El mundo celebra este 10 de diciembre la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General de la Naciones Unidas en 1948. Un día en que se proclamó que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derecho y que, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

Pero en Venezuela el Día de los Derechos Humanos, paradójicamente, es una fecha que recuerda el dolor, el desgarro, el sufrimiento, que causan los que, aferrados al poder y todos sus resortes, no se comportan fraternalmente con otros, víctimas desnudas ante las violadas disposiciones constitucionales y leyes de la República.

El artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece que: “El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles”.

Día de dolor, también día de mentiras. De letra muerta, porque el régimen que domina a su antojo el Estado venezolano está bajo investigación por las Naciones Unidas por su conducta lesiva de los derechos humanos de quienes han nacido “libres e iguales en dignidad y derecho” en este país.

La Misión Internacional Independiente de Determinación de Los Hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela, creada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2019, en su informe más reciente de septiembre de este año llama la atención “sobre la crisis continuada de derechos humanos en el país, impulsada por el hundimiento de las instituciones estatales”.

El resumen del informe, como consecuencia de los hallazgos de la investigación, sustituye esas palabras pomposas de “transparencia, independencia, autonomía y responsabilidad” por las de “tortura, desaparición,  asesinato, ejecución” que caracterizan la justicia venezolana.

La misión, preocupada por las graves violaciones de los derechos humanos, las identifica para buenos e indiferentes entendedores:

* Actos de tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes, incluida la violencia sexual y de género, por parte de las fuerzas del orden y de los servicios de inteligencia del Estado.

* Condiciones de detención que equivalen a tratos crueles, inhumanos o degradantes contra personas opositoras reales o percibidas como tales y sus familias u otras personas relacionadas con ellas.

* Asesinatos que siguen patrones documentados de ejecuciones extrajudiciales y otras violaciones en el contexto de operaciones de seguridad en barrios urbanos de bajos ingresos en varias partes del país.

* Ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, trabajo forzado, exclavitud sexual y trata de personas en zonas fronterizas y remotas.

* Persecución, intimidación y detenciones arbitrarias constantes contra quienes trabajan en los medios de comunicación, las organizaciones de la sociedad civil, las personas defensoras de los derechos humanos y las personas que ejercen la abogacía.

En la víspera de este día del dolor, el régimen conmemoró el Día de la Lealtad y el Amor, para recordar los 10 años de cuando Hugo Chávez ungió a Nicolás Maduro como su sucesor. En su despedida, el fallecido comandante dejaba como legado dos palabras: “Hay patria”. Pero, ¿realmente hay patria? Difícil pensar que es así cuando no existe alguna noción de justicia ni se respeta la vida y la libertad.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!