Todo acontece cerca del vertedero de basura Andrés Bello, en El Tigre, estado Anzoátegui. Sucedió hace una semana, cuatro niños de 1, 5, 8 y 10 años de edad desaparecen, luego de que su madre los envía solos de regreso a casa porque había comenzado a llover.

La madre Fátima Galindo, de apenas 28 años de edad, declara que salió con sus `cinco hijos a cortar leña para cocinar y a recolectar plásticos para vender, eran las 4:00 de la tarde cuando decide enviar a los menores a casa porque llovía, se queda con el mayor de 13 años realizando la tarea, al llegar a casa se percata de que los niños no han llegado y comienza la búsqueda primero con los vecinos y luego se incorporan las autoridades. Pasaron 6 días y encuentran al bebé de 1 año muerto y el séptimo día consiguen a los otros tres niños vivos, pero con un cuadro de deshidratación. Todos estaban como a siete kilómetros de su casa, estaban perdidos.

Este resumen de lo acontecido y que muchos ya conocen, solo pretende llamar la atención sobre la tragedia que viven las familias en extrema pobreza en Venezuela, que según la Encuesta Encovi (Encuesta de las Condiciones de Vida, UCAB, 2021), alcanza 76,6% de la población. Y no es por generalizar un hecho aislado, sino que el mismo constituye una muestra significativa de una realidad que nos golpea a diario.

La madre de 28 años tiene un hijo de 13, lo que quiere decir que lo parió a los 15 años, de ahí en adelante tuvo un parto cada dos o tres años, hasta completar cinco hijos que cuidar y mantener, con ausencia del padre. Según estudios de las Naciones Unidas, el embarazo precoz genera pobreza y Venezuelaencabeza las cifras en Sur América, por cada mil habitantes hay 95 embarazos precoces, el país está lleno de madres niñas y de mujeres solas frente al hogar por la paternidad irresponsable. Esta situación es un agobio emocional y económico para unas mujeres que no tienen la madurez para asumir la responsabilidad de la maternidad.

Otra realidad que refleja este hecho y demuestra la situación económica de estas familias es la necesidad de una madre y sus cinco de hijos de ir a un vertedero de basura a recoger desechos, para luego venderlos para su sustento. O la paradoja que, en un país petrolero, en un estado con grandes riquezas de hidrocarburos como Anzoátegui,haya que salir a cortar leña para cocinar ante la escasez de las bombonas de gas o su alto costo.

El Estado venezolano debe asumir su responsabilidad ante la situación de abandono en que se encuentran tantas familias, madres y niños y no puede mirar a un lado frente a hechos como este caso de los niños desaparecidos en El Tigre, que no solo nos golpean por la tragedia que implican, sino que deben propiciar políticas públicas de atención hacia estos sectores desprotegidos.

No es posible tanto desamparo.


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