El general Padrino López ha dicho que la OTAN se proyecta a Latinoamérica con Colombia como peón y la presencia cada vez más resuelta de medios militares y navales en el área de influencia venezolana. “¿Y entonces?”, preguntó el ministro de Defensa del régimen de Nicolás Maduro citado por el equipo de prensa de las Fuerzas Armadas.

La respuesta a la pregunta de Padrino López tal vez hay que buscarla en la determinación de Estados Unidos, miembro de la OTAN que también defiende su área de influencia y que esta vez el general evitó mencionar.

Ese país ─con el apoyo de más de 20 naciones─ anunció el primero de abril de 2020 el despliegue de barcos destructores y aviones con la mira puesta en el Cartel de los Soles.

La acción comenzó un mes después de que la Junta Internacional de Fiscalización, organismo independiente de la ONU, advirtió en un informe en Viena sobre las operaciones de mafias criminales para inundar de drogas Estados Unidos y Europa con la complicidad de militares y civiles del régimen venezolano.

No hay que olvidar que Colombia y el Comando Sur de Estados Unidos han dicho que trabajan para bloquear los corredores de suministro de droga al Cartel de los Soles, lo mismo que para cortar los negocios de la minería ilegal entre el ELN y sus socios de las mafias que en Venezuela secuestraron las instituciones para traficar con drogas y robar.

Todo esto expone un flanco sumamente ingrato para esas mafias, sobre todo después de que Maduro y sus generales se rindieron incondicionalmente en la guerra de guerrillas en Apure el año pasado ante el Frente Décimo de las disidencias de las FARC, al que le cedieron territorio nacional para sus operaciones criminales.

Los grandes derrotados en ese conflicto de apenas dos meses y medio fueron el Cartel de los Soles y sus viejos socios de la Segunda Marquetalia de Iván Márquez. Pero lo más grave fue que a esa guerra secreta del crimen organizado, para colmo de conducción técnica ineficaz y cobarde, se arrojó al sacrificio a jóvenes oficiales y soldados de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Y como si eso fuera poco, el desastre de la campaña militar apureña de Padrino López y Ceballos empañó el prestigio del uniforme de la FANB, además de dejar una profunda huella en su identidad.

Con las finanzas mermadas para aferrarse al poder, el Cartel de los Soles parece ahora empeñado en auxiliar a sus socios del ELN, a quienes los mismos rivales de las FARC juraron buscar hasta debajo de las piedras. Y las alarmas se encienden nuevamente porque  para ello se pretende echar mano de la creciente influencia rusa a lo largo de la frontera colombo-venezolana como actor de Estado externo que impacta la región y prospera con la corrupción. Pero esa aventura también podría terminar en desastre si el poderío armamentista y los asesores sucumben otra vez en la guerra de guerrillas, como lo demostró la derrota en Apure.

Eso probablemente explique el nerviosismo de jerarcas del chavismo obsesionados en distraer la atención llamando ladrones a periodistas desde programas de dudosa calidad en medios del Estado. Y de pillería contra la prensa libre ─aprovechándose de la complicidad orgánica entre el crimen y la justicia en Venezuela─ de quienes tienen cuentas pendientes con la justicia en Estados Unidos por narcoterrorismo. Es el desvelo en el Cartel de los Soles.


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