La dramática situación económica se profundiza, ya la población en general no puede sostener la brutal alza de precios que cambia cada hora sin contemplaciones comerciales, solo con el argumento primario de que los costos están amarrados al dólar, el cual influye en los precios indiscriminadamente.

Ya los comerciantes y operadores de servicios no se molestan en informar el precio del desaparecido bolívar, sino que hablan en dólares sin medir la ausencia de comprensión de su poder adquisitivo por parte de un ciudadano común, es más, su referencias son caprichosas en comparación con los precios estables de un artículo en vitrina en Colombia, Panamá o Estados Unidos, cuyos precios en general son menores que los que ofrecen en Venezuela.

La situación se hace odiosa por la ausencia de dólares; solo un segmento privilegiado paga en dólares abiertamente ante cajeros de los comercios nacionales. ¿Cuántos son esos privilegiados?, no hay estadísticas al respecto, pero no pasan de 2% de la población, incluyendo a los que reciben remesas, por cierto, bajas en relación con los ingresos que reciben los exilados por muchas horas de trabajo.

Las estimaciones de esas divisas de procedencia de la diáspora no parecen tan elevadas como las que se estiman, pero hay transacciones en dólares en efectivo diariamente y su procedencia se presume proviene del lavado de dólares, de cuyos mecanismos todo el mundo habla, producto de las transacciones en pesos colombianos y dólares. En conclusión, solo un segmento pequeño de la población tiene acceso a divisas para mantener su subsistencia regular frente a la desesperación de la mayoría de la población.

Las consecuencias de la situación económica y sus efectos en la sociedad es tan impactante que ya se aprecia un resquebrajamiento de la burbuja económica, se potencia la crisis a niveles de crispación y su impacto directo en la crisis social e institucional es evidente, sin dejar de mencionar que el modelo de gobierno socialista está causando dichos efectos directos, sino en las economías de otros países como consecuencia del impacto de la migración y el consumo de servicios, empleo y otras variables, pero fundamentalmente, de la masa financiera producto del narcotráfico, venta y reventa de oro y otros productos procedentes de la explotación indiscriminada de los recursos naturales por parte de potencias extranjeras bajo la protección del régimen y de las fuerzas paramilitares y militares.

Los elementos mencionados anteriormente, conjuntamente con el comportamiento de la dirigencia política y económica, está actuando a través de elementos inefectivos. En consecuencia, la familia venezolana lo percibe como limitado frente a la necesidad de convertirse en un catalizador para el cambio de modelo político. De tal manera que se requiere su revisión para inducir de verdad la necesidad de cambio del régimen usurpador, complementado con un importante estímulo y ofensiva popular para lograr la salida a la situación al margen de los tiempos necesarios para que un gobierno de transición recupere el sistema democrático, se realicen las consultas populares necesarias, y luego, vaya a un proceso electoral a su tiempo. Esto último a través de un sistema que haya corregido las importantes fallas del sistema fraudulento, el cual requiere de una revisión integral estratégica incluyendo las  elecciones parlamentarias indiscriminadas sin estar condicionadas a acuerdos para la sustitución de la usurpación del poder y de obligar el retiro de las fuerzas de intervención cubana e indirecta de rusos, chinos y de países antidemocráticos que trazan las rutas del  régimen, que sin vergüenza alguna le ha entregado su poderes de decisión, gerencia, política; y por supuesto, de una revisión institucional y finalmente elecciones presidenciales.

Toda labor de gestión previa, para la recuperación de la confianza de la dirigencia política es necesaria, pero puede resultar inútil. Obviamente es posible; pero es necesario enfrentar la usurpación sin tregua y el presidente interino, soportado por todos los elementos constitucionales y de apoyo internacional, debe de dejar de estar deshojando la margarita y asumir el rol de jefe del Estado y consecuencialmente designar sus ministros. Ello incluye poner en su lugar influencias directas provocadas por la interpretación del estatuto que promulgó la Asamblea Nacional que limita sus funciones y por ello, debe complementar su entorno con ministros que aborden cada área político social del país.

Lo más importante es que se deje rodear de gente honesta y notable, que a través de un consejo de la transición lo aconseje, establezca puntos de vista consistentes a la situación nacional e internacional del país, incluyendo la odiosa dependencia de países antidemocráticos que han determinado que el país ya no sea tal, y su conducción se nos fue de las manos determinando que la geopolítica internacional funcione entre una diatriba de los poderosos regímenes americano, ruso y chino.

Esperamos que el presidente interino asuma su funciones como comandante en jefe que con la ayuda del Consejo de la Transición integrado por venezolanos representativos, honorables, deseosos de ayudar y permita desarrollar un esquema estratégico de representación no solo interno sino de interlocución adecuada con los países que no apoyan mas allá de los intereses de los partidos políticos y que conduzcan el plan de resácate de la democracia venezolana y se alienen de manera adecuada para enfrentar la avanzada antidemocrática que pretende gobernar a través de mafias del crimen organizado  a Latinoamérica que desean convertirlo en área fértil de sus planes de expansión y dominación.


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