Por  Alejandro Luy, gerente general de Tierra Viva

¿Qué me preocupa del mundo pospandemia? Que quienes deben liderar los cambios del planeta para evitar la próxima pandemia haciendo uso de la ciencia, han ignorado a la ciencia para atender la pandemia actual. De eso hay acciones y manifiestos que no dejan duda.

El aparato burocrático y represivo de China obligó al doctor Li Wenliang a “dejar de hacer comentarios falsos” y “propagar rumores”, cuando en diciembre pasado advertía a sus colegas sobre un virus que creía que se parecía al SARS, otro coronavirus mortal.  Y aquí estamos en la primera pandemia en 100 años gracias en buena parte al autoritarismo chino, útil para silenciar la verdad.

El 23 de abril, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sugirió que las inyecciones con desinfectante podrían ser un tratamiento contra el coronavirus, y al día siguiente más de 100 ciudadanos fueron ingresados a los servicios médicos tras ingerir detergente o lejía.

Antes, Andrés Manuel López Obrador desatendió las recomendaciones de la ciencia y su respuesta fue el virus de abrazo y en rueda de prensa declaró: “El escudo protector es la honestidad. Eso es lo que protege, el no permitir la corrupción”, dijo mientras mostraba dos escapularios con la oración “Detente enemigo, el corazón de Jesús está conmigo”.

Como si se tratara de ciudadanos comunes que se reúnen en una plaza, ignorando la responsabilidad que ellos representan, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se ha referido reiteradamente a una “gripeciña” y comunes han sido su baño de multitudes; el gobierno de Nicaragua convocó marchas contra el coronavirus y el venezolano promovió la ingesta salvadora de un té de malojillo solo porque un seudocientífico que dice curar el cáncer es del bando “revolucionario”.

Y en España, el gobierno autorizó –contrariando una de las principales recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud– una gran marcha el 8 de marzo por la Conmemoración del Día de la Mujer, y se hizo representar por una vicepresidente y varias ministras. Ya sabe lo que pasó: varios del tren ministerial terminaron enfermos de covid-19.

Y así por todo el planeta podemos ir encontrando desaciertos productos de decisiones improvisadas de ignorantes, tanto de gobiernos de izquierda, de derecha o de centro.  Mucho bajo la misma ideología: ignorar a la ciencia y a los científicos.

Hace algunos años atrás, un amigo me decía que un pesimista es un optimista con información. De allí el temor con que inicio este artículo, por eso soy pesimista.

Sin embargo, surge una esperanza a partir del desempeño de seis países frente a la enfermedad del covid-19: Alemania, Taiwán, Dinamarca, Nueva Zelanda, Islandia y Finlandia.  El rasgo en común es que sus gobiernos son liderados por mujeres, quienes han demostrado la capacidad de escuchar y valorar a los especialistas, que han sustentado en la ciencia y no en sus creencias las decisiones. Usaron la tecnología y además demostraron empatía y comunicación acertada hacia los ciudadanos.

Estas mujeres hicieron algo que hoy es extraordinario: se comportaron como líderes responsables de sus países.


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