detenciones, como las realizadas contra ciudadanos del pueblo en Portuguesa.

Si bien la crisis pareciera que todavía no toca fondo en el máximo de la destrucción económica y social, porque todo sigue en continua degeneración política, la verdad es que las instituciones educativas de todos los niveles parecen pueblos fantasmas, con muy pocos estudiantes y docentes, y donde también el personal administrativo y obreros, ha ido en permanente disminución, porque nadie puede seguir sobreviviendo con un promedio de ingresos de unos 10 dólares al mes, aunque el régimen intente forzar una seudonarrativa de bonos que apenas alcanza para comer tres o cuatro días.

Así, el Día de Trabajador permitió que todos los estamentos de la administración pública opositora al madurismo pudieran reencontrarse para exigir los derechos pisoteados por quienes en el más absoluto cinismo nos hablan de «derechos laborales», como el otrora ministro del Trabajo, quien aseguró que sus colegas ganaban 700 bolívares mensuales, mientras Tareck el Aissami desangraba la industria petrolera con cifras inimaginables en lo que no dudamos en calificar como la más espantosa corrupción de la historia.

Los docentes venezolanos han sido constantes en sus luchas, aunque también venidas a menos, ante el agotamiento y la afasia de un gobierno ante legítimos reclamos, y las constantes amenazas por leyes inconstitucionales como la «Ley del odio» o la que piensan colocar en vigencia en los próximos días, denominada «Ley antifascista», cuando la realidad es que son ellos quienes desde el poder nos han impuesto sus aberraciones ideológicas enarbolando, precisamente, lo peor del fascismo en simbiosis con el nazismo y el estalinismo, como vimos hace poco a un «comunicador» oficialista lamentando la temprana muerte de Hitler para que cumpliera su «misión» de liquidar a los judíos.

Es obvio que ante unas próximas elecciones el 28 de julio, cuando uno de los principales voceros políticos del madurismo asegura que la candidatura de Edmundo González Urrutia cumple con la legalidad, solo nos queda seguir orientando sobre tal persona la posibilidad del voto, como única oportunidad para cambiar la realidad de una Venezuela que ha sido llevada hasta los más infames procesos de pobreza, hambre y migración.

El madurismo vive horas tormentosas. Hasta vimos imágenes trucadas por los medios oficialistas de una solitaria concentración del líder madurista en Guatire, que son el contraste donde aparece María Corina Machado convertida en la líder de la oposición. Es decir, las cartas están echadas en los términos de preferencias electorales y de un pueblo que sabe perfectamente, que se acerca el fin de esta pesadilla.

El 28 de julio también será otro Día del Trabajador para los venezolanos, pero no de protesta, porque será de celebración por la libertad, la democracia y el retorno de los derechos humanos que nos han sido conculcados. Será el renacimiento de la patria de Bolívar.

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{1} https://x.com/_Provea/status/1785690827001331753


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