Buenos Aires. Pido perdón, pero no hay mejor mejor forma de definir la situación argentina. Es lo que dicen los locales cuando uno pregunta: “Esto es un despelote” (situación en la que impera el desorden, el caos o la confusión).

Eso sí, está muy barato. El taxi es un regalo y comer lo mismo. Y se come tan bien como siempre. Los vinos son excelentes. Los productos de farmacias y tocador al alcance de cualquiera que lleve dólares. Y todo eso es más que suficiente para darse una vuelta.

Ahora, el “despelote” es grande y la prueba mayor, por si existían dudas, la constituye el discurso de “bienvenida” que dio a los miembros del EuroLat  la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en su condición de presidenta del Senado y la Asamblea Legislativa. Fue un acto peronista. Peor aún, fue kirchnerista. Un desubique total.

Algo menos de 150 diputados venidos de Europa y de todas las regiones de América Latina  fueron rodeados por unos 1.500 kirchneristas que llenaron las gradas y butacas para aplaudir a rabiar y escuchar a la líder. Habló de todo, castigó a todos -menos a Rusia-, se refirió a Dios en un pasaje de bastante mal gusto, algo “cantinflesca” por momentos, pero sin bajar su tono desbordante de soberbia.

Y siempre aplaudida. Sobre todo cuando defenestró al presidente Alberto Fernández, que fue su elegido y hoy no lo quiere ni de marioneta. Ni lo nombró, pero se lo advirtió clarito: “Que te pongan una banda y que te den el bastón no significa tener el poder”. Lo dijo y la tribuna explotó.

Es una mujer desquiciada y con razón: despotrica contra los jueces y se ríe de ellos, pero sabe que ante esos jueces deberán comparecer algún día sus hijos Máximo y Florencia, cuando ella no tenga tantas fuerzas o ya no esté.

Mientras tanto de la reunión del Parlamento Europeo-Latinoamericano no surgió nada, ni una declaración en contra de la invasión rusa. Ni la ratificación de la aprobada por la ONU días atrás con el respaldo de la gran mayoría de los países del planeta.

Fue útil la reunión para observar el magnífico manejo que hacen de estos foros los países que responden al Foro de Sao Paulo. Impecable. Entre los representantes de la Bolivia de Evo Morales, algunos diputados brasileños que responden a Lula, los nicaragüenses, los diputados del Frente Amplio uruguayo y  los kirchneristas liderando como dueños de casa, consiguieron hacer naufragar cualquier declaración de condena a  Rusia. Primero rechazaron la europea y criticaron feamente a Europa . Argumentaron “que guerra hay en todos lados” y apuntaron a la OTAN, al imperialismo y Estados Unidos. Y en ese jueguito aceptaron negociar, conscientes de que no se iba llegar a nada -hubo dos proyectos más- todo lo que llevó a una solución salomónica: ratificar la resolución de la ONU. Tampoco lo permitieron. Y ello pese a la ausencia de los miembros mexicanos, los de Cuba (parlamentarios cubanos, qué gracioso ¿no?), los  de Venezuela (está suspendida, como en el Mercosur y la OEA y la propia ONU) y los de Chile, que en materia de política exterior su flamante presidente no sabe muy bien dónde esta parado. Si hubieran estado todos quizás hasta se le declaraba la guerra a Estados Unidos y Europa. Los votos que necesitaban los consiguieron de los centroamericanos representantes del Parlacen. Sin palabras.

El Foro, por su parte, los acuna  y los mece suavemente.


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