Estamos cerrando el año 2022 con un estado de ánimo zigzagueante, tipo montaña rusa, bombardeados fuertemente por la propaganda de la mentira que constituyen los epifenómenos que se han ido uno a uno estrellando contra la pared de la terca realidad de los hechos incontrovertidos. Nos referimos a la cháchara insulsa de que Venezuela es otra, de que Venezuela se arregló y la gente se está devolviendo.

La burbuja totalitaria de Las Mercedes es simplemente eso: inversiones de dinero sucio que se ven reflejados en sepulcros blanqueados, que no significan para la mayoría sufriente algo más allá que la pura fachada. La hiperinflación no estaba muerta, sino de parranda. Estamos inmersos en un país inabordable, rodeado de catástrofes, sumido en el trapiche del empobrecimiento con falta de futuro. Girando ante la grosería de una tienda con franelas que se venden por 800 dólares y un restaurante aéreo suspendido por una grúa. Lo que precede es la mejor definición del socialismo del siglo XXI, con un régimen opresivo, los perversos jamás volverán a la virtud. Un joven ante el injusto panorama que lo acecha dijo: “Tengo la cabeza a punto de reventar”. Y no vale la pena apostar por el país.

La economía no da para la normalización, lo que se observa es una sociedad maltratada y el saqueo del mismo país. Riqueza es producir y aquí no se produce. Este año alcanzamos la cifra récord de cierre de emisoras. El bolívar quedó absolutamente destruido. El problema real es la falta de instituciones.

El régimen forajido adelanta a paso de arruinadores el plan deliberado de destruir y despoblar de profesores y alumnos a las universidades. En los colegios dieron con la formula diabólica de menos horas de clase para evadir la alimentación escolar, eliminaron de un plumazo el PAE: Programa de Alimentación Escolar.

La realidad de hoy nos muestra una hegemonía doble compuesta por el régimen y su oposición confeccionada a su medida. Esta opolaboración no quiere en el fondo hacer primarias. El ecosistema criminal pudiera maniobrar para adelantar la simulación de elecciones presidenciales. Le teme a la unidad ciudadana que, con el poder del voto que elige, está determinada a designar y legitimar a la nueva dirigencia política mediante un proceso organizado por los mismos ciudadanos; los malandros hacen lo que sea para atomizar a la oposición verdadera, pudiera sacarse de la chistera la declaración de un estado de excepción.

Con determinación ciudadana rescataremos a Venezuela y será posible el desarrollo de proyectos de vida individuales bajo el auténtico sentido de la política: construcción de los asuntos públicos orientados hacia el bien común. Promovemos desde este lugar la realización de unas primarias para elegir al nuevo liderazgo que tanto demandamos.

¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!


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