“Dile que los suspiros del mar/humedecen las únicas palabras/por las que vale la pena vivir” (ALEJANDRA PIZARNIK)

Es curioso el modo en que uno se da cuenta de las cosas. Hace unos días me puse a ver una película recomendada en Twitter por un internauta al que sigo. El comentario que escribió resultó inquietantemente positivo y quise saber si de verdad me iba a gustar la historia. A medida que pasa el tiempo, el relato pausado de las horas en la vida de un hombre solitario es interrumpido al recibir una llamada telefónica con una noticia dramática que trastoca su vida. Tiene que dejar su rutina durante un tiempo para regresar a su pueblo natal. Desde la perspectiva del espectador de la vida de los otros, observo cómo lo que debía ser un diálogo familiar se transforma sistemáticamente en una riña. Cada vez que este hombre, Lee Chandler, trata de iniciar una conversación con su sobrino Patrick, nace una desagradable sensación de malestar. Patrick no escucha a su tío. Patrick no deja que éste acabe de hablar. Patrick acaba de sufrir una pérdida dolorosa. Lee también ha sufrido. Patrick interrumpe constantemente a su familiar. Le responde mal. Sube el tono de voz. Grita. No parece estar receptivo a los argumentos de un hombre adulto. Y este es el origen del fuego. Manchester frente al mar, la rabia adolescente frente a la seriedad tranquila del hombre maduro, -en este caso marcado por una pena anclada en el pasado. Manchester by the sea.*

Las cosas de las que uno se da cuenta de un modo curioso, a veces se nos aparecen en una pantalla de televisión o en el titular de un periódico. A pesar del adagio de Cicerón que dice «sine amicitia, vita esse nullam» (sin amistad la vida no es nada), un amigo podría ser el peor de los enemigos. Cito textualmente: «Los agentes empezaron a investigar a Sararat tras la muerte a principios de este mes de una amiga de esta, Siriporn Khanwong, de 32 años, tras ir con la acusada de excursión a un río en la provincia de Ratchaburi, al oeste de Bangkok«. (La Vanguardia, 28.04.2023)**

No está de más resaltar el hecho de que la mujer tailandesa Sararat Rangsiwuthaporn es sospechosa de asesinato, mas no culpable. De momento está siendo investigada. Claro que, suena raro que se muriera junto al río al lado de Sararat cuando habían ido las dos a realizar un ritual para mejorar su energía transcendental -«karma»-. Las investigaciones policiales reúnen casos de conocidos fallecidos por envenenamiento relacionados con la señorita Rangsiwuthaporn a los cuales debía dinero.

Incrédulo escuché a un profesor de literatura americana decir hace unos años en clase que la ficción había sido superada por la realidad. A la mayoría de nosotros nos pareció exagerado por aquel entonces. Ahora, hoy, no ver la verdad de esa sentencia sería tan absurdo como negar que nos estamos olvidando de vivir la vida despacio, sin interrupciones electrónicas ni de otro tipo, con calma, sorbo a sorbo.


*Manchester frente al mar (Dir. Kenneth Lonergan, 2016)

filmaffinity.com/es/Manchesterfrentealmar

**«La tailandesa sospechosa de asesinar con cianuro a 13 amigos y conocidos» (La Vanguardia, 28.4.2023)

lavanguardia.com/20230428/Tailandesa.cianuro


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