Los estudiantes cumplen día a día con su deber: capacitarse para hacer más próspera la patria, dignificar el gentilicio venezolano y ejercer, a futuro, el liderazgo que garantice la paz ciudadana en armónica vecindad.

Pero si Venezuela sufre, todos sin distingo dan descanso al lápiz, libros y cuadernos para empuñar las armas de la razón y el deber al procurar redimir el territorio común mancillado.

Ello se lleva adelante aun desde tierras de exilio y destierro por las cuales hambrientos desfilan nuestros hermanos obligados por el tirano Nicolás Maduro Moros.

La convocatoria llevada a cabo para este jueves 21 de noviembre en todo el ámbito nacional por los educandos universitarios fue razón justificada de preocupación para padres y allegados.

Estos escenarios no son historia reciente.

Los jóvenes han sido siempre luchadores contra los desmanes y defensores por la igualdad social.

Su ímpetu libertador avasalla tifones de la maldad valor que acrecienta aún más el temor en la novia que espera y reza por el regreso.

No hubo fórmula de convencimiento para evitar que los alumnos desistieran realizar tal concentración en ciudades universitarias.

Cabe notar que estudiantes de educación secundaria también dijeron presente; lo que acontece a Venezuela a todos nos duele y obliga actuar.

Los encuentros con la autoridad y entrega de petitorio tenían un reclamo común a manera de reto devoto sin temor alguno: Sometimiento a la Constitución, no relevar la autonomía universitaria y el respeto por los derechos humanos.

Salir por miles arengando a todos: “Después de Tiuna, vamos a sacar la dictadura”, pone a pensar al débil gobierno de Maduro-Cabello si esta marcha es solo una muestra de la que está por venir.

No debemos olvidar que los estudiantes en su día llegaron hasta donde quisieron y en momentos sintieron el apoyo de jóvenes miembros de la fuerza armada desplegada, que rechazan haber sido manchado su uniforme por militantes de ideologías extrañas con arcaicos mensajes .

Verlos accionar nos hace recordar las palabras del joven Simón Bolívar ante el terremoto de Caracas en 1812 cuando intentaban los clérigos hacer creer que el fenómeno era un castigo de la naturaleza por rebelarse a la corona española, ante lo cual el lozano mantuano exclamó voz en cuello: “Si la naturaleza se opone contra nosotros, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.

Este 21 de noviembre, Caracas, Maracaibo, Valencia, Coro, Barcelona-Puerto La Cruz, La Asunción, Cumaná, Maturín, Ciudad Bolívar, Puerto Ordaz, Los Teques, San Juan de los Morros, Maracay, Barquisimeto, Acarigua-Araure, Barinas, San Fernando, San Cristóbal, Mérida y Trujillo fueron remansos de paz armado por las ansías de libertad de una muchedumbre esperanzada.

Muchos ven en esta jornada de hombres jóvenes valientes el fin de las manifestaciones violentas atrocidades pasadas que alientan las huestes oficiales pasar al olvido, añorando la impunidad .

El Observatorio Venezolano contra la Violencia, sus actuarios, indica que en el período de gobierno de Hugo Chávez 1999-2015 pudieron comprobarse 256.073 muertes impulsivas, a pesar de los 11 planes para radicalizar el crimen; cifras estas nunca antes observadas en la época previa al ejercicio comunista.

Tememos que el dinero presupuestado fue a parar a otras manos mediante procedimientos ocultos o nunca fueron presupuestados.

Hugo Chávez rompe récord en 2012 con 21.692 víctimas.

Debe llamarnos la atención y alarma los índices que muestra el compendio del OVV de fallecidos por resistencia a policías y militares: 5.535; una masacre.

Las marchas para resarcir a la patria por los daños que causa la tiranía fue realizada exitosamente por estudiantes, maestros, profesores, enfermeros, nuestros padres y la sociedad civil.

Ello nos indica que Venezuela ante el opresor no está sola; sus hijos velan por el terruño.


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